En misa con los lefebvrianos

¿Han tenido ustedes alguna vez la sensación de viajar en el tiempo? A mí me ha sucedido esta mañana. He tenido la ocasión de participar en la Eucaristía que la Fraternidad de San Pío X (los lefebvrianos) celebra en la parroquia de Santiago Apóstol en Madrid, cerca de la Avenida de Barcelona, y les aseguro que el experimento ha sido, cuando menos, impactante.

Pertenezco a la generación del 76, cuando las misas en latín, y de espaldas al pueblo, y sin participación de los fieles, y sin el ofertorio, las peticiones o la paz, con las mujeres tocadas con mantilla y la comunión en orden, de rodillas y, por supuesto, sin posibilidad de tomarla en la mano, habían desaparecido. Y, después de participar en esta Eucaristía, entiendo por qué.

Ha sido una ceremonia triste, aburrida, excesivamente larga. Y donde, eso sí, las ideas estaban muy claras. La Iglesia "oficial", la del Concilio, "ha abandonado la doctrina de Cristo" y se ha aliado con "el mundo ateo". Mientras que ellos son los encargados, como "auténticos católicos" de denunciar a los "falsos profetas" (la verdad es que el Evangelio de hoy venía al pelo) y enseñar la "doctrina perenne de la Iglesia".

Durante siglos, la liturgia en la Iglesia siguió los dictados de este tipo de celebraciones. Que son absolutamente respetables y válidas para quienes busquen este modo de vivir su fe. Al igual que las otras opciones, más alegres, más vividas desde mi punto de vista. El problema está, como siempre, cuando algunos tratan de impartir carnets de católicos auténticos cien por cien.

Sí viví una sensación un tanto molesta: la de no sentirme parte de la celebración. Tendré que hacérmelo mirar... o volver a viajar al presente. A ver si encuentro a Cristo entre la gente.

baronrampante@hotmail.es
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