Dios es comunión, no monarquía sagrada (contra los reyes cristianos).

(a) El Dios Monarca celeste de las religiones imperiales se revelaba en el mundo a través de “un rey” o emperador sagrado.
(b) El Dios cristiano es Trinidad; por eso, el representante de Dios en el mundo no puede ser un individuo (un monarca sagrado), sino una comunidad.
(c) Por eso, las diversas formas de monarquía sagrada (política a religiosa, de emperadores o papas) van en el fondo en contra del Dios cristiano.
Éste es en resumen uno de los temas básicos de la historia cristiana (mundial) y así quiero plantearlo de un modo introductoria y crítico en lo que sigue.
Temas de fondo. Las monarquías sagradas.
En gran parte de los imperios mundiales de la antigüedad, el emperador o su equivalente ha venido a presentarse como signo de Dios. Hay un Dios en el cielo, por eso debe haber en el mundo un “monarca”, un rey sagrado, que sea signo de Dios. Así encontramos desde antiguo unos “monarcas sagrados”. Dios aparece “representado” en el mundo por un Rey (Faraón, Emperador, Inca), que suele ser masculino (patriarcalista), guerrero victorioso.
En Egipto y en Roma
En China y Japón
En Perú y el antiguo México
Por eso, en esas religiones y cultura, Dios se identifica con el poder… Y la virtud suprema de los hombres es la obediencia o sumisión sagrada, para que sólo Dos “impere”, par que se mantenga el orden de la realidad.
La novedad cristiana: No hay un monarca sagrado. El poder cristiano.
Pero el Dios Padre cristiano no es un “Rey” en el sentido de monarca celeste… Ni Jesús, su representante, vino a tomar el poder y hacerse faraón o emperador. Dios es Padre-engendrador; Cristo es hermano, amigo… Lo divino es “trinidad” comunión de amor. Así puede formularse un tema teológico y político muy importante, que se desarrollo en el ámbito de la cultura germana (del norte de Europa) en los años 20 y treinta del siglo del siglo XX. En aquel contexto se dieron (o pudieron darse) tres posturas principales:
1. C. Schmitt defendía una postura imperial. Jesús anunció el Reino…, pero el Reino de Dios no llegó… y por eso siguieron siendo necesarios los reyes “políticos (con un tipo de aval sagrado). Así puede resumirse el argumento de Schmitt, uno de los mayores tratadistas políticos de Alemania, cuyas obras han seguido influyendo en la cultura posterior (a pesar de la caída del régimen nazi con el que coqueteó). El Reino de Jesús no llegó, por eso fue necesario fundamentar de nuevo la política en visiones religiosas más o menos vinculadas con el cristianismo. En ese contexto se puede hablar de una “soberanía cristiana” de los monarcas o de los dirigentes políticos. Su postura aparece, por ejemplo en: Teología política. Cuatro capítulos para una doctrina de la soberanía, en: Estudios políticos, Madrid: Ed. Doncel 1975, (Primera edición alemana en 1922).
2. Erik Peterson decía también que no llegó el reino político de Jesús; pero eso no fue ningún tipo de fracaso, sino que se funda en el hecho de que Dios se manifestó como Trinidad, es decir, como comunión creadora de vida y no como “monarquía” poderosa. Eso significa que el emperador (monarca) como tal no puede ser signo de Dios, porque Dios no es monarca, sino Padre-Hijo-Espíritu Santo.. Así lo mostró en «El Monoteísmo como problema político», Editorial Trotta, Madrid, 1999 (primera edición alemana en 1935. Sólo se puede hablar de un “reino de Dios” en plano litúrgico, vinculado a la alabanza de los ángeles, como lo indica su trabajo “ Sobre los ángeles”, en Tratados teológicos, Cristiandad, Madrid, 1966, 166-193]. Según eso, el signo del Dios Trinitario en el mundo no puede ser un monarca, un poder que se impone, sino la comunidad de los creyentes.
3. Postura católica tradicional: las monarquías sagradas… En contra de lo que dice Peterson gran parte de la Iglesia cristiana, tanto en oriente como en occidente sacralizó desde el poder de Dios y desde la majestad de Cristo la autoridad de los emperadores y de los reyes… aunque nunca los consideró como signos únicos de Dios. Por eso, junto al poder divino de los reyes se puso siempre el poder de los sacerdotes (teoría de los dos poderes). Así se llegó de alguna manera, tras la lucha de las investiduras (siglo XI-XII) a la dualidad de poderes que se equilibran (el emperador y el papa). Pero ese tema de la monarquía cristiana de tipo político (emperador) y religioso (papa), entendido en formar de "diarquía" (dos poderes, división de poderes) va también en contra de la inspiración original del evangelio, porque el Dios critiano no e spoder.
Profundización política. Un tema permanente.
