Domingo XIV Tiempo ordinario Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Pastores y parroquias compasivas

El reto de las comunidades parroquiales y de sus pastores están en el orden de la compasión del Buen Pastor. Hoy más que nunca nos toca aprender de Él, su modo de pensar, sentir y actuar. Volver a la Palabra y a la comunidad en torno a ella, abiertos a las necesidades vivas de nuestros hermanos.
| José Moreno Losada
Los nuevos sufrimientos de hoy
La realidad actual nos urge a desbrozar la novedad de lo que está aconteciendo en nuestro mundo y nos invita a aceptar el reto de saber responder con sabiduría al momento, con una buena lectura de los signos de los tiempos. Nos toca centrarnos en una visión del hoy que, precedida del análisis del cambio cultural, social y económico, nos ha llevado a una cuestión que es central y transversal por coherencia con el Evangelio: los nuevos sufrimientos de hoy.
La llamada e interpelación que la Iglesia recibe desde los que sufren en el mundo, en todas las dimensiones posibles que el dolor puede tener en el ser humano, y que hoy habita nuestras calles, nuestras plazas, escuelas y colegios, bares, diversiones, trabajos, carreteras, hospitales, universidades, cárceles, centros de discapacitados. No puede, ni debe haber programación pastoral parroquial -ni comunidad- que no esté hecha desde el dolor y las necesidades de los hombres de hoy si queremos ser fieles a la historia de la salvación.
Dejar que el dolor nos lleve al Cristo del Evangelio nos conduce sin barreras al Jesús buen samaritano, que fija la mirada con amor al joven del camino que quiere ser feliz, que no deja de sanar y consolar a todo enfermo y triste que le rodea, que siempre es buena noticia desde la bienaventuranza de la verdad, la vida, la justicia y el amor.
La fuente abierta salta hasta nosotros en el deseo de una Iglesia coherente con su fundamento y que se renueva queriendo ser buena samaritana, mirando con amor al mundo actual, dispuesta a perdonar, sanar, consolar y lanzarse a cada rincón para que todo hombre tenga sentido y pueda experimentar la justicia de Dios que le dota de esperanza e ilusión, aunque en su vida sea de noche o esté ciego.
¿Algo nuevo está brotando?
El deseo de esta Iglesia compasiva abre los ojos y nos ha hace confesar que algo nuevo está brotando y lo notamos. La parroquia desea ser habitable, acogedora, sanante, iluminadora, comunitaria, generosa, comprometida y las claves articulan el sueño de una comunidad parroquial novedosa y creativa en el quehacer de la diaconía, la koinonía, la liturgia y el anuncio evangelizador de una noticia que se hace luz del camino y de la vida, sin oscuridad ni retroceso. Entendemos que en la comunidad cristiana no debe permitirse momentos para la desesperanza y la frustración, aunque sin esperar nunca un éxito que no esté validado por ser un tesoro en el Cielo, donde nadie puede roerlo ni carcomer.
Ahí, el lenguaje se hace ensayo y concierto, más aún deseo vivo: acogida de familias, café y camilla en el encuentro, porche para compartir y seguir celebrando al salir del templo con el canto de la vida, jóvenes inquietos y protagonistas que saltan a modos nuevos de compromiso y transformación, presencia en los ambientes, centro de escucha para el dolor y el sufrimiento, sanación de los rotos en el matrimonio, en la familia, en el paro, en el fracaso escolar, en el sinsentido o la soledad, en la generosidad, al fin, de un pan partido y repartido entre todos cada día. Todo esperado y querido con la paciencia del Padre, la que nace de una compasión sin límites y de una misericordia realmente poderosa.
Un corazón traspasado de un amor que repara
Con el corazón a punto, los hermanos reflexionando sobre nuestro ministerio y acogiendo una llamada a la conversión que nos pide salir de la seguridad institucional, del quehacer de siempre ya agotado, del cansancio que huele a despedida y pasividad. ¿Para qué?, nos preguntaremos una y otra vez. Para adentrarnos en la novedad de que es posible nacer de nuevo como Nicodemo, y bañarnos en los sentimientos de Cristo, para ser pastores según su corazón, para poder tener como lema de todo nuestro quehacer y acompañar, en el ministerio en nuestras parroquias, aquél que definió para los primeros cristianos al pastor de la vida: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré; aprended de mí…mi yugo es llevadero y mi carga ligera". Y todo por un corazón traspasado de amor que repara y reconcilia, sanando y consolando, vivificando todo lo humano para que sea divino y alcance la felicidad, para que nos puedan identificar con "Aquél que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal".
José Moreno Losada. Vicario Parroquial de Ntra. Sra. De Guadalupe (Badajoz)