¿Hay acceso a Dios? JI. González Faus



1. ¿Hay Acceso a Dios? ¿Hasta Dónde?

3. El Dios Cristiano

3.3.significado humano
de la existencia de Dios

(Cont., Viene del día 1)

3.5. En conclusión

Así aparece la necesidad de un lenguaje sobre Dios constantemente dialéctico. Nicolás de Cusa lo expresaba definiendo a Dios como la "armonía de contrarios". Mucho antes que él, en el siglo II, Ireneo de Lyón explicaba que aquello que no podemos decir de Dios por su Grandeza, resulta que podemos decir por su Amor que es tan incomprensible como su Majestad(AH IV 20)

Y quizá lo anterior marque la necesidad en que se encuentra hoy el cristianismo de pasar de ser "una religión doctrinal" a ser una fe mistérica. Porque el lenguaje, por imprescindible que sea será siempre impotente para expresar a Dios: sólo puede aspirar a decir "mentiras más pequeñas", no verdades más grandes(DS 806).

3.6. Algunas consecuencias
3.6.1. Las religiones de la tierra

Lo antecedente ilustra el enorme peligro(por no decir falsedad) del eslogan puesto en circulación desde un irenismo cómodo, ante el problema de las religiones de la tierra:"Dios une, Cristo separa". De entrada, ¿no deberíamos comenzar reconociendo humildemente que Dios es lo que nos separa porque, como escribiera Bonhoeffer "el Dios revelado en Jesús pone del revés todo lo que el hombre religioso espera de Dios?".

Hoy las religiones podrán concluir en la búsqueda honrada, pero no en la afirmación de Dios. Quizá en la experiencia de Dios pero no en la doctrina sobre Él. Ya Pablo temía que el celo por Dios impida el escándalo de la fe en el Crucificado.

En cambio, Jesús de Nazaret como hombre podría unir las religiones porque su oferta es una oferta de plena humanización("pescar hombres")más allá de que se crea o no en su divinidad. Recordemos la obseravación de S.Weil: "no es por la forma en que un hombre hable de Dios, sino por la forma en que habla de las cosas terrenas como se puede discernir si su alma ha permanecido en el fuego del amor de Dios."


3.6.2. La visión del mundo

También creo que lo antedicho ayuda a comprender las distintas visiones de la realidad que se originan según la noción que se tenga de Dios.

a) Para Oriente el mundo real carece de identidad o de realidad verdadera: es pura apariencia, pura mentira. Tiene la misma realidad que las cosas que percibimos cuando soñamos y que allí nos parecen muy reales.

b) Para muchas culturas sudamericanas, en el extremo opuesto del planeta, la realidad, en cambio, es sagrada y fuente de nuestra subsistencia: merece por eso un respeto absoluto como madre tierra(Pachamama) o como "Padre Sol". En ambas visiones no cabe progreso alguno y las cosas están bien como están: en un caso porque todo es engaño y en el otro porque todo merece un respeto que lo vuelve intocable.

c) Quizá entonces no sea casualidad que la idea del progreso naciera en el mundo cristiano situado en medio de los otros dos (tanto geografica como ideológicamente). Desde la idea de creación, esta realidad tiene suficiente consistencia, pero una consistencia recibida. No debe ser entonces despreciada como inútil, ni utilizada como propia. Pero esta valoración de lo real necesita absolutamente tanto de la relativización oriental como del respeto de nuestra Amerindia occidental. Separada de ella, la realidad se convertirá (¡se ha convertido ya!) en presa y el pro greso en asesino.

He ahí el drama de nuestra Modernidad: el hombre niega a Dios y pasa a sentirse no administrador sino propietario único y absoluto de la realidad. El progreso se corrompe entonces, como ya avisaron W. Benjamín y S.Weil entre otros muchos. El hombre destroza la tierra y el miedo hace nacer lógicas añoranzas por posturas orientales o sudamericanas.

Ver: JI. González Faus. Cristianisme i Justicia, N. 190 2014
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