Para un estudio más profundo del tema recomiendo el trabajo del Prof. Santiago de Cura, de la Universidad Pontificia de Salamanca (Religión y Nacionalismo, en http://leonxiii.upsam.net/seminarios/02_seminario/ii_seminario_07). Su postura se puede resumir en dos argumentos básicos que cito y desarrollo de un modo personal. Del Cura toma como punto de partida la obra de E. Peterson (1890-1960), estudioso de los orígenes cristianos y teólogo protestante convertido posteriormente al catolicismo (1930), basándose en especial en El monoteísmo como problema político (1935) donde reelaboraba algunos trabajos previos sobre la "monarquía" divina. Al final de un largo análisis de los textos, Peterson ofrece estas conclusiones (que tomamos del trabajo de S. del Cura y que desarrollamos desde nuestra perspectiva; por eso, las ideas que expongo no son necesariamente las suyas)
a) No puede haber una monarquía sagrada cristiana. "El monoteísmo, como problema político, surgió de la elaboración helenista de la fe judía en Dios. El concepto de la monarquía, en cuanto se amalgamó con el principio monárquico de la filosofía griega, cobró para el judaísmo la función de un slogan político- teológico. La Iglesia, al expandirse a través del Imperio romano, asume ese propagandístico concepto político-teológico... Pero el dogma ortodoxo de la Trinidad hace que la expresión 'monarquía divina' pierda su carácter político-teológico...
Los cristianos profesan la monarquía de Dios. Pero no una monarquía unipersonal, porque esa monarquía lleva dentro de sí el germen de la disensión, sino la monarquía del Dios Trino. Ese concepto de unidad no tiene correspondencia alguna en la criatura. Con estas consideraciones queda liquidado teológicamente el monoteísmo como
problema político". Eso significa que en sentido cristiano no se puede hablar de un “monoteísmo político”. Para los cristianos, que creen en Dios como Trinidad, no se puede hablar de una monarquía cristiana.
b) La doctrina trinitaria ortodoxa imposibilita de raíz toda "teología política”. "...La doctrina de la monarquía divina hubo de tropezar con el dogma trinitario, y la interpretación de la Pax Augusta con la escatología cristiana. Y así no sólo se acabó teológicamente con el monoteísmo como problema político y se liberó a la fe cristiana del encadenamiento al imperio romano, sino que se llevó a cabo la ruptura radical con una "teología política" que hacía degenerar al Evangelio en instrumento de justificación de una situación política. Ciertamente, algunos teólogos cristianos como Eusebio de Cesarea (simpatizante de las doctrinas arrianas)… fueron defensores de un “monoteísmo político” (de un monarca cristiano). Pero . la interpretación trinitaria ortodoxa de la monarquía divina (superación del modalismo y subordinacionismo), tal como fue formulada por la teología de los Padres Capadocios (Gregorio Niseno), no dejó lugar para el monoteísmo político. Por eso una “monarquía política” que quiere ser “cristiana” (sagrada) va en contra de la Trinidad (va en contra del dogma básico del cristianismo, que es el poder del amor, es decir, la autoridad de la comunidad (y no de un individio sagrado).
Algunas aplicaciones
Desde las tesis de Peterson se han hecho algunas aplicaciones, entre las que quiero destacar dos
J. Moltmann propone una comprensión de la trinidad divina que
favorezca la convivencia humana sin privilegios ni sometimientos, más allá del monoteísmo teocrático (poder único, central y absoluto), más allá del monoteísmo clerical (episcopado monárquico), más allá del monoteísmo teológico (helenización del Dios judeocristiano). Desde el Dios cristiano no puede haber una “monarquía sagrada”
J. B. Metz…. Quiere aplicar la fórmula de la fe trinitaria (Dios es comunidad) en un sentido político… como exigencia de superar un tipo de poder impositivo. … El Dios trinitario es un Dios que va en contra de todo poder entendido como imposición… o como superioridad de unos sobre otros, en plano político y eclesial. Conforme a la visión de J. B. Metz (La fe en la historia y en la sociedad, Madrid 1979, 211) las tesis de Peterson han de aplicarse a la misma la jerarquía eclesiástica. Eso significa, según Metz, que debe superarse un tipo de episcopado monárquico “que corresponde exactamente al monoteísmo político y que ha tomado del imperio romano decadente los títulos, los honores y las ceremonias cortesanas. Con la formación de la doctrina trinitaria se superó teológicamente el monoteísmo político… Pero debe superarse ambién, y en primer lugar, un monoteísmo (monarquismo) episcopal .
Éste es el tema que está en juego. De ello queremos hablar en los días que siguen. ¿Puede haber una monarquía cristiana, de tipo papal o episcopal… o el Papa y los obispos no son monarcas sino que tienen un poder “comunitario”, siendo sólo representantes de la autoridad de amor de la comunidad?