Paco Maya ¿Obispo?

PACO MAYA ¿OBISPO DE PLASENCIA?

Hace unos días RELIGION DIGITAL sacaba a la luz que en la terna presentada a Roma para el futuro obispo placentino figuraban dos sacerdotes de la diócesis de Mérida-Badajoz. Uno de ellos Jose María Gil, actual secretario de la Conferencia Episcopal Española, conocido en medios nacionales e internacionales, y otro Francisco Maya, actualmente sacerdote en la parroquia de Guadalupe de Badajoz, donde compartimos tarea. Él siempre ha estado en la diócesis de Mérida-Badajoz. Ya dije en un artículo anterior que no estaría nada mal que buenos productos eclesiales y ministeriales de nuestra tierra pudieran servir como pastores en nuestra propia iglesia Extremeña y me alegra que se suenen estos dos compañeros. También recuerdo cuando comenzó a sonar el nombre de Celso Morga para Badajoz.

El sentir de la gente

A partir de entonces forma parte de la conversación, en mi ámbito normal de vida, esta posibilidad episcopal para Paco y de ella hablan todos los que le conocen. Ayer en la parroquia todos comentaban el sabor agridulce de esa noticia, por una parte, la alegría de que Paco sea considerado para ese ministerio y el bien que puede hacer por esa iglesia, por otra el disgusto de perder un tesoro del que gozamos actualmente, como persona y como pastor. Así que la oración es sencilla por parte de su comunidad: que se haga la voluntad de Dios, si no se va, qué bien porque se queda, si se va, qué bien por la bondad y alegría que va a llevar a esa diócesis. Pero me hablan de él en la universidad, personas de la política local y regional, los compañeros sacerdotes, los trabajadores y responsables de cáritas diocesana, muchos profesionales. Y yo siento lo mismo que los demás miembros de la comunidad, ese sabor agradecido y tensional, deseando lo mejor para la Iglesia, aunque sea a coste de sacrificios para él como persona que tendría que mostrarse disponible para algo nuevo en lo que dar su vida en esta etapa sexagenaria de su existencia, y para los que lo tenemos cerca y gozamos de su estima, cariño y cercanía, a la vez que de su valía humana y pastoral.

No nos extraña nada

Pero la verdad es que no me extraña lo más mínimo que lo tengan en cuenta y que lo valoren para el ministerio episcopal. No porque lo desee o lo haya buscado, estoy completamente seguro de que no, sino por lo contrario porque es para mí un ejemplo de vivencia del ministerio sacerdotal con clave evangelizadora. Un hombre de iglesia y para la Iglesia, en medio del mundo, sabedor de lo pequeño, lo humilde y lo pobre. Experimentado en las claves de las bienaventuranzas y con el marco de las obras de misericordia como reto personal y comunitario.

Desde aquel seminarista, “patarro” de Segura de León, que se ponía colorado por cualquier cosa y que trabajó su timidez para ser un hombre, despojado de sí mismo, para ser de utilidad pública en la entrega, hasta la Vicaría general que ha servido durante unos años y la que ahora ejerce en la ciudad de Badajoz, desde la que ha coordinado y animado el reciente plan pastoral de nuestra iglesia diocesana. Todo este camino sin perder nunca la sencillez y la humildad, sino agrandándola según el ministerio le exigía más responsabilidad y le dotaba de más autoridad para ello.

Fiel a Dios y compasivo con los hermanos

Sus pasos han sido determinantes en dos direcciones, en lo que se refiere a Dios en la persona de Jesucristo y en lo que respecta a lo humano. Ha cuidado su perfección interior, desde el encuentro con el Evangelio, la formación teológica constante, la vivencia en equipo y comunitaria de su ser y hacer ministerial, con otros compañeros y con los laicos. En este sentido es un hombre de Dios y un experto en pastoral y eclesiología desde el quehacer en lo más básico como es la construcción y animación de una comunidad parroquial y su quehacer docente en los centros teológicos de nuestra diócesis. Siempre ha sido un referente de saber pastoral y eclesial.

Pero a esa verticalidad le complementa una horizontalidad humana, de corte cristológico, ser hermano de todos los hombres. Desde aquellos primeros pasos en la parroquia de San Juan Macías, junto a los jóvenes y sus inicios de comunidades cristianas vivas e inquietas, su paso por la comunidad de San Francisco de Asís, con espíritu realmente franciscano, viviendo la historia de las cuestas orinazas y su desaparición como un verdadero éxodo del pueblo y él con ellos. Para estar siempre enredado de corazón y alma con Cáritas, desde una clave de amor, compromiso y transformación verdaderos, poniendo a la persona como verdadero centro del quehacer eclesial. Desde ahí ha priorizado su cercanía a todos, especialmente a los más pobres y rotos, ha escuchado incansablemente de un modo anónimo y gratuito. Ha acompañado, querido, cuidado de los compañeros sacerdotes con esmero y ternura. Ha sido fiel a las misiones diocesanas que se le han encargado por los distintos pastores diocesanos, obediente y sincero. Se puede decir que es libre y respeta en la pluralidad y la unidad, nunca ha roto la caña cascada ni ha apagado el pabilo vacilante. Todo el proceso le ha hecho también ser dialogante y hombre de frontera con el mundo y sus dimensiones: políticas, sociales, culturales, de compromiso y voluntariado.

Aquel compromiso de ser fiel a Dios y compasivo con los hombres, que ha de ser la enseña de todo sacerdote secular, lo ha vivido a fondo y lo hace ser una persona capaz de realizar cualquier ministerio. Por eso no me extraña que la Iglesia a la hora de buscar un pastor para nuestra Iglesia extremeña mire a esta persona y se plantee la posibilidad de llamarlo para ello.

Acorde con el Espiritu del Papa Francisco

Considero que él puede ser un pastor de la iglesia como los que describe el Papa cada vez que se dirige a los obispos en cualquier lugar del mundo. Paco, está acorde con el tono marcado por el papa Francisco: un pastor que, en lo humano, se deje hacer por Dios a través de la realidad, en lo espiritual nos ayude a amasar el Evangelio y la vida para encontrar la Buena Noticia de la esperanza y la alegría –así las celebraciones estarán llenas de vida-, en lo pastoral nos invite a la corresponsabilidad ayudando a crecer a todos en el aporte a lo común para que el Reino avance, en lo social sea sensible a los que más sufren y necesitan -siendo su voz en medio del pueblo- y, en el trato, quiera a los fieles como suyos y se deje querer y ser algo propio de su pueblo.

José Moreno Losada.
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