"Nosotros tenemos que unirnos a esa fiesta y no ser como este hijo mayor" "Qué hermosa esta parábola de Jesús, que nos muestra esa paciencia infinita de Dios nuestro Padre por el que ha caído en el mal"

El hijo pródigo
El hijo pródigo

"De un perseguidor de la primera comunidad de discípulos de Cristo, San Pablo se convierte en uno de los apóstoles más entregados, y que irradió el evangelio en todo el Medio Oriente"

"Dios Padre está esperando, como en la parábola del hijo pródigo, es ese padre amoroso, que siempre tenía la esperanza"

"Si Dios nos confió el mensaje de la reconciliación para que los pecadores vivan y digan su experiencia: 'Me levantaré y volveré a mi Padre', como el hijo pródigo"

¿Por qué ha de encenderse tu ira, Señor, contra este pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y vigorosa mano?

De esta manera, Moisés le reclama a Dios del castigo que está recibiendo. Se ha encendido la ira del Señor. ¿Y qué logra Moisés? Que estas adversidades y los males son ocasión propicia para tomar conciencia del pecado y así obtener el perdón y la paz, como logra Moisés.

Entonces, no tenemos que tener esa tristeza y esa pena como algo totalmente perdido, cuando veamos a un hermano, a un prójimo, que ha extraviado el camino del bien y ha entrado al camino del mal. Toquemos el corazón del otro, y en ese mal va a encontrar la tristeza, la angustia, pero va a ser ocasión para descubrir, como lo vemos luego en la parábola del hijo pródigo, que cuenta con Jesús.

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Parábola del hijo pródigo
Parábola del hijo pródigo

San Pablo también da otro elemento más para profundizar esa parábola del hijo pródigo, cuando da testimonio de la acción divina de la que él ha sido testigo, él ha sido beneficiado por la acción de Dios. Y por ello afirma: Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores. Cristo Jesús me perdonó para que yo fuera el primero en quien él manifestara toda su generosidad y sirviera yo de ejemplo.

De un perseguidor de la primera comunidad de discípulos de Cristo, San Pablo se convierte en uno de los apóstoles más entregados, y que irradió el evangelio en todo el Medio Oriente con comunidades vivas, porque dar testimonio de lo que Dios ha hecho en su vida a los demás; ésta es la manera de encender el amor a Dios nuestro Padre, porque vamos dándonos cuenta, poco a poco, de entre esas adversidades y ese camino del mal, que nuestro prójimo ha hecho, que de allí va a sacar bien, va a tocar el corazón del otro.

Dios Padre está esperando, como en la parábola del hijo pródigo, es ese padre amoroso, que siempre tenía la esperanza, y salía al campo para ver cuándo regresaba ese hijo suyo.

Por ello vemos lo que Jesús dice al inicio del evangelio de hoy, cuando habla de la oveja perdida: si una oveja se va del rebaño, hay que irla a encontrar, y cuando la encuentra se llena de alegría: “Alégrense conmigo porque ya encontré la oveja que se me había perdido.”

Este domingo la Palabra de Dios debe tocar fuertemente nuestro corazón: si nos portamos bien, para seguir haciéndolo con mayor convicción; y si por allí vemos en los demás el extravío, la maldad, no dejar de orar por él y dar testimonio de que tenemos la esperanza, de que vuelva por el camino del bien.

Qué hermosa esta parábola de Jesús, que nos muestra esa paciencia infinita de Dios nuestro Padre por el que ha caído en el mal. Y nosotros tenemos que unirnos a esa fiesta y no ser como este hijo mayor, que no quería entrar a la fiesta del regreso de su hermano, que había derrochado todo. ¿Qué sucede? El hermano mayor, que siempre se ha portado bien, se enoja, se llena de cólera porque dice: “Ese hijo tuyo derrochó todo y ahora le haces fiesta”. ¿Y qué es lo que le dice el padre a este hijo mayor? “Hijo, tú siempre estás conmigo. Todo lo mío es tuyo.”

¿Qué quieren decir estas palabras? Nunca debe de entrarnos esa tentación de decir: Ah, yo también me voy a portar mal como los demás. Para tener más dinero, para gastar más, para viajar más, para lo que fuere. Tenemos que aprender a vivir en ese amor, que Dios nos tiene para mantenernos siempre por el camino correcto. “Hijo mío, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo.”

Por eso venimos aquí cada domingo. Por eso participamos en la Eucaristía, para reforzar y fortalecer nuestro corazón en el amor, de quien nos ama, de Cristo que dió su vida por nosotros, y nos entregó al verdadero amor, por quien se vive: Dios Padre.

Y finalmente, si Dios nos confió el mensaje de la reconciliación para que los pecadores vivan y digan su experiencia: “Me levantaré y volveré a mi Padre”, como el hijo pródigo. También nosotros tengamos siempre en cuenta la esperanza de que alguien que anda por el camino del mal pueda decir un día: “Me levantaré e iré con mi Padre Dios.”

Pidamos así a nuestra Madre, María de Guadalupe. Para eso vino a nuestras tierras, para mostrarnos al verdadero Dios por quien se vive, que nos ama, nos espera y nos tiene prometida la herencia de la vida eterna en la casa del Padre.

Pongámonos de pie, miremos a ella, a nuestra madre, y abrámosle nuestro corazón de hijos:

Bendita seas, madre nuestra María de Guadalupe. Con gran confianza ponemos en tus manos al Papa León. Fortalécelo para que continúe llamando a la reconciliación y cesen los graves conflictos bélicos, especialmente en Tierra Santa y el Medio Oriente.

Padre, auxílianos para encender el fuego de nuestro corazón para reconocer nuestros errores y pecados, y podamos, como San Pablo, recuperar la paz interior,  para dar testimonio convincente del amor de Dios nuestro Padre.

Con tu ayuda y ejemplo podremos ser discípulos de tu Hijo Jesús, capaces de comprender al que ha caído y darle a conocer el gran amor de Dios, como lo manifiesta claramente hoy la parábola del hijo pródigo, quien fue recibido con alegría por su padre.

Todos los fieles aquí presentes este domingo nos encomendamos a ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María de Guadalupe! Amén.

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