"La Iglesia también trabaja por el bien de la sociedad" Juan José Omella: "Andamos flojos de vocaciones"

Lleva casi ocho años en la diócesis de La Calzada-Calahorra-Logroño y no ha perdido su trato afable y cercano. Juan José Omella vino de Aragón pero ya tiene su corazón compartido con todos los riojanos: «Sois buena gente», afirma. Dice también que la Iglesia "trabaja por la sociedad" en medio de la crisis, reconoce que la diócesis anda "floja de vocaciones" y alaba la generosidad y el espíritu de búsqueda de los jóvenes. "El corazón del joven sigue buscando la verdad y la Iglesia le está dando respuesta", asegura. Lo entrevista Benjamín Blanco en La Rioja.


-Hoy se celebra el Día de la Diócesis. ¿Habrá algún acto especial?

-Es una cosa muy sencilla. Hemos realizado a nivel nacional una campaña en los medios de comunicación recordando que es el Día de la Diócesis, lo que hace la Iglesia, que también trabaja por el bien de la sociedad e invitando a la gente a colaborar. Esto se recuerda en todas las homilías de nuestros sacerdotes, en todas las catequesis e invitando a la gente a participar en la colecta. La gente en La Rioja es, además, muy generosa.

-Este día es una jornada propicia para recordar la situación económica de la Iglesia. Este año sorprende que el déficit sea tan sólo de 6.000 euros, cuando en 2005, por ejemplo, fue de 3,2 millones de euros. ¿Habrá que santificar a los ecónomos?

- Sí, es el milagro de los ecónomos. Llevamos una política de mucha austeridad, el menor gasto posible e ir reduciendo los préstamos que tenemos con los bancos y que solicitamos sobre todo para las obras en los templos. El gran déficit venía por esta parte.

-A este ritmo el año que viene dejarán los números rojos.

- Ojalá pudiésemos, pero con la crisis que existe lo veo difícil. Nosotros seguiremos con nuestra política de austeridad. Este año, por ejemplo, no hemos subido los sueldos ni tan siquiera el IPC.

-Las iglesias están cada vez más vacías y los jóvenes, aunque pueda parecer lo contrario por la reciente Jornada Mundial de la Juventud, se identifican menos con el catolicismo. ¿Cómo valoran los obispos esta situación?

-Ciertamente es un tema complejo el de la participación y la adhesión. Pasa lo mismo con los mítines, que siempre se llenan pero luego la gente no vota a ese partido o no se asocia al partido. Yo creo que en general en nuestra sociedad se ha reducido el sentido del asociacionismo. La Iglesia, como se pudo comprobar en la JMJ, no es ajena a las preocupaciones de los jóvenes. Otra cosa es su adhesión total a todos los actos porque hoy los jóvenes viven muy disgregados y quieren estar en muchos sitios a la vez, pero quizás el corazón del joven sigue buscando la verdad, el sentido de su vida, y de alguna manera la Iglesia le está dando respuesta. Yo soy optimista y miro las cosas con paz, no me asusta, aunque estamos en la sociedad del usar y tirar, no son gente de hábitos. Son épocas y ciclos.

-¿La Iglesia puede dar alguna respuesta a esta situación?

-Puede hacer una llamada a todas las instituciones que de alguna manera trabajan en la transformación de la sociedad -políticos, maestros, educadores, la propia Iglesia- para enseñar cómo educar en valores, en ese valor de la persona responsable y seria y que trabaja por el bien de la sociedad. A mí, no obstante, me admiran otros valores de la juventud como por ejemplo la generosidad y la creatividad.

-¿Y cómo andan de vocaciones?

-Pues andamos flojos. En la actualidad tenemos en el seminario mayor a cuatro jóvenes y en el menor otros cuatro. No obstante, es un aumento del 200% porque el año pasado teníamos dos en el seminario mayor y dos en el menor. Esta es también una tarea difícil pero siempre trabajamos con la esperanza de que la siembra en algún momento dé otro resultado. También es bien cierto que la natalidad en la actualidad es muy baja y que el ambiente está más descristianizado y eso influye en el compromiso de los jóvenes.

-Acaba de venir de Francia (ha sido el representante de la Conferencia Episcopal Española en el Plenario de los obispos franceses). Los problemas serán comunes, ¿no?

-Sí, pero me llama la atención que allí por ejemplo los seminaristas vienen del mundo universitario y aquí no, aquí la tradición ha sido siempre la de pasar por el seminario menor, desde niños.

-¿Cómo se organizan estos jóvenes seminaristas?

-Entre semana están en Burgos, donde hay facultad de Teología y también seminario menor. Un fin de semana vienen aquí al seminario de Logroño y otro lo pasan con las familias. Los mayores van a colaborar en parroquias.

-La Iglesia está teniendo un papel fundamental entre aquellos que más lo necesitan en la crisis actual.

- La Iglesia es mucho más que misa dominical, casar a alguno o enterrar a los muertos. Ahí están Cáritas o Manos Unidas, que están haciendo una gran labor y que son Iglesia no una ONG como piensan muchos. No deja de sorprender la cantidad de gente conocida que recibe ayuda desde las parroquias para evitar que hagan fila, que es algo vergonzante para muchos.

-Ver la crisis a través de los rostros humanos le da otra dimensión...

-Sí, lo que ocurre es que hemos creado un nivel de necesidades tan alto que nos hace sufrir más.

-Usted fue nombrado obispo por Juan Pablo II. ¿Se nota mucho la diferencia con su sucesor, Benedicto XVI?

- Eran muy diferentes en el trato, en la relación. No obstante, aunque es alemán tiene un discurso fácil, que llega enseguida a la gente. Es un hombre de diálogo entre la fe y la cultura de hoy. Como curiosidad está el hecho de que pensábamos que tras la muerte de Juan Pablo II iba a disminuir el número de gente que va a la plaza del Vaticano a escucharle y, muy al contrario, ha aumentado.

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