Cada uno debe de hacer las cosas atendiendo a sus propios criterios, no a lo que los demás hacen o dejan de hacer. Todo lo contrario de lo que dicen y hacen los partidos políticos, las sociedades secretas y las sectas que tratan de imponer su ideología. Todos ellos acaban por adorarse a sí mismos. Todos esos profanadores de conciencias sólo tienen éxito entre gentes que aún no están al otro lado, en él de la libertad. Solo el pensamiento libre pasa por encima de los prados que no ofrecen a los rebaños más que miseria.