Tres religiones, temas compartidos: Historia, Profecía, Libro, Fe, Teología

1. Es un diccionario de las religiones históricas,
en el sentido radical de la palabra. Cada una de ellas concibe la historia con matices distintos, como irán destacado las diversas palabras dedicadas al tema. Pero las tres aceptan y destacan el compromiso del hombre con esta humanidad concreta, en su camino de vida real (familiar y económica, social y política). Éstas no son religiones de la huida y la tranquilidad interior, sino de la “encarnación” histórica y social del hombre, dentro de una vida que no es pura tragedia (como en el mito griego), ni simple comedia (como en ciertas representaciones romanas o post-modernas de la humanidad), sino tiempo de obediencia y responsabilidad común, al servicio de la vida y de la justicia.
Los creyentes de estas religiones no son espectadores neutrales, que miran lo que pasa, como desde una butaca de teatro, sino que forman parte de la representación real de la historia, pues Dios les ha hecho responsables de lo que pasa sobre el mundo. Estas religiones interpretan de un modo algo distinto la situación del hombre en la historia (el posible pecado de conjunto de los hombres, las formas de responsabilidad social, el tipo de males que dominan sobre el mundo actual); pero las tres insisten en la importancia de la historia, como es lugar y camino de presencia de Dios y de realización humana
2. Es un diccionario centrado en tres profetas
muy concretos, que han marcado la historia monoteísta. Cada religión ha promovido una profunda condensación profética, presentando a su fundador (Moisés, Jesús, Mahoma) como el mensajero definitivo de Dios, al menos en ese momento de la historia.
(a) Moisés y el judaísmo. Hubo en Israel muchos profetas, recordados con respeto por el pueblo pero, conforme a la tradición codificada por la Misná, el único profeta total es Moisés, pues Dios le reveló en la montaña del Sinaí todos sus secretos salvadores, es decir, su Ley, contenida en la Escritura y otros libros de la tradición posterior legal del pueblo.
(b) Jesús y el cristianismo. Los cristianos interpretan a Moisés como anuncio y preparación de aquello que dirá y hará Jesús, a quien miran como el Cristo, es decir, el Mesías definitivo, el Salvador del mundo, venerándole y siguiéndole incluso como Hijo de Dios.
(c) Muhammad, el sello de la profecía. Conforme al islam, todos los profetas han recordado a los seres humanos el mismo mensaje, sin distinción (Adán y Abrahán, Moisés, Cristo y Muhammad etc.). Pero sólo Muhammad ha escuchado y transmitido la revelación total, contenida en el Corán. Por eso, los musulmanes le conciben como culminación y cierre (sello) de la profecía, es decir, como el profeta donde se completan y reciben su sentido radical todos los mensajes anteriores, apareciendo ya con claridad y para siempre. Este diccionario ha querido fundarse en ellos, de manera que, en algún sentido, podría titularse: “Diccionario de los tres profetas y de sus religiones: Moisés, Jesús, Muhammad”.
3. Es un diccionario de las religiones del Libro,
entendido como testimonio de la Palabra de Dios y como canon o norma religiosa para los creyentes. Hay religiones “sin libro”, que no han codificado de forma permanente su experiencia de lo sagrado y de su revelación en la naturaleza y en la vida de los hombres. Contrastando con ello, estas tres religiones afirman que Dios se ha expresado para siempre en forma de palabra que puede no sólo recitarse en forma fuerte (bella), sino también claramente por escrito, de manera que se mantenga firme para siempre.
Tres son, según ha confirmado Muhammad, las principales religiones del Libro: judaísmo (con su Biblia, centrada en la Torah), cristianismo (con su Biblia, culminada en el Evangelio) e Islam (la religión del Corán, libro eterno de Dios, revelado al mismo Muhammad, para conocimiento de todos los hombres). Estas religiones del libro son religiones de la palabra que no solamente se habla y se escucha, sino que ha quedado fijada canónicamente. Por eso, a través de su Libro (que es triple y es único) estas tres religiones han recibido una forma escatológica, que es valiosa y universal.
Ellas afirman, desde perspectivas algo diferentes, que Dios se ha revelado del todo, de manera que conocemos su verdad y sólo nos queda ya profundizar en ella y cumplirla. Así lo hemos querido destacar en este diccionario, que quiere ser, ante todo, un comentario y despliegue de las afirmaciones básicas de los libros sagrados de las tres religiones.
4. Éste es un diccionario centrado en la fe religiosa,
que define la historia e identidad de las tres religiones. Lo propio de las religiones monoteístas, a diferencia de las religiones místicas (que ponen más de relieve un tipo de conocimiento contemplativo y de experiencia intimista) es “la fe” en el Dios que se revela y actúa. Por eso, los seguidores de esas religiones se definen a sí mismos como “creyentes”. En esa línea ha intentado avanzar nuestro diccionario.
Evidentemente, hemos querido recordar algunos datos históricos y literarios (filológicos), evocando también algunas de las grandes figuras de las tres religiones, que han marcado y siguen marcando la historia de la humanidad. Pero no hemos tratado de hacer un diccionario de historias, de anécdotas y folklore, sino centrarnos en el núcleo de fe de las tres religiones, para que los creyentes de cada una de ellas reconozcan la solidez de aquello en lo que creen y conozcan también lo que creen los fieles de las otras dos religiones.
Por eso, en el centro del diccionario está el “shemá” de Israel, el credo cristiano y la shahâda musulmana. Evidentemente, no hemos querido demostrar la fe, ni hemos buscado el proselitismo, haciendo propaganda de alguna de las religiones (o de las tres en su conjunto), sino que nos hemos preocupado más bien de presentar la fe, el contenido básico y la aportación fundamental de cada una de las tres religiones, de un modo sobrio, aunque intenso, como espacios y caminos de confesión creyente. Por eso nuestra intención ha sido escribir este diccionario, básicamente, para creyentes descubrir y formular mejor el contenido y las implicaciones de su fe, desde su propia religión, en diálogo con las otras.
5. Éste ha querido ser, además, un diccionario teológico,
en el sentido radical de la palabra. No nos limitamos a repetir el contenido de la fe, sino a exponerla, de un modo racional, es decir, inteligible, de manera que la misma fe, vivida y entendida con intensidad, se vuelva “teología” (como han sabido y hecho los grandes maestros de las tres religiones).
En ese sentido decimos que el Dios de las religiones monoteístas es un Dios “teológico”, que puede y debe pensarse. En ese sentido, la teología no es algo que viene de fuera, como un añadido, sino que brota de la fuerza y belleza de la misma fe. Cada una de las tres religiones ha realizado, de modos distintos (aunque convergentes), un diálogo fecundo con el pensamiento filosófico de su entorno, en especial con el de Grecia y Persia (mundo indoeuropeo) y con el de Siria y Mesopotamia (mundo semita).
Ese diálogo y despliegue racional sigue todavía en marcha (en pleno siglo XXI). Se suele decir que el cristianismo se ha vinculado más con el helenismo, mientras que el judaísmo y el Islam han desarrollado otras líneas de pensamiento y teología. De todas maneras, en este momento las tres religiones se encuentran implicadas, de formas distintas (aunque también convergentes), en un diálogo teológico intenso con otras tradiciones religiosas no monoteístas (budismo, hinduismo, taoísmo, etc...). Pues bien, nuestro diccionario ha querido situarse en ese contexto teológico de enriquecimiento cultural, en la línea de las experiencias de la Edad Media, cuando judíos, cristianos y musulmanes dialogaron con la teología y la filosofía de su entorno, como indican los nombres de Maimónides, Averroes o Tomás de Aquino.