La óptica al servicio del turismo convivencial
¿Qué harían en este caso los marbellíes, sabiendo como cualquier ser humano que una cierta dosis de sol, si no diaria por lo menos periódica, es necesaria para vivir no solamente con buen humor sino con una salud aceptable? Pues que se irían de Marbella, a medida que su economía se lo permitiera, para encontrarse en otro sitio un lugar mejor expuesto al sol.
Esto es lo que vienen haciendo desde hace dos décadas los habitantes de Rattenberg, ciudad medieval austríaca, contruida en el siglo XIV a 40 kilómetros al este de Innsbruck, a quienes una montaña tan cercana que le da su nombre y su asiento, la Rat, de 900 metros de altura, priva de los rayos solares durante seis meses al año.
La montaña, otrora protectora de su seguridad contra los ejércitos enemigos y contra los bandidos y salteadores, provoca ahora la emigración, porque la nuevas generaciones han constatado que su salud se resiente, al impedirles la montaña el paso del sol.
Este movimiento migratorio ha hecho que en los últimos cinco años, la ciudad haya perdido el 10% de su población, que el patrimonio inmobiliario se haya menospreciado y que medio centenar de viviendas estén ya vacías.
La brutal evidencia del fenómeno ha hecho pensar a los responsables de la convivencia urbana que la única manera de atajar la sangría migratoria y de animar el turismo consiste en dotar a sus conciudadanos del bien natural del que ahora como antes están privados, pero del que ahora son conscientes de que lo están, sin querer continuar a estarlo. Para ello han decidido hacer venir el sol a su ciudad, instalando un sistema de espejos gigantes que lo harán saltar, por reflexión heliotrópicamente asistida, desde los lugares vecinos, adonde llega naturalmente, hasta sus calles y casas.
En esta resolución política han intervenido dos factores: en primer lugar el antropológico, que a mi modo de ver es el más importante, pues de él depende la determinación de las decisiones políticas, y en segundo lugar el técnico, cuya importancia tampoco puede ser olvidada si se quiere acertar con la mejor solución.
En el plano antropológico, los responsables de la convivencia urbana han reconocido que no era posible subordinar por más tiempo la esencial convivencia humana a los medios económicos, sino que había que hacer lo contrario: poner todos los medios económicos a su alcance al servicio de la mejor convivencia posible para sus conciudadanos.
Esta revolución copernicana, llamada a justo título convivencialista por ciertos sociólogos, obedece a una concepción de la antropología económica que sitúa la preocupación por la convivencia humana en el centro del sistema, por contraste con la concepción productivista que sitúa en dicho centro la productividad.
En el plano técnico han imaginado, con la ayuda de una empresa austriaca llamada Bartenbach Lichtlabor GmbH, que un sistema de espejos gigantes, colocados en una montaña vecina de la que les da la sombra, traiga durante todo el año la luz del sol a las calles de la ciudad, garantizando así que no sólo en verano y en primavera, sino también durante los largos meses de otoño e invierno la luz solar llegue a sus calles, a pesar de la encrespada orografía del entorno. Esta solución ha podido ser imaginada, porque la especialidad de Bartenbach consiste en integrar consideraciones de percepción óptica en su ingeniería luminotécnica.
Antropología y neurociencias
La ciencia da la razón a los habitantes de Rattenberg, que en cierta manera querrían que su ciudad estuviera soleada como lo está Marbella, al igual que se la da a los millones de turistas venidos de la humedad y del frío a nuestras tierras templadas, para quienes la Costa del Sol significa el paraíso terrestre europeo, envidiado y querido como refugio más o menos permanente, según sus posibilidades, para su propia vida de convivencia ciudadana.
La falta permanente de luz solar directa es un motivo más que suficiente para que la gente evite la vida continua e incluso la presencia prolongada en lugares afectados por este problema. En la medida en que sus posibilidades económicas se lo permiten, tan natural es que la gente evite vivir en ciudades con umbría permanente como que evite el permanecer demasiado tiempo en sótanos sin luz natural.
Múltiples investigaciones científicas demuestran que la luz solar directa, bien administrada, no solamente es esencial para el buen funcionamiento del ser humano, sino que es particularmente preciosa para el surgimiento de ciertas vivencias, que llamamos confusamente bienestar, sin cuya existencia resulta imposible no solamente la vida individual sana, sino la convivencia característica de los eres humanos.
La neurosicología demuestra que la exposición inteligente de nuestra vida humana al sol modifica determinadas sustancias cerebrales que juegan un papel importantísimo en la protección contra los trastornos afectivos. Entre ellas se cuenta la serotonina, que actúa como neurotransmisor.
El bienestar derivado de la luminosidad, al mejorar nuestros estados de ánimo, favorece poderosamente nuestra convivencia, dando lugar con frecuencia a la amistad y a la convivialidad. Si el turismo generalizado, por una suerte de antropología instintiva, ha tendido a promocionar y visitar regiones en las que la luz directa del sol está meteorológicamente garantizada, es porque en la dinámica de sus finalidades últimas palpitan como su corazón impulsor los deseos profundamente humanos de bienestar personal y de convivencia social, si posible incluso amistosa y convivial.
Tecnología solar
Rattenberg, ayudada en un 50% de los gastos por la Unión Europea, va a resolver su problema de bienestar y de convivencia ciudadana, gracias a un sistema de tecnología avanzada, puesta a punto por Bartenbach Lichtlabor GmbH. La oscuridad del otoño y del invierno será disipada por una brillante luz solar, mediante una serie de 30 heliostatos o espejos rotatorios, que reflejarán la luz solar hacia la ciudad, colocados donde llegan los rayos solares directos, en las inmediaciones de la montaña de Rat.
Los heliostatos son dispositivos heliotrópicos que, a la manera de los tornasoles, siguen fielmente rotando el movimiento del sol en cada momento del día. Con su heliotropismo orientan sus espejos propios, que así pueden reflejar la luz del sol, en una dirección bien determinada, en cada instante diario de la acción solar. Varios helióstatos trabajando en paralelo, orientados simultáneamente, pueden reflejar una gran cantidad de luz y de calor hacia un mismo objetivo.
Bartenbach Lichtlabor GmbHY ha hecho beneficiar a Rattenberg de un precio promocional, porque sabe que su instalación hará surgir nuevos clientes entre las innumerables poblaciones de los valles, al pie de altas montañas, que sufren del mismo problema de carencia solar directa que Rattenberg. Sin ir muy lejos, en la región del Tirol y en otras regiones vecinas de los Alpes, más de medio centenar de poblaciones, tanto austríacas como suizas, sufren del mismo problema que Rattenberg. Varias de ellas han mostrado ya al industrial austríaco su vivo interés por este sistema, cuya ingeniería lumínica se inspira directamente en una antropología muy atenta a la importancia de la percepción óptica, para ofrecer soluciones luminotécnicas adecuadas a la convivencia humana.