El poema de San Francisco de Asís que inspiró Laudato Si´ El Cántico de las Criaturas

El Cántico de las Criaturas
El Cántico de las Criaturas

"Estigmatizado, casi ciego, vive en la oscuridad casi como un ermitaño en San Damián en una celda hecha de esteras, llena de ratas que lo atormentaban día y noche y, según las crónicas, lo molestaban también durante la oración"

"En este estado imagina la conexión muy poderosa entre todos los seres vivos, la naturaleza, el cosmos. La red de redes"

"Además de dejar la Regla franciscana y su testamento, Francisco también confió a sus seguidores este poema inmortal, el Cántico, comprometiéndolos moralmente a cantarlo en todas partes y a difundirlo"

Cuando San Francisco compuso el Cántico -también llamado Cántico del Hermano Sol-, sintió que estaba llegando al final. 

Comenzó a trabajar en ello en los dos últimos años de su vida (1225-1226), ahora sentía que sus fuerzas fallaban, se encontraba en una condición física y personal de sufrimiento total. Estigmatizado, casi ciego, vive en la oscuridad casi como un ermitaño en San Damián en una celda hecha de esteras, llena de ratas que lo atormentaban día y noche y, según las crónicas, lo molestaban también durante la oración

En este estado imagina la conexión muy poderosa entre todos los seres vivos, la naturaleza, el cosmos. La red de redes. 

“Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas: en el cielo las has formado, luces preciosas y hermosas”. 

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San Francisco de Asís

San Francisco, el “Pequeño”, como lo llamaban sus compañeros, no es ciertamente como lo retrató Franco Zeffirelli en la hermosa “Hermano Sol, Hermana Luna”, con el fornido Graham Faulkner corriendo vigorosamente por los campos de amapolas, proyectando a este santo medieval como icono romántico y ligeramente brillante. 

En realidad, San Francisco era un hombre muy sufrido, tenazmente apegado a la creencia de que debía dejar a sus hermanos una visión mística y profética capaz de transmitir a sus contemporáneos la conexión entre el Creador y las criaturas, incluso las más pequeñas. 

Y no es precisamente un detalle sin importancia, dado que en ese período el mundo cristiano europeo estaba fuertemente marcado por la herejía cátara que se estaba popularizando y llevaba adelante la idea extremista de una naturaleza malvada, donde todo estaba en manos del diablo. 

Además de dejar la Regla franciscana y su testamento, Francisco también confió a sus seguidores este poema inmortal, el Cántico, comprometiéndolos moralmente a cantarlo en todas partes y a difundirlo. 

“Alabado seas mi Señor por la Hermana Agua, que es muy útil, humilde, preciosa y casta. Alabado seas mi Señor, por el Hermano Fuego, por quien iluminas la noche: y él es hermoso y juguetón y robusto y fuerte”. 

El italiano de los versos es evidentemente naciente. El autor utiliza deliberadamente la lengua vernácula precisamente para contrastar con el latín, que sigue siendo la lengua utilizada por los eruditos y la élite.

Él, en cambio, quiere seguir un hilo inmediato y sencillo, sin intermediarios, como si quisiera subrayar la urgencia de difundir de manera más eficaz el mensaje de fraternidad con el Todo. 

Porciúncula

El Canto expresa admiración por la belleza, fomenta las relaciones pacíficas, insta al perdón pero también a la aceptación del sufrimiento, que sigue siendo un terreno lleno de misterio. 

El Canto describe claramente la superación de la oposición medieval entre el mundo terrenal entendido como reino del mal y la realidad del otro mundo. 

San Francisco reconoció el signo del amor divino en todos los aspectos de la naturaleza (el sol, la luna, las estrellas, el viento, el agua, el fuego, la tierra), e incluso en las realidades más humildes e incluso dolorosas (por ejemplo la muerte). 

En aquella época, el amor a la naturaleza no era ciertamente el que cultivamos hoy tras la crisis climática, pues era visto como una realidad madrastra y hostil: bastaba muy poco para destruir el trabajo en los campos y arrojar a comunidades enteras a la pobreza. Sin embargo, San Francisco consigue introducir una perspectiva diferente. 

“Altísimo, Poderoso, Buen Señor” son los tres títulos que abren el poema, anticipando el misterio de Dios Creador que San Francisco contempla y predica: en el que se subraya que la espiritualidad cósmica y la espiritualidad cristiana no están en absoluto en contradicción y que San Francisco no hace más que retomar el hilo trazado por la Iglesia. Los Padres de la Iglesia también consideraron la unidad del mundo como un tema esencial

Incluso el tema de la muerte -"Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana la Muerte corporal, de la que ningún hombre viviente puede escapar"- aparece como acompañamiento a un fin natural ya que se inserta dentro de un Todo y hacia otra dimensión. 

El Canto es un canto de amor, porque el amor es inmortalidad, o mejor dicho, es sustancia divina. El Cántico de las Criaturas concluye con razón llamando a la muerte nuestra hermana, porque no es nuestra enemiga. La muerte no es lo opuesto a la vida, sino la puerta hacia la misma vida. 

San Francisco

Ciertamente, 800 años después, el mensaje del Canto de las Criaturas sigue inalterado y moderno, diciendo que todo el cosmos está dentro de nosotros, y que si experimentamos nuestra espiritualidad tenemos acceso a experiencias que nos conectan con lo divino, enseñándonos a elevarnos a nosotros mismos para alcanzar la visión, la salvación cristiana que se nos regala como don de belleza y de vida. 

El poema de San Francisco de Asís que inspiró Laudato Si´

“El Cántico de las criaturas”

Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te corresponden
y ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre.

Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
él es el día y por él nos alumbras;
y es bello y radiante con gran esplendor:
de ti. Altísimo, lleva significación.

Loado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas:
en el cielo las has formado
claras y preciosas y bellas.

Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.

Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
que es muy útil y humilde y preciosa y casta.

Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche:
y es bello y alegre y robusto y fuerte.

Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la madre tierra,
que nos sustenta y gobierna
y produce distintos frutos
con flores de colores y hierbas.

Loado seas, mi Señor,
por los que perdonan por tu amor
y sufren enfermedad y tribulación.
Bienaventurados aquellos que las sufren en paz,
pues por ti, Altísimo, coronados serán.

Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la muerte corporal
de la cual ningún hombre vivo puede escapar.
¡Ay de aquellos que morirán en pecado mortal!
Bienaventurados los que encontrará en tu santísima voluntad,
pues la muerte segunda no les hará mal.

Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad.

Cántico de las Criaturas
Cántico de las Criaturas

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