Hablando de literatura

A mi las coplas me entusiasmaron de la primera a la última, las primeras por su solemnidad sobre la muerte y el pasar de la vida y las últimas por su dedicación a engrandecer la memoria de un completo desconocido, Don Rodrigo Manrique, del que sino es por su hijo poco se sabría de él. Recuerdo como leí en el libro de Lázaro Carreter y como nos explicaban en literatura que el valor principal de las coplas se centraba en las primeras y se desmerecían más las últimas. Tal vez todos recordéis:
[I]
Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte,
contemplando
cómo se passa la vida;
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el plazer;
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer;
cualquiere tiempo passado
fue mejor
[II]
Pues si vemos lo presente,
cómo en un punto s'es ido
e acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo non venido
por passado.
Non se engañe nadi, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues que todo ha de passar
por tal manera.
[III]
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
qu'es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.
Con esto empiezan las coplas. Pero acto seguido los académicos inician un ataque contra Manrique en su cuarta copla:
[IV]
Dexo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
non curo de sus ficciones
que traen yerbas secretas
sus sabores.
Aquél sólo m'encomiendo,
Aquél sólo invoco yo
de verdad,
que en este mundo viviendo,
el mundo non conoció
su deidad.
Manrique al iniciar su obra, renuncia a invocar o pedir inspiración a las musas o a personajes pasados de la literatura o de la historia. Práctica común en la literatura clásica. Manrique tan solo se encomienda a Jesucristo, pero en su coplas 27 y 28:
[XXVII]
En ventura Octaviano;
Julio César en vencer
y batallar;
en la virtud, Africano;
Aníbal en el saber
y trabajar;
en la bondad, un Trajano;
Tito en liberalidad
con alegría,
en su brazo, Aureliano;
Marco Atilio en la verdad
que prometía.
[XXVIII]
Antonio Pío en clemencia;
Marco Aurelio en igualdad
del semblante;
Adriano en elocuencia,
Teodosio en humanidad
y buen talante;
Aurelio Alejandro fue
en disciplina y rigor
de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el gran amor
de su tierra.
Menciona a grandes personajes del pasado, los utiliza por sus virtudes para describir a su padre. En esto a algunos académicos les da por ver una contradicción entre una idea seguida en la cuarta copla y la idea seguida en 27 y 28, al comparar Manrique a grandes personajes de la historia clásica de Roma con su padre. Creen ver en esto una invocación, para mi esto es una comparación, y de las más bonitas. Yo he leído Historia de Roma de Indro Montanelli, y he estudiado algo de historia antigüa, para mi estas coplas son las más hermosas. Las primeras serán sobrias pero las últimas son hermosas.
Lázaro Carreter anuncia en su libro de 3º de BUP de Anaya, con la idea de restar importancia las 16 últimas coplas de Manrique, que si cambiásemos el orden de las coplas, poniendo primero las 16 primeras y por último las 24 restantes, la obra de Manrique hubiera perdido mucho valor literario. La propuesta de Lázaro Carreter es ridícula, es como si a Cervantes le hubiese dado por escribir la segunda parte del quijote antes que la primera. El orden da mucho valor a ciertas obras literarias, y Manrique lo ha usado muy bien en mi opinión. Pero las 16 últimas coplas no son coplas peores que las otras, son la culminación de las 24 primeras, el objetivo que se ha marcado Manrique que es dignificar la muerte de su padre. Por ejemplo, Manrique reivindica en su copla:
[VI]
Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquel
que atendemos.
Aun aquel Hijo de Dios,
para subirnos al cielo,
descendió
a nacer acá entre nos,
y a morir en este suelo
do murió.
Reivindica las virtudes Cristianas las cuales en sus 16 últimas coplas las señala otorgándolas a su padre. Tal vez más virtudes de las que realmente tuvo. Incluso en las coplas de la 18 a la 22 explica Manrique la situación de Castilla con los reyes Juan II y Enrique IV (y sus respectivos herederos), y por quien tomó partido su padre:
[XXXIII]
Después de puesta la vida
tantas veces por su ley
al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero;
después de tanta hazaña
a que no puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa de Ocaña
vino la Muerte a llamar
a su puerta.
Aquí podemos ver su fidelidad por sus reyes verdaderos, Juan II, el infante Don Alfonso e Isabel la Católica. Con esto y más detalle, es posible dejar claro que las 24 primeras coplas son necesarias para dejar claro por quien toma partido Don Rodrigo y que clase de vida intentó llevar, la cual muchas veces se jugó por alcanzar las glorias efímeras y eternas de las que habla Manrique en sus primeras coplas. Es este un motivo que me sienta mal de los académicos como Lázaro Carreter, que aprecian más las primeras coplas por su sobriedad y sin embargo no muestran el aprecio por las últimas. Digo yo que hay que sentir también un poco lo que Jorge Manrique sentía por su padre y la importancia que tenía dignificar su persona.