¡Oh sdolor, oh dolor! Viernes Santo

A pesar de que esta vez la muerte anda suelta y los muertos a miles son testigos, los políticos, “tercos en sus pecados y laxos en sus propósitos”, sordos a los clamores de la Patria, ¡la angustia le roe el alma!, nada temen porque todo está sometido a su arbitrio, porque saben que el tiempo, el mejor amigo y peor enemigo, lo borrará todo, y porque tienen fe ciega en su astucia y en el encanto de su labia. El primer pacto que podrían hacer, tenebrosa y profunda unidad, es reducir el número de diputados, suprimir el Senado y renunciar a las dietas y paga de este mes, pero no sólo no renuncian a las dietas que no ganaron, sino que con insolencia y sin piedad proclaman a voz en grito que las cobrarán. El tiempo les negará la gloria, pero en nada tienen la gloria frente al dinero y el placer. Su corazón de pedernal deberían cambiarlo por entrañas piadosas para tener compasión. El pueblo es quien va a fallar, pero tiene paciencia y olvida pronto do vienen los golpes de la vida. Oí decir: “La casta es la peste”. ¡Oh Jesús!, seguramente hoy, Viernes Santo, nos es más fácil, que nunca antes, comprenderte.

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