Los cristianos a veces callamos el reino de Dios. Predicamos y vivimos rezos, jubileos, devociones, sumisión a dirigentes, limosnas en vez de justicia... Eso adormece. Es “el opio del pueblo” Domingo 12º TO (21.06.2020): “tened miedo a los que pueden matar el alma”

Comentario: “no tengáis miedo a los que no pueden matar el alma” (Mt 10, 26-33)

Leemos un fragmento del “sermón de la misión” o “discurso apostólico” (Mt 10). Jesús envía a los discípulos: “id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos” (10,7). Les da “instrucciones” sobre qué y cómo hacer: “curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis” (10,8). Les previene sobre lo que les espera, si actúan como él. Sobre este último punto trata hoy el evangelio (10,26-33).

Tres veces se repite “no tengáis miedo, una vez “temed”. No deben temer a quienes se revuelvan contra el evangelio: a liberticidas (que imponen leyes contrarias a los derechos y deberes humanos), a quienes humillan y se revisten de privilegios, a quienes acumulan riqueza provocando hambre, a quienes dejan a los enfermos a su suerte... Todos los que actúan contra los valores evangélicos están desautorizados por el Dios de Jesús. El cristiano tiene conciencia clara que hay que servir al bien, a la verdad, a la vida, a los derechos y deberes humanos, a la igual dignidad... Eso es servir a Dios, el Padre de Jesús, nuestro rey, “que está con nosotros, nos fortalece, auxilia y sostiene” (Is 41, 10), “elque nos hizo y somos suyos” (Salmo 100,3; “te he llamado por tu nombre, tú eres mío” -Is 43,1-), el que se preocupa de cada persona en concreto (Mt 10, 29-33). Resistir a poderes inhumanos nos trae marginación, descarte, calumnias, venganzas, muerte social e incluso física. Estos días se juzga a los responsables del asesinato de los jesuitas en el Salvador (Ellacuría y compañeros). Ellos, como Rutilio Grande y el obispo Romero, fueron perseguidos hasta la muerte por anunciar el evangelio de Jesús en un contexto de dictadura y miseria. Situaciones que se vienen dando en toda historia y, !ay Dios mío!, en la misma Iglesia. Es trágico que los cristianos a veces callemos el reino de Dios, su voluntad, y prediquemos y vivamos rezos, jubileos, devociones, sumisión a dirigentes, limosnas en vez de justicia... Eso adormece. Es “el opio del pueblo”. La Iglesia que se dedica a eso encuentra aplauso, inmunidad a cualquier persecución seria. Esa Iglesia teme “a los que matan el cuerpo”. Se deja seducir por el poder, el dinero, el honor, puestos primeros , vestimentas exclusivas, títulos, la buena vida... “La verdadera persecución se ha dirigido al pueblo pobre, que es hoy el cuerpo de Cristo en la historia. Ellos son los que completan en su cuerpo lo que falta a la pasión de Cristo. Y por esa razón, cuando la Iglesia se ha organizado y unificado recogiendo las esperanzas y las angustias de los pobres, ha corrido la misma suerte de Jesús y de los pobres: la persecución...” (Obispo Romero: discurso en Lovaina, 2.02.1980, mes y medio antes del martirio, al recibir el doctorado "honoris causa» de aquella universidad).

Temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna”. Esta es la advertencia de Jesús. Sólo debemos temer “a los que pueden matar el alma”:a quienes puede apartarnos del camino de Jesús. Es decir, a quienes pueden ocasionarnos la ruina de nuestro espíritu, lo mejor e íntimo de la vida, lo que nos realiza y nos alegra profundamente, nos libera del sufrimiento, de la miseria, de la tristeza, de la desesperanza, del odio al ser humano... Nuestra misión es proclamar y vivir lo que Jesús nos dice al oído, por medio del Espíritu de bien que nos habita. Jesús “defiende” ante Dios: reconoce al que le reconoce a él en las personas, y niega a quien le niega. “Reconocer” a Jesús es vivir sus mismos sentimientos: libertad, bondad, perdón, confianza, misericordia, amor, atención a los necesitados... Este es el contenido del juicio final según Mateo (Mt 23,33; 25, 31-46). El Maestro ha sido perseguido y ha puesto su vida en las manos del Padre. “A gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial” (Hebr 5,7). Como a Jesús, el Padre nos escuchará, resucitándonos.

Oración: “no tengáis miedo a los que no pueden matar el alma(Mt 10, 26-33)

Hoy, Jesús del evangelio, insistes: "no tengáis miedo":

has enviado a los discípulos a tu misma tarea:

id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos” (Mt 10,7).

Les has dicho cómo deben hacerlo:

curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios,

dad gratis, no procuréis oro, plata ni cobre...” (Mt 10,8ss). 

Les avisas sobre lo que les espera:

os envío como ovejas entre lobos;

sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas.

Pero, ¡cuidado con la gente!...” (Mt 10,16-17).

