Indignarse es bueno; es humano; es lo que atestigua que seguimos siendo personas; que tenemos unos valores que no estamos dispuestos a olvidar.
¿Cuantos mares debe navegar una paloma antes de que duerma en la arena?
¿Cuanto tiempo tienen que volar las balas de cañón antes de que sean prohibidas para siempre?
¿Cuantos años puede existir una montaña antes de que esté descolorida por el mar?
¿Cuantos años puede la gente existir antes de que se les sea permitida la libertad?
¿Cuantas veces un hombre puede volver la cabeza pretendiendo que él no ve?
La respuesta, mi amigo, está soplando en el viento. La respuesta está soplando en el viento
¿Cuantas veces un hombre debe alzar la vista antes de que pueda ver el cielo?
¿Cuantos oídos debe tener un hombre antes de que pueda escuchar a la gente llorar?
¿Cuantas muertes tendrán que pasar hasta que él sepa que mucha gente ha muerto?
La respuesta, mi amigo, esta soplando en el viento. La respuesta esta soplando en el viento
Blowin In The Wind ( Bob Dylan)
Tenemos motivos para estar indignados. Y motivos para alegrarnos de tener sensibilidad para detectar esos motivos. Más alegres aun si
no miramos para otro lado; si
nos implicamos para decir ¡basta! Y nos comprometemos para impulsar una regeneración ética que es tan necesaria.