La influencia de pueblos y culturas de Mesopotamia en la Biblia hebrea

(18-07-2019. 1074)

Mesopotamia - Ramis
Escribe Antonio Piñero.

Sobre el libro de Francesc Ramis Darder, Mesopotamia y el Antiguo Testamento, 2019. 238 pp.

Acaba de publicar la editorial Verbo Divino un volumen que me parece que puede eliminar ciertos dolores de cabeza de muchas personas interesadas no solo por el Antiguo Testamento (mejor expresado por el sintagma Biblia hebrea, que es políticamente más correcto respecto a los judíos), sino por poner orden al gran barullo mental que nos produce la historia de esa región, muy pequeña por cierto, donde se congregaron pueblos diversos, lenguas diferentes, culturas variadas, dinastías con reyes de nombres raros: sumerios, acadios, babilonios, neoacadios, neobabilonios, casitas y persas, donde intervinieron otros pueblos cercanos como los hititas de Anatolias y los hurritas de Mitanni… ¡Qué jaleo! ¡Qué enorme confusión de elamitas, casitas asirios y babilonios en una misma zona geográfica! Imposible de retener ordenadamente en la memoria sin confundirse a menudo y groseramente.

Pues bien, este libro pone orden y concierto en todo este magma…, a menudo confuso pero interesantísimo a la vez y siempre, porque esa región –regada por el Tigris y el Éufrates y su afluentes – es la cuna de la civilización que luego se extiende a Occidente, y el humus donde crecieron tantas historias míticas, que tienen acogida en la Biblia y que tanto han repercutido en nuestro imaginario religioso. El eco cultural de Mesopotamia es enorme en la literatura y en la religión de los hebreos y, por tanto en el cristianismo. Los mitos, o símbolos religiosos, que han sido moldeados, o se ven afectados por la cultura que nació en esa religión son muy importantes: el origen del universo, el modo cómo lo entendemos o nos lo imaginamos, (la cosmología), el origen del ser humano, la historia y genealogía de personajes bíblicos de los inicios, el pecado original, el diluvio, la confusión de las lenguas, la legislación bíblica, el mundo de los profetas…

No nos extrañemos de hablar de mitos y leyendas recogidas por la Biblia, porque también Platón los emplea cuando hay ciertos ámbitos de la vida mental-religiosa que se iluminan mejor con historias y leyendas que con sesudas definiciones de talante filosófico. Este carácter de las imágenes, conceptos y manifestaciones religiosas sobre Dios es absolutamente necesario, si se cae en la cuenta de que, por principio, la divinidad es lo esencialmente otro y, en principio también, incomunicable. En estricta puridad no podemos hablar de lo inefablemente Otro si no es a base de símbolos, analogías, leyendas y mitos. Afirma el jesuita Roger Haight:

“El movimiento de todo pensamiento teológico desde abajo hacia Dios procede sobre la base de la experiencia religiosa y del lenguaje simbólico. El carácter simbólico de todas las imágenes, conceptos y manifestaciones religiosas sobre Dios tiene una inmensa importancia… que queda realzada en el grado en el que se la ignora… Se podría decir que el lenguaje religioso es simbólico, metafórico, analógico y basado en modelos; cada uno de estos marcos de referencia permite reconocer que el objeto del lenguaje religioso es trascendente y no está disponible de modo inmediato. Tal lenguaje, por tanto, no es el trasunto de una representación objetiva, no es referencial de modo inmediato, o lógicamente descriptivo o demostrativo en su referencia. El lenguaje religioso tiene siempre una estructura metafórica, porque su referente, Dios, se concibe siempre implícitamente ‘como’, como algo vehiculado por el lenguaje ordinario sobre objetos intramundanos. Este lenguaje es simbólico y análogo porque su objeto trascendente es similar y diferente al mismo tiempo a su análogo finito y simbólico. Tal símbolo, por tanto, apunta hacia lo trascendente, que está fuera de sí, y lo hace presente para que el ser humano pueda encontrarse con él” (Jesús, símbolo de Dios, Madrid, Trotta, cap. 16, “La Trinidad”).

El autor del libro que hoy presentamos, Francesc Ramis, se siente heredero de otros trabajos en lengua hispana sobre Mesopotamia y a Biblia hebrea como el de Maximiliano García Cordero (Biblia y legado del antiguo Oriente, de 1977, Madrid, B.A.C.) y el de Joaquín González Echegaray (La Biblia y el Creciente fértil, de 1990, editorial Verbo Divino). Nuestro autor pretende, a la vez que expone la historia de Mesopotamia y su literatura, explicar con sencillez y claridad cómo han influido la historia y su literatura en las narraciones bíblicas. El pensamiento religioso de Sumeria, Acadia y Babilonia, y Persia / Mesopotamia moldeó profundamente la teología del Antiguo Testamento basada en narraciones legendarias y mitos que no eran originariamente de Israel, pero que el pueblo hebreo supo personalizar y delinear con más precisión dentro de una teología que apunta decididamente al monoteísmo desde al menos el siglo VIII a. C.

Seguiremos comentando algunos aspectos notables de este libro.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html  

Volver arriba