RESUCITADO o lo que el cine no puede mostrar


“Resucitado” arriesga intentando presentar la historia jamás contada, la experiencia pascual de los discípulos en los encuentros tras la resurrección de Jesús. Desde el punto de vista apologético se sitúa en el corazón del cristianismo. Desde el punto de vista cinematográfico aborda la difícil cuestión de la representación del Resucitado. En ambos frentes la película no logra su objetivo. Como intento de mostrar a los alejados la experiencia pascual como fuente de radical novedad resulta simplista, no dejando de ser una narración dirigida directamente el público que ya es cristiano. En cuanto a la representación del Resucitado resulta superficial y kitsch. El arte, como no podía ser de otro modo, siempre ha tenido dificultades en este territorio misterioso. Poco aporta aquí este film, se limita a volver sobre el Jesús terrestre bajo un fondo de sol luminoso bastante hortera. El cine de factura cristiana debería aceptar los límites que únicamente se pueden traspasar sacramentalmente, procurando realizar una búsqueda menos explícita y más abierta del misterio de la persona de Jesucristo. Una nueva demostración que apología y representación no suelen caminar juntas.
Clavius (interesante Joseph Fiennes) es un tribuno romano, violento y ambicioso que aspira a alcanzar una posición en Roma. Poncio Pilato (Peter Firth) le ha encargado una investigación para encontrar el cuerpo desaparecido de Yeshua, el nazareno (Cliff Curtis) que según la versión judía ha sido arrebatado por sus seguidores. Acompañado por su lugarteniente Lucius (Tom Felton) enlaza con el grupo de los discípulos y tras ellos se ve implicado en las apariciones. Lo que empezó siendo una misión de control del orden terminó cambiando su vida.
Se trata de una producción de la división de SONY para películas cristianas (El cielo es real, La fuerza del honor, Soul Surfer). La dirección es de Kevin Reynolds un especialista en películas de aventuras (Robin Hood, el príncipe de los ladrones, Rapa Nui, Waterworld o La venganza del conde de Montecristo) que en este caso opta por aportar al género bíblico el componente de una intriga detectivesca.
Tras el gran éxito de La pasión de Cristo (2004) de Mel Gibson, este “Resucitado” de Reynolds se propone continuar la historia donde quedó. Eligiendo la forma narrativa de las representaciones fílmicas sobre Jesús ,presenta el acontecimiento pascual desde la perspectiva de un agnóstico que se enfrenta al misterio de alguien que ha vuelto a la vida. La opción apologética marca la narración. Un testigo externo, opuesto a la perspectiva de los discípulos, ha asistido a la muerte, ha empujado con sus manos la piedra de la sepultura y la ha mandado sellar. Sin embargo, comprueba más adelante como el sepulcro está vacío, llegando a tener en sus manos el sudario con su imagen plasmada. Su búsqueda, ahora ya personal, le llevará a participar de varios encuentros con el Resucitado hasta vivir el momento de la ascensión, que ya se representó en “La historia más grande jamás contada” (1965) de George Stevens y en formato infantil “El hombre que hacía milagros” (2000) Derek Hayes y Stanislav Sokolov.
En la estela del péplum tradicional, la realización es cuidada tanto en escenarios como en ambientación y vestuario. La música de inspiración judía acompaña correctamente el metraje. Sin embargo, la originalidad del enfoque en torno a la resurrección naufraga al desechar el poder de la metáfora y el símbolo.
La reducción de la resurrección a un hecho histórico extraordinario diluye la absoluta novedad de Cristo glorioso. La representación de Jesús con las marcas de la cruz y su aura luminosa es pobre significativamente. La simplificación de la experiencia pascual de los discípulos la convierte en una sorpresa entre psedomística y pánfila, no haciendo justicia a la dramática de los relatos de Emaús, del lago de Tiberíades o el encuentro con María Magdalena. El proceso de los personajes no atrae ni psicológica ni espiritualmente. La intriga es superficial y la narración convencional para la hondura de la pretensión de la cuestión que aborda.
La historia de las películas sobre Jesús, con alguna excepción, ha sido fílmicamente bastante pobre, teológicamente poco interesante y espiritualmente no especialmente inspirada. “Risen” de Kevin Reynolds al adentrarse en la experiencia pascual peca de pretenciosa y el resultado es prescindible. La larga serie de películas fallidas debería animar a los realizadores cristianos a reconocer los límites expresivos del cine, ya que al añadir al icono la narración, plantea nuevas exigencias a las que son propias de otras artes expresivas como la pintura o la escultura. Pero así mismo también debería ser una provocación para abrirse a nuevas posibilidades expresivas. No es este el caso.
Dentro del género bíblico popular es un producto interesante para un público con pocas exigencias. El punto de partida era arriesgado, con los pertrechos del género, centrarse en la experiencia pascual. El resultado se queda corto para los creyentes y para los no creyentes prácticamente sin atractivo. Menos mal que nos queda la liturgia, para unos y para otros.
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