Por tres veces les insta a “no tener miedo”:

a quienes se revuelvan contra el evangelio:

a liberticidas (contrarios a los derechos y deberes humanos);

a quienes humillan y se revisten de privilegios;

a quienes acumulan riqueza provocando miseria de toda clase;

a quienes dejan a los enfermos a su suerte...

Todos los que actúan contra los valores evangélicos

están desautorizados por el Dios de Jesús.

Los cristianos tenemos conciencia clara que hay que servir:

al bien, a la verdad, a la vida,

a los derechos y deberes humanos, a la igual dignidad...

Eso es servir a Dios, el Padre de Jesús, nuestro rey:

que está con nosotros, nos fortalece, auxilia y sostiene” (Is 41, 10);

que nos hizo y somos suyos” (Salmo 100,3);

que se preocupa de cada persona en concreto (Mt 10, 29-33). 

Anunciar el evangelio en contextos de miseria moral o física:

trae marginación, descarte, calumnias, venganzas,

muerte social e incluso física...

Como a los jesuitas en el Salvador (Ellacuría y compañeros);

Como a Rutilio Grande y al obispo Romero:

“La verdadera persecución se ha dirigido al pueblo pobre,

que es hoy el cuerpo de Cristo en la historia.

Ellos son los que completan en su cuerpo lo que falta a la pasión de Cristo.

Y por esa razón, cuando la Iglesia se ha organizado y unificado

recogiendo las esperanzas y las angustias de los pobres,

ha corrido la misma suerte de Jesús y de los pobres: la persecución...”

(Obispo Romero: discurso en Lovaina, 2.02.1980, mes y medio antes del martirio,

al recibir el doctorado "honoris causa» de aquella universidad).

Los cristianos a veces callamos el reino de Dios, su voluntad:

predicamos y vivimos rezos, jubileos, devociones,

sumisión a dirigentes, limosnas en vez de injusticia...

Eso adormece. Es “el opio del pueblo”.

La Iglesia “adormecida” encuentra aplauso,

tiene miedo “a los que matan el cuerpo”;

se deja seducir por el poder, el dinero, el honor, primeros puestos,  

vestimentas exclusivas, títulos, la buena vida...

Tu camino, Cristo Jesús, trae complicaciones:

cuidar toda vida humana antes y después de nacer; 

procurar la salud y la realización personal y social; 

perdonar las ofensas y restaurar a las víctimas;

no apagar el Espíritu, ni despreciar las profecías,

examinar todo y quedarse con lo bueno” (1Tes 5, 19-21);

oponerse a conductas y normas que impiden tu reino

en la sociedad, en las iglesias, en la familia...

Para esto, Jesús, necesitamos la fuerza de tu Espíritu:

que nos dé confianza en la verdad de las cosas;

que nos haga sentir la cercanía y la fuerza del Padre-Madre;

que suscite aprecio por todo ser humano;

que sostenga nuestra libertad de hijos de Dios.

Preces de los FielesDomingo 12º TO (21.06.2020)

No tengáis miedo a los que no pueden matar el alma”, nos dice hoy Jesús. Aunque os hagan daño, os amenacen, os calumnien, os descarten o marginen, incluso os quiten la vida física. Todo el que hace esas cosas, me las está haciendo a mí, que estaré con vosotros siempre, hasta que os presentéis ante el Padre al final de la vida. Pidamos vivir como Jesús, diciendo: “queremos vivir como Tú, Señor”.

Por todas las iglesias:

- que “proclamen que ha llegado el reino de los cielos”;

-que “curen enfermos..., arrojen demonios, den gratis lo recibido gratis”. 

Roguemos al Señor:queremos vivir como Tú, Señor”.

Por las intenciones del Papa (Junio 2020):

- que “la evangelización siga el camino del corazón”;

- que “los que sufren encuentren caminos de vida,

dejándose tocar por el Corazón de Jesús”.

Roguemos al Señor:queremos vivir como Tú, Señor”.

Por todos los cristianos:

- quesean sagaces como serpientes y sencillos como palomas”;

- que se sientan “enviados como ovejas entre lobos”.

Roguemos al Señor:queremos vivir como Tú, Señor”.

Por los perseguidos a causa del evangelio:

- que encuentren la alegría y el consuelo de Jesús;

- que le demos nuestro apoyo y ayuda.

Roguemos al Señor:queremos vivir como Tú, Señor”.

Por quienes presiden las comunidades cristianas:

- que no tengan miedo a la verdad, a libertad, al compartir...;

- que nos animen a luchar por los derechos y deberes humanos.

Roguemos al Señor:queremos vivir como Tú, Señor”.

Por esta celebración:

- que sintamos la presencia de Jesús y su envío a proclamar su reino;

- que nos sintamos consolados y fuertes para vivir como Jesús.

Roguemos al Señor:queremos vivir como Tú, Señor”.

Bendice, Jesús de todos, estas peticiones. Que tu Espíritu nos haga sentir la cercanía y la fuerza del Padre-Madre Dios. Que reavive en nosotros tu amor por todo ser humano. Que sostenga nuestra libertad de hijos de Dios. Te lo pedimos a ti, Jesús, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

Alcorcón (Madrid), 21 junio 2020.

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