Si analizamos bien el ser humano, en su interior descubrimos “el reino de Dios” Domingo 11º TO (13.06.2021): Queremos ser humanos, como Tú, Señor

Vivir los valores humanos es lo que atraía y atrae de Jesús

Comentario: “La tierra va produciendo fruto sola” (Mc 4,26-34)

Las parábolas de Jesús son una construcción literaria para explicar el modo de vida que el Padre quiere para sus hijos. En el evangelio de Marcos, Jesús “proclama el Evangelio de Dios” diciendo: “está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,14-15). Las dos parábolas de hoy iluminan estos aspectos del Reino: su crecimiento automático (por sí mismo) y la importancia de lo pequeño, débil, de los valores humanos, sembrados en el corazón de toda persona, como fuerza transformadora de la realidad.

La parábola de la semilla “automática” o que “crece por sí misma” es realista y llena de sentido. Responde a la afirmación de Jesús de que “el reino de Dios está en medio de vosotros” (Lc 17,21). El texto griego es más expresivo: “el reino de Dios está dentro de -o en- vosotros” (entós humôn). Esta expresión, “El reino de Dios está en vosotros”, le sirvió a L. Tolstói para titular un libro muy famoso, que “abrumó y marcó para siempre” a Gandhi y a los movimientos pacifistas. Defiende la resistencia, la no violencia activa, como esencia del cristianismo. La Iglesia, dice, pervierte el mensaje de Jesús al aprobar la coexistencia entre violencia y religión en ella y en la sociedad alentada por ella.

Si analizamos bien el ser humano, descubrimos en su interior “el reino de Dios”. Jesús, Dios humanizado, enamora por los valores humanos. Quizá el mayor es su atención a los enfermos, pobres, los “nadie”. En la parábola cumbre, que condensa su vida, se identifica con quienes sufren (“a mí me lo hicisteis” -Mt 25,31ss-). Otros valores suyos: ser sincero, humilde, buen amigo, dar confianza, no darse importancia, ser agradecido, no juzgar y menos condenar, poner por encima de todo la dignidad personal, hacedor de paz... Es la “tierra del reino de Dios”, que nos habita y “va produciendo fruto sola”. Son los derechos y deberes humanos, dados por el Creador, anteriores a toda organización civil o religiosa, y que todos deben respetar y promover. Jesús los respetó y motivó con su fe en el Padre, con oración, con mandato de amarnos como él nos ama, con su Espíritu.

La parábola de “la semilla más pequeña” alude a la fuerza de la persona débil, pobre, trabajadora, humilde, la que siempre ayuda, paciente, no envidiosa, no presumida, la que evita toda grosería o egoísmo, la que no lleva cuentas del mal, no se irrita, no se alegra de la injusticia, se goza con la verdad, excusa con facilidad, confía, espera y soporta lo que haga falta para que las personas vivan y sean dichosas (1Cor 13,4-7). La misión nuestra, como la de Jesús, es anunciar el Reino de Dios, viviendo estos valores, “insignificantes” para el mundo egoísta, pero dotados de una gran fuerza: “crece y se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra” (Mc 4,32). Vivir estos valores humanos es lo que atraía de Jesús. Es lo que el Vaticano II llama “bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad, es decir, todos los bienes frutos de la naturaleza y de nuestro trabajo que propagados en el Espíritu del Señor... los encontraremos limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal...” (GS 39). Ahí está vivo el Reino de Dios, el Misterio de Vida, el Amor del Padre, el modo de vida que Dios quiere.

Oración: La tierra va produciendo fruto sola” (Mc 4,26-34)

Jesús de las parábolas del “Reino de Dios en nosotros”:

Un bloguero de Religión Digital, reflexionando sobre las iglesias “vacías”,

preguntaba a los lectores:

“¿A qué se debe que la Iglesia haya pasado a ser irrelevante

en la vida social, política, cultural?

¿Qué nos ha pasado en la iglesia? ¿Qué hemos hecho del Evangelio?

¿Qué nos ha pasado para que lo que “predica” la Iglesia

tenga tan poco valor y vigencia en la sociedad?”

Con tres afirmaciones insinuaba una respuesta:

- “La Iglesia no tolera una crítica ni se hace autocrítica”.

- “Los jerarcas siguen “erre que erre” con su doctrina y sus ritos,

pero lejos del espíritu evangélico”.

- “Ni el mundo entra ya en la iglesia, ni la iglesia entra en el mundo”.

(Tomás Muro, blog RD 27.07.2020).

