Testigos de una iglesia viva frente a una industria petrolera agresiva León XIV declara 'venerables' a los religiosos Alejandro Labaka e Inés Arango, mártires por defender a los Tagaeri en Amazonia

Monseñor Alejandro Labaka y a la hermana Inés Arango fueron dos misioneros que murieron alanceados, como mártires por defender a los Tagaeri, un pueblo amazónico aislado que estaba amenazado por la expansión desenfrenada de una industria petrolera agresiva
Los dos eran franciscanos, él capuchino y ella terciaria capuchina. Ambos vivieron y entregaron su vida en un apartado rincón de nuestra selva ecuatoriana, en la provincia de Orellana, protegieron a las personas más vulnerables y excluidas
Alejandro e Inés, ahora venerables, nos siguen convocando, su ejemplo es una llamada a ser coherentes y a vivir plenamente nuestra fe, porque “no hay mayor amor que dar la vida por los amigos” (Juan, 15:13). #ComuniquemosEsperanza
Alejandro e Inés, ahora venerables, nos siguen convocando, su ejemplo es una llamada a ser coherentes y a vivir plenamente nuestra fe, porque “no hay mayor amor que dar la vida por los amigos” (Juan, 15:13). #ComuniquemosEsperanza
| Xabier Villaverde
El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social. De hecho, el deterioro del ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta…Los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre. (Papa Francisco, Laudato si n.48).
El 23 de mayo de 2025 en la Iglesia del Vicariato de Aguarico y del Ecuador, recibimos una gran noticia que nos llena de inmensa alegría: en Roma, el papa León XIV declaró como “venerables” a Mons. Alejandro Labaka y a la Hna. Inés Arango, misioneros que murieron alanceados, como mártires por defender a los Tagaeri, pueblo amazónico aislado, que estaba amenazado por la expansión desenfrenada de una industria petrolera agresiva. Esta proclamación reconococe que ambos vivieron y practicaron virtudes cristianas de forma heroica y representa un paso para su posible beatificación. Ahora pueden ser venerados en nuestra Iglesia ecuatoriana.
"El papa Francisco tomó como ejemplo a san Francisco de Asís. Mons. Alejandro como la Hna. Inés eran franciscanos, él capuchino y ella terciaria capuchina"
Esta declaración papal coincide con los 10 años de la encíclica Laudato si del papa Francisco, publicada el 24 de mayo de 2015, un hito muy importante, dedicada a la ecología, al cuidado de la "casa común" y de las personas, especialmente a los más pobres y excluidos, como los pueblos en aislamiento. El papa Francisco tomó como ejemplo a san Francisco de Asís. Mons. Alejandro como la Hna. Inés eran franciscanos, él capuchino y ella terciaria capuchina.

Ambos vivieron y entregaron su vida en un apartado rincón de nuestra selva ecuatoriana, en la provincia de Orellana, protegieron a las personas más vulnerables y excluidas, a esos pueblos a los que se invadía su territorio y se les aislaba, y se les consideraba una grave molestia para el desarrollo.
La frase de Alejandro: “si no vamos nosotros, les matan a ellos”, resume la conciencia del gravísimo riesgo que corrían estos pueblos. Esta situación les hizo “arriesgar su vida por el evangelio”. Su sacrificio llegó hasta el martirio el 21 de julio de 1987.
No fue un acontecimiento aislado en sus vidas, la totalidad de su existencia fue coherente con su entrega final. Alejandrodedicó gran parte de su misión pastoral a la defensa de los derechos de pueblos indígenas amazónicos e Inés asumió los mismos valores desde su incorporación al vicariato en 1977. Veían en las culturas y en la cosmovisión ancestral de esos pueblos las “semillas del Verbo” que Dios sembró en sus corazones desde el origen del mundo. Promovieron la evangelización y la defensa de los pueblos indígenas de la Amazonía, como lo han hecho a lo largo de los años otros muchos misioneros, y laicos de Aguarico.
Unían íntimamente el amor a las personas con el respeto y la veneración hacia la naturaleza esplendorosa de la selva, porque “no puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos… Si se desentiende de los pobres o se empeña en destruir a otro ser humano que le desagrada…Se requiere una preocupación por el ambiente unida al amor sincero hacia los seres humanos y a un constante compromiso ante los problemas de la sociedad” (Laudato si n. 91).
Reconociendo a estos grandes misioneros, Alejandro e Inés, cada año la Iglesia de Aguarico realiza en julio una peregrinación/caminata que sale desde Quito y otros lugares de la Amazonía hasta llegar al Coca, donde están sus tumbas. Es más que un recuerdo, es un compromiso por la vida, por los derechos de los pueblos, por la defensa de la casa común. Es admirable el número de jóvenes y personas adultas, que se unen y participan en este canto permanente, imagen de una iglesia viva, en camino, abierta a todos.
Alejandro e Inés, ahora venerables, nos siguen convocando, su ejemplo es una llamada a ser coherentes y a vivir plenamente nuestra fe, porque “no hay mayor amor que dar la vida por los amigos” (Juan, 15:13). #ComuniquemosEsperanza
Carta No. 291– Comisión Justicia y Paz

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