Obispo Crameri: "Hoy escucho un clamor grande por la paz y por la justicia social" En Ecuador, ¡vencer el miedo dando dignidad!

"En Ecuador como en otros países de América y del mundo se viven momentos de miedo e incertidumbre"

"El poder responde con una estrategia de 'guerra interna', que no ha logrado salidas. Antonio Crameri, obispo de Esmeraldas en un comunicado público dice: 'Hoy, en las lágrimas de este pueblo, … Escucho un clamor grande por la paz y por la justicia social…'"

"Como país estamos amenazados, vivimos sumidos en el miedo, el horror y el terror. La cultura del miedo está acabando con la solidaridad, al sentirnos atemorizados por todo lado, nos cerramos, cultivamos el individualismo"

"En este contexto, hacemos nuestro el pedido de monseñor Crameri"

“La paz comienza con cada uno de nosotros: con la forma que miramos a los demás, escuchamos a los demás y hablamos de los demás. Por lo tanto, cada uno debe evitar el orgullo y medir también su lenguaje, para poder avanzar en esperanza”. S.S. León XIV.

La dignidad es un valor inherente a cada persona, inalienable y no puede ser negada ni arrebatada. La Dignidad Humana, connatural a toda persona, sin ninguna exclusión, es el eje de la doctrina social derivada del Evangelio.

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El ser humano, mujeres y hombres, de cualquier raza o condición, virtuoso o perverso, sabio o ignorante, fue creado a imagen y semejanza por Dios, redimido por Jesucristo y adoptado en El cómo hijo de Dios. Fue concebido para que sea feliz y se realice plenamente junto con sus hermanos, las demás personas y con toda la creación. Para lograr su finalidad, los seres humanos debemos conquistar la libertad, para ello somos dotados de inteligencia, voluntad, corporeidad, emotividad y afectividad. Pero la esperada libertad no es algo dado, hecho sino más bien algo que se va haciendo, construyendo, conquistando día a día. Y para que sea auténtica, debe ser solidaria, generosa, austera, comunitaria.

Dibujo de 3 puños levantados como concepto de los derechos humanos

Alguien puede pensar que el proyecto de Dios tiene desde el principio una falla, haber dado a los humanos la capacidad de buscar ser libres, todo hubiese sido distinto si nos hacía “buenos”, sin capacidad de decidir, hechos exclusivamente para hacer el bien. Algún joven decía frente a esa posibilidad, “que aburrido vivir entre angelitos y uno mismo ser uno de ellos”. Dios nos creó con capacidad de equivocarnos y de rectificar el error; de siempre poder volver a comenzar.

Los seres humanos a lo largo de la historia de la humanidad: ¿cuántas veces han errado e incluso cometido en varias ocasiones crímenes de lesa humanidad? Sin embargo, grandes imperios, terribles déspotas y tiranos con el paso de los tiempos han sucumbido y desaparecido. Desde la experiencia de Jesucristo, la verdad, la justicia, la vida, la libertad sobreviven. Lo importante será que las víctimas actúen con eficacia sin perder la esperanza.

En Ecuador como en otros países de América y del mundo se viven momentos de miedo e incertidumbre. El poder responde con una estrategia de “guerra interna”, que no ha logrado salidas. Mons. Antonio Crameri, Obispo de Esmeraldas  en un comunicado público dice: “Hoy, en las lágrimas de este pueblo, … Escucho un clamor grande por la paz y por la justicia social. Se escucha en nuestras calles y plazas, en nuestros campos, ríos y mares que están teñidos de luto y silenciadas por el miedo, en el llanto de las familias que han perdido hijos e hijas, en el dolor de niñas y niños que buscan a sus padres, y en el clamor de una tierra fértil que solo ansía florecer en paz y que es constantemente arrasada por el extractivismo, la contaminación y promesas incumplidas…” (20-5-2025).

El miedo, la incertidumbre, la amenaza del criminal, secuestrador o sicario que atormentan sobre todo a las poblaciones más empobrecidas y reducidas a la casi indefensión completa, nos pone en riesgo de peores males como la indiferencia del resto, la percepción de que es una situación común-normal, o de convertirnos en un Estado represor y totalitario. 

Como país estamos amenazados, vivimos sumidos en el miedo, el horror y el terror. La cultura del miedo está acabando con la solidaridad, al sentirnos atemorizados por todo lado, nos cerramos, cultivamos el individualismo.

En éste contexto, hacemos nuestro el pedido de Mons. Crameri: “Pido que los puños cerrados por el odio y el resentimiento se abran para estrecharse las manos, que los gritos y llantos de dolor se transformen en memoriales de esperanza y  de no repetición. Que con el dolor y la sangre derramada broten vástagos de un futuro compartido de justicia social y esperanza, de paz y armonía”. #ComuniquemosEsperanza

*Carta No. 290– Comisión Justicia y Paz*

Mons. Antonio Crameri in visita alla Piccola Casa di Torino – Cottolengo

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