Desfile de Gloria La Resurrección, a ritmo de pasodoble

La Resurrección, a ritmo de pasodoble
La Resurrección, a ritmo de pasodoble

Algunos Obispos y parte del clero, en contra de cómo celebra la Semana Santa Marinera los Misterios de la Mort i Passió de Nostre Senyor Jesucrist.

La Iglesia intenta recuperar  las procesiones penitenciales de Jueves y Viernes Santo de la ciudad, famosas en el siglo XVI.

Uno de los actos de la Semana Santa Marinera que más escandalizan a algunos epíscopos y sectores de la clerecía es el desarrollo del Desfile de Resurrección en el mediodía del Domingo de Pascua a ritmo de pasodoble, lo cual evidencia una inmadura comprensión de la antropología del pueblo valenciano y más de las gentes ribereñas de Mediterráneo

Les chirría el ver figuras bíblicas, figurantes, vestas, sayones, romanos , cristos y vírgenes dolorosas alegrándose a la manera valenciana de que Nostre Senyor ha resuscitat, que es, por otra parte, la teológica, la clave todo en el cristianismo. Lo explica bien san Pablo, el perseguidor converso,  en su primera  carta a los Corintios, capítulo 15, si Cristo no ha resucitado vana es nuestra predicación y vuestra fe, todo esto no sirve para nada.

El pueblo, la base, la gente de a pie, puede que no tenga saberes teológicos académicos y refinados, pero si capta, entiende y vive la esencialidad de lo religioso a través de lo que la propia Iglesia relega casi como un favor, una concesión,  a la sección de religiosidad popular, algo así como el low cost o planta de oportunidades.

No pocas veces se ha dicho de las cofradías, corporaciones y hermandades de la Semana Santa Marinera que son como Fallas manifestando los clérigos que aquello no es lo que debiera ser instándoles a la inclaustración total  y a vestirse de cenizas, a seguir el tono y el estilo de la sobrias y austeras semanas santas castellanas, pretendidamente penitenciales.

Los contrarios en la Iglesia a este tipo de celebraciones populares de lo religioso no sólo dan a entender que no saben nada de nuestra antropología autóctona, sino que siguen sin leerse los documentos más importantes del Concilio vaticano II, la Lumen gentium, por ejemplo, donde  se reconoce  que la religiosidad popular, que se expresa de formas diversas y diferenciadas, tiene como fuentela fe y debe ser, por lo tanto, apreciada y favorecida. No se contrapone a la Sagrada Liturgia. Es fe del pueblo, que la considera como propia y natural expresión religiosa.

No es de recibo atacar, infravalorar o despreciar la genuina manera que tiene la Semana Santa Marinera de celebrar el MIsteri de la Mort i Passió de Nostre Senyor Jesucrist. Al fin y al cabo, nuestros pueblos urbanos de la mar son los que han mantenido la llama de los días más sacros del calendario litúrgico de la Iglesia en las calles, de manera pública, en estas latitudes, lo cual tiene su gran mérito.

El Dr. Hussein Mones, catedrático de Estudios Hispánicos Al Andalus en la Universidad de El Cairo, afirma en su libro «Andalusia, Algarbia and Al Sharky», que a la llegada de Jaime I al Reino de Valencia, había 120.000 musulmanes, 65.000 cristianos (mozárabes) y 2.000 judíos. Y que Zayán al rendir Valencia al monarca aragonés  le dijo Zayan le dijo al rey cristiano: «En la ciudad de Valencia conviven musulmanes, gente noble de mi pueblo, junto con cristianos y judíos. Espero que sepa gobernarlos para que sigan viviendo con la misma armonía y para que trabajen esta noble tierra conjuntamente. Aquí durante mi reinado salían procesiones de Semana Santa y los cristianos profesaban su religión con toda libertad, dado que nuestro Corán reconoce a Cristo y a la Virgen. Espero que Vd. conceda el mismo trato a los musulmanes de Valencia».

En tiempos de la dominación islámica los valencianos de religión cristiana ya celebraban la Semana Santa, en la Basílica del Santo Sepulcro, frente al hoy Palau de la Generalitat , y en el Monasterio de sant Vicent de la Roqueta. Y salían a la calle a procesionar Jueves y Viernes Santo.

Aquellas procesiones penitenciales se mantuvieron, reforzándose en el siglo XVI,  a raíz del Concilio de Trento que mandó impulsarlas para reafirmar la fe católica en público como reafirmación propia en un período de eclosión del  protestantismo que criticaba este tipo de manifestaciones y vivir lo religioso. Las procesionales penitenciales de la ciudad decayeron y desaparecieron con las desamortizaciones, embates contra la Iglesia y las guerras, pero también por la falta de cuidado por parte de la clerecía, los pastores de la grey.

En los últimos años hay dos nobles intentos por parte de las parroquias de  san Juan del Hospital y san Nicolás de recuperar las que fueron famosas especialmente en el siglo XVI: Cofradía de la Soledad, Cofradía de la Santísima Trinidad, Cofradía de las Penas, Cofradía dela Sangre de Cristo, Cofradía de la Agonía, … Es delicioso leer las crónicas de Felipe de Gauna sobre aquellas procesiones contando múltiples detalles de cómo eran. Por ejemplo lo de la Agonía llevaban una “Litera muy grande con el huerto de Getsemaní con una imagen de Jesucristo arrodillado y tres apóstoles durmiendo, que portaban oficiales con sus ayudantes”.

En la conclusión, bueno recuperar lo histórico, lo tradicional, lo penitencial, pero cial, sin desmerecer, minusvalorar, ningunear o destruir lo que es genuinamente del pueblo llano creó, cuando la Iglesia oficial se ausentó de sus obligaciones y lo dejó sólo en la calle con su peculiar manera de vivir lo religioso. Paul Claudel, pensador católico francés, de esta manera de vivir la Resurrección, a ritmo de pasodoble,  nuestros pueblos de la mar, volvería a decir: “No importa cómo llamemos a Dios, si lo ponemos a nuestra altura”.

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