Tú, Señor, también tuviste problemas de convivencia:

cambiaste de opinión ante una mujer cananea, y curaste a su hija;

al principio no la escuchas, tienen que interceder los discípulos,

no les haces caso, pones excusas para no atenderla... (Mt 15, 21-28).

Un periodista católico acusa a dirigentes eclesiales en RD:

“dan la impresión de estar dedicados a administrar la decadencia;

no encuentro ningún obispo (español) progresista en lo doctrinal,

que defienda públicamente el sacerdocio femenino

o la abolición de la disciplina del celibato, etc.;

es evidente que no se quieren abordar ciertas temáticas

y eso coloca a los obispos en una espiral de irrelevancia...

La presencia de la Iglesia en los medios es reactiva, no proactiva,

va al rebufo y no se toman las riendas, ni la delantera”.

(J. Francisco Serrano entrevista RD 18.05.2021).

Que pregunten a los miles de curas casados:

ni dialogan con ellos ni tienen capacidad de escucha;

peor: los repudian, a pesar de que muchos de ellos

viven con pasión tu seguimiento.

Y lo mismo cabe decir del trato a la mujer:

amparándose en un fundamentalismo literal,

les niegan “haberse revestido de Cristo...

y ser uno en Cristo” (Gál 3,27-28),

al no permitirles capacidad para representarte a ti,

Cristo, cabeza de la Iglesia.

La “lejanía del espíritu evangélico” brilla en su apego

a los “ritos y la leyes” eclesiales, por encima del Evangelio.

En una Iglesia, cuyo núcleo no sea el Evangelio,

es difícil que entre la gente.

El Evangelio está de acuerdo con los Derechos y Deberes humanos

admitidos por la sociedad de forma mayoritaria.

Las leyes de Iglesia no respetan bastantes derechos humanos.

Jesús de la semilla automática y de los valores humanos:

tu Espíritu llegó antes que nosotros a la vida humana;

Él sembró la “tierra del reino de Dios”, que nos habita

y “va produciendo fruto sola”;

ayúdanos a amar como tú, ayudando siempre;

a ser pacientes, sin envidia ni primacía;

a evitar toda grosería y egoísmo;

a no llevar cuentas del mal, no irritarnos, no alegrarnos de la injusticia;

a gozar con la verdad de tu evangelio y del ser humano;

a excusar con facilidad, confiar, esperar y soportar lo que haga falta

con tal de que las personas vivan en Amor (1Cor 13,4-7).

Preces de los Fieles (Domingo 11º TO (13.06.2021)

El evangelio nos invita hoy a mirar el interior de toda persona. Ahí está la “tierra del reino del Dios” que nos habita y “va produciendo fruto sola”. Ahí están los derechos y deberes humanos. Pidamos colaborar con el Espíritu de Dios que alienta su realización plena, diciendo: “Queremos ser humanos, como Tú, Señor”.

Por la Iglesia:

- que, como Jesús, esté atenta a las necesidades de la vida;

- que tenga el Evangelio como norma suprema de conducta.

Roguemos al Señor: “Queremos ser humanos, como Tú, Señor”.

Por las intenciones del Papa (Junio 2021):

- que “los matrimonios descubran su belleza” en el Evangelio;

- que “se preparen con el apoyo de una comunidad cristiana:

para crecer en el amor, con generosidad, fidelidad y paciencia”.

Roguemos al Señor: “Queremos ser humanos, como Tú, Señor”.

Por los derechos y deberes humanos:

- que sean reconocidos en todos los pueblos;

- que veamos en ellos la semilla del Reino de Dios.

Roguemos al Señor: “Queremos ser humanos, como Tú, Señor”.

Por la paz en la sociedad y en la Iglesia:

- que sea fruto de los derechos y deberes realizados y cumplidos;

- que nuestra Iglesia respete los dones del Espíritu según el Evangelio.

Roguemos al Señor: “Queremos ser humanos, como Tú, Señor”.

Por los enfermos, marginados, parados...:

- que sean curados, acompañados, encuentren trabajo...;

- que los acojamos como hermanos nuestros.

Roguemos al Señor: “Queremos ser humanos, como Tú, Señor”.

Por esta celebración:

- que sintamos el Espíritu de Jesús que a todos ama;

- que vivamos la humildad, la esperanza, el consuelo, la fortaleza espiritual.

Roguemos al Señor: “Queremos ser humanos, como Tú, Señor”.

Ayúdanos, Señor, a amar como tú, ayudando siempre, a no llevar cuentas del mal, a gozar con la verdad de tu evangelio y del ser humano. Te lo pedimos a ti, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Leganés (Madrid), 13 de junio de 2021

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