¿Hay acceso a Dios? González Faus



Prólogo

Dios es la más abrumadora de todas las palabras humanas. Ninguna ha sido tan ensuciada, tan desgarrada. Precisamente por eso no puedo renunciar a ella. Generaciones de hombres ha descargado sobre esa palabra el peso de sus vidas angustiadas y la han abatido hasta dar con ella en el suelo

¿Dónde podría encontrar una palabra parecida para expresar lo suprmeo? Si eligiera el concepto más puro y resplandeciente de la recóndita cámara de los tesoros de los filósofos, sólo podría recoger en él una imagen conceptual sin compromiso, pero no la presencia de aquél a quien las generaciones humanas han venerado o humillado con sus pavorosas vidas y muertes...Aquel a quien aluden las generaciones de los hombres que con tormentos infernales golpean las puertas del cielo...dibujan
caricaturas y escriben debajo "Dios".

Pero cuando todo desvarío y todo engaño se desvanecen, cuando se enfrentan a él en la aislada oscuridad y ya no dicen "él,él", sino que suspiran tú tú, cuando gritan "tú", cuando todos ellos dicen esa misma palabra y añaden luego "Dios"¿no es el verdadero Dios aquél a quien invocan, el único Viviente, el Dios de los hijos de los hombres?¿No es Él acaso el que escucha y presta oído atento? Y sólo por eso ¿no es la palabra Dios, la palabra de la invocación, la palabra convertida en nombre consagrado para siempre en todos los idiomas humanos?

Debemos estimar a los que la evitan porque se revelan contra la injusticia y la arbitrariedad, tan prontamente remitidas a Dios en busca de su autorización. Pero no podemos renunciar a ella...No podemos limpiar la palabra Dios y devolverle su integridad. Pero sí podemos, manchada y desgarrada como está, alzar esa palabra del suelo y enarbolarla sobre una hora de máxima zozobra.

Martín Buber, Eclipse de Dios, Buenos Aires 1984
pags 13-14.
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1. Hay Acceso a Dios? ¿Hasta Dónde?

Se ha comentado con frecuencia que Santo Tomás no habla
de "pruebas" de la existencia de Dios, sino de "vías".
Un camino no es una demostración: ésta conquista y
atrapa la meta que quiere demostrar. La vía, en
cambio, señala una orientación y una meta, pero no
garantiza la plena llegada a ella.

Por otro lado, al menos desde una óptica cristiana, si Dios fuera "demostrado" dejaría de ser Dios y se convertiría en un ídolo capaz de ser dominado por el hombre: creer que Dios exis
te sería entonces tan contradictorio como "creer" en el teorema de Pitágoras. Eso se sabe pero no se cree.

La fuerza de las cinco vías de Tomás no radica sólo en su ar-
gumentación sino en su multiplicidad: ésta sugiere que hay bas-
tantes caminos que apuntan en una misma dirección, lo que en
la estructura del conocimiento humano es un indicio razonable de credibilidad. No obstante, Tomás se queda corto en este pun-
to: porque sus vías son todas de carácter intelectual, y, como
trtaremos ahora de exponer, quizás podemos buscar o apuntar a Dios por otras vías que no son filosóficas: la estética, la mís
tica, la ética, la misma ciencia ¿descubren también senderos que señalan y orientan en la dirección de "eso que llamamos Dios? Si fuese así, la acumulación de indicios antes citada se
vuelve aún mayor.

Sin embargo, ni aun así podríamos hablar de una manifestación de Dios: no sólo porque entonces, como acabo de decir, Dios dejaría de ser Dios, sino además porque la mera existencia del mal(de un mal con las desorbitadas dimensiones que experimenta
mos en nuetras vidas), cuestionan seriamente la existencia de Dios. De tal modo que si nuestros argumentos racionales fueran
verdaderas "demostraciones", podrían llevarnos lógicamente a la afirmación de un Dios malo o, al menos, a profesar un mani-
queísmo que admite la existencia de dos dioses enfrentados.

En Dios sólo se puede creer. Lo que no quiere decir que esa fe sea irracional o infundada. Quizás hay serios indicios en
todas las dimensiones de nuestro ser humano que apuntan en esa
dirección. Es por estas "vías" por donde debemos comenzar. Y ya que le robamos la palabra a Tomás de Aquino, respetaremos
su número y hablaremos de otras cinco vías.

1.1. Ciencia

Dios no es una pregunta ni un problema cosmológico. El Dios al que podrían llegar las ciencias daría una explicación sobre el universo. Pero ese no es el sentido de la pregunta humana por Dios.

Por otro lado, y a pesar del fundamentalismo ateo de algunos científicos de última hora, la ciencia no tiene una respuesta uniforme a la pregunta por Dios. Ni pueden decir las ciencias
cómo y por qué empieza eso del Big Bang: de dónde apareció esa
concentación casi infinita de energía que produjo la gran ex-
plosión, ni qué había antes. Incluso es inexacta la palabra "antes", porque con el Big Bang no sólo aparecieron la masa y
la energía sino el tiempo mismo y el espacio.

Últimamente ha tenido resonancia el cambio de opinión de Antony Flew, uno de esos apostoles ateos que antaño citaba con empeño la conocida parábola(de John Wisdom)del "jardinero invisible": dos amigos se encuentran con un jardín y uno de ellos deduce que tiene que haber un jardinero que lo cuide. Lo buscan, lo esperan noche y día y el jardinero nunca aparece.

Al final, cansados ya de tanta espera, el otro argumenta: ¿qué
queda de tu aserto original?...Un jardinero invisible, intan-
gible y eternamente evasivo ¿en qué se diferencia de un jar- dinero imaginario o incluso de que no exista ninguno? Pues a sus ochenta y un años, el que fuera "el ateo más famoso del mundo", publica un libro titulado Dios existe en donde declara que como científico, ha tenido que rendirse a la fuerza de los datos y proclama la existencia de Dios(Dios existe Ed Trotta 2012

Ver: JI. González Faus. Cristianisme i Justicia, N. 190 2014
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