Cincuenta años. ¿Un nuevo Concilio?

El próximo 25 de enero se cumplirán 50 años desde que Juan XXIII anunciara, por sorpresa, la convocatoria de un Concilio Ecuménico, el que a la postre sería conocido como Concilio Vaticano II y que trasladó a la Iglesia, de una tacada, del siglo XVI al XX. La llamada del "Papa bueno" fue un soplo de esperanza, una llama de ilusión. Y sus resultados consiguieron, en buena medida, lo que se propusieron. Aunque, cincuenta años después, algunos de ellos se hayan ido olvidando, o posponiendo, como los bañadores en el armario durante el invierno. Y comienza a hacer frío en nuestra Iglesia.

Alguien me decía, todavía en Roma, pocos días después de la elección de Benedicto XVI, que "este Papa nos dará muchas sorpresas". Al contrario de lo que muchos opinan, yo continúo sosteniendo esta tesis. Es más: creo que en breve podremos tener noticias relativas al diálogo ecuménico, el compromiso social de la Iglesia y el levantamiento de alguna excomunión que iba camino de convertirse en histórica. También, cómo no, estamos asistiendo a un progresivo cambio en la liturgia y en un nuevo modelo de trabajo de la Curia romana.

No digo yo que todos los cambios sean de mi agrado -que no lo son, y como cristiano tengo todo el derecho a esta o no de acuerdo con determinadas decisiones-, pero no puedo negar que este Papa, que no es tan viajero como el anterior, sí que está cambiando la faz "ad intra" de la Iglesia. Para bien o para mal, ya lo dirá el tiempo.

"Este Papa nos dará muchas sorpresas". ¿Se imaginan? Sí que sería un sorpresón. Un Concilio para afrontar los nuevos desafíos de la evangelización en un mundo globalizado, con amenazas impensables hace 50 años, como el terrorismo global, el conocimiento de las hambrunas y el SIDA; la responsabilidad ineludible de los cristianos en la consecución de la paz, la igualdad y la solidaridad entre todos los seres humanos; y la coexistencia pacífica de las religiones, el papel de la religión frente a un mundo cada vez más laico. La entrada de los laicos en el "equipo de Gobierno" de la Santa Sede. Estoy soñando en voz alta. Lo sé. ¿Pero lo imaginan? Pues háganlo. Que no hace mal a nadie.

baronrampante@hotmail.es

PD: Os vuelvo a pedir que oréis por Andrés. Esta noche lo han ingresado en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Por lo visto, tiene una pequeña malformación que le impide respirar. Probablemente a esta hora le estén operando. Y acordaos de Vane y Andrés, sus padres. Que no saben qué hacer. Nosotros, la verdad, tampoco. Más allá de orar. Que ya es mucho.
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