El Día del Espíritu

El relato de la iglesia naciente siendo encendida de fuerza y aliento de dios durante la fiesta de pentecostés puede ser uno de los más cargados de motivos teológicos y contextuales entre los escritos de los evangelistas. Todo lo que se expresa en ese pasaje del libro de los Hechos de los Apóstoles tiene un enorme significado que puede ser determinante para comprender qué entendían los creyentes de las primeras generaciones cristianas cuando hablaban del espíritu de dios. Sabemos que no es una narración descriptiva, no intenta decirnos dónde y cuándo sucedió, ni cómo se percibe una experiencia semejante, ni siquiera trata de enseñarnos los detalles sobre un inicio puntual de la iglesia, aunque bien hacemos en celebrarlo así, porque es precisamente la posibilidad de la presencia de dios en medio de nosotros lo que le da sentido a la existencia de la comunidad cristiana.

Un dato que podría parecer menor puede darnos un punto de entrada a la búsqueda de lo que significan los distintos detalles literarios que nos ha dejado Lucas en este relato; la fecha de aquel inicio, de aquel detonante de la fuerza de la comunidad: La fiesta de Pentecostés. ¿Por qué Lucas a la hora de componer un texto sobre los primeros movimientos de la comunidad de los hermanos, movimientos que se centrarán primordialmente en los apóstoles Pedro y Pablo, aunque dando cierto breve protagonismo a personajes como Felipe o Esteban, elige precisamente la fiesta de Pentecostés, una fiesta judía, previa al cristianismo, como momento para representar el modo en el que dios se hizo presente en medio de todos tras la resurrección de Jesús?¿Qué tenía de especial esta fiesta para que decidiera ubicar precisamente allí ese acontecimiento simbólico tan determinante? y, lo más importante por supuesto, ¿qué tiene que ver con nosotros hoy, qué nos dice sobre ese dios que es aliento, fuerza, consuelo y libertad?

Cada una de las tradiciones que se llevaban a cabo en la fiesta pueden darnos una buena lección para nuestra manera de vivir el amor que tenemos con dios. Eran tres las celebraciones que se habían juntado en la misma fecha, la fiesta de las Semanas o Shavuot: La fiesta de la entrega de la Ley por parte de dios a Moisés en el monte Sinaí, la fiesta de las primicias de la cosecha, y la fiesta del Jubileo, lo que parece darnos un triple motivo y significado al primer componente del relato de Hechos 2 "Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar". Lucas da en el inicio una clave de interpretación del resto del texto, lo que va a suceder tiene que ver con esas 3 realidades tan judías y tan claves para el desarrollo del cristianismo posterior.

La Ley
Es muy importante que Lucas haya puesto el primer y definitivo impulso del Espíritu precisamente en la fecha en el que el pueblo Judío celebra haber recibido la Ley. La comunidad no recibe una Ley, recibe al Espíritu del Resucitado. Todo ese movimiento inicial de la iglesia naciente está marcado por esa diferencia. El camino cristiano no es un camino conforme a la Ley de Moisés, sino según el querer del Espíritu de Jesús. Y ese movimiento, a diferencia del causado por la Ley en el pueblo Judío: separación, distinción, distancia con los otros pueblos y culturas, lleva a la comunidad cristiana a la misión, a la aventura del viaje, a la inmersión en otras gentes y otras maneras de ser. Ya previamente había dicho Pablo que la ley produce esclavos mientras que el espíritu seres libres. Que la comunidad sea inspirada y encendida por el espíritu santo precisamente en la fiesta de Pentecostés es la manera como el Nuevo Testamento quiere decirnos que el cristianismo no es una experiencia legal, de minucias, casuísticas, de abstinencias y prohibiciones, sino de la bendita posibilidad de desplegar toda capacidad y talento para que Él haga su creación con nuestra complicidad.

Las Primicias
Es muy importante que Lucas haya situado el inicio de la comunidad cristiana en la fiesta en la que los Judíos celebraban la primera cosecha de trigo y otros frutos, y recordaban el mandato de las primicias que debían ser entregadas por medio de los sacerdotes a los levitas, los forasteros, las viudas y los huérfanos. El Deuteronomio había propuesto un sistema ordenado de solidaridad con un fundamento profundamente espiritual: reconocer que también en otro momento habían estado sin tierra, sin posibilidades, y por eso el primer fruto que les daba su cosecha era precisamente para aquellos que no tenían ni tierra ni opciones. Que la comunidad viva su primer detonante de unidad y espiritualidad en medio de aquella fiesta precisamente, es una señal inequívoca de que el camino de la solidaridad, del cuidado del otro, de la renuncia a "toda pretensión de propiedad absoluta" sobre las cosas materiales y una vida de apertura, desprendimiento y comunión en las cosas más cotidianas como los granos para hacer el pan, son la esencia de esa nueva manera de encontrarse con dios. De ser pueblo y hermanos en él. El espíritu santo se hace presente allí en donde una comunidad es capaz de vivir en tal comunión y solidaridad que no haya pobres en medio de ellos y nadie llame suyas a las cosas.

El Jubileo
Es muy importante que Lucas construya su narración de la gran manifestación del espíritu para lanzar hacia los confines de la tierra ese anuncio ambulante que fue la primera iglesia justo en la fiesta en la que el pueblo Judío recordaba -seguramente con cierto sonrojo- el mandato del Jubileo. La fiesta de las semanas se celebraba precisamente el primer día después de una "semana de semanas" y por eso su nombre. el día 50 se habían completado ya las 7 semanas y se recordaba ese mandato de que en Israel cada 7 años se debían perdonar todas las deudas, las culpas, las condenas, se debían devolver las tierras que habían sido compradas en casos de urgencia a quienes ya no podían recuperarlas, y se debía liberar a los esclavos -entre otras cosas- y todo eso no había sido plenamente cumplido nunca en Israel. Tanto así que de un mandato para cada 7 años pasó a ser un mandato para cada 50 años (primer año después de una semana de jubileos). Este mandato/fiesta de los Judíos era un llamado a poner en práctica la justicia y la misericordia sin distancias entre una y otra, restableciendo la capacidad de todos los israelitas para tener una vida digna, para cubrir sus necesidades y además tener un horizonte hacia el cual crecer. Que la comunidad sea inundada por la fuerza de dios precisamente en ese día, en el que se celebran esas cosas es determinante. La iglesia tendrá que ser una comunidad que contraste junto a los esquemas acaparadores e injustos del mundo que habita. La comunidad es una embajada del perdón, de la libertad, de la recuperación de lo perdido para todos aquellos que necesitan perdón, para todos aquellos que han dejado empeñada su libertad y para todos aquellos que a lo largo de su vida, algo valioso y esencial de ella han perdido.¿Cuál otra sería su misión si su origen está estrechamente ligado a la experiencia de un Espíritu evidentemente Jubilar, un Espíritu que es el Amor hecho acción, un Amor que somos nosotros?

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Hace 25 años inicié mi camino de Fe en la espiritualidad de la renovación carismática católica que pronto celebra su Jubileo de Oro, quiera dios que su espíritu encienda en cada persona que ha vivido aquella espiritualidad y ha bebido de ella el deseo de ser un recordatorio permanente para los creyentes, de aquello de "donde está el espíritu de dios, ¡allí hay libertad!".
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