Aguís celebró la fiesta de Nuestra Señora del Rosario. Procesión y misa. “Parece que no hay gente en los pueblos, pero para festejar a Nuestra Señora, aparece gente de todas partes, sale de debajo de las piedras, dijo la gente antes y después de la celebración. En la procesión la gente va charlando, contándose cosas, escuchando la música: es una fiesta: como iría la gente que acompañó a Jesús en su entrada triunfal en Jerusalén en las vísperas de su pasión. La eucaristía fue seguida con devoción y silencio sepulcral. El sacerdote, en cinco minutos y como si estuviera charlando con los feligreses, pero con palabras y estilo propios de la predicación, sintetizó la esencia teológica y la exigencia existencial de la fiesta. Al momento de la comunión, el sacerdote la repartió acercándose a los bancos porque, por la iglesia de bote en bote, no se podían hacer filas d ida y vuelta al altar. A la salida, los primeros en querer partir tuvieron dificultades para poder hacer un agujero entre el enjambre de coches que llenaban la plaza porque la gente se quedó compartiendo impresiones, planes y buenos deseos.