X. Pikaza, Antropología Bíblica

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Para una presentación del libro, con el texto de su introducción, cf. http://www.sigueme.es/newprincipal.htm?pag=newhome.asp&marco=blanco.htm. Allí aparece la portada del libro, con el índice y el texto de sus primeras páginas. Aquí recojo algunos párrafos de la introducción.No hacen falta que lean todo lo que sigue. Bastará con que lleguen al final, donde presento los seis capítulo.
Tema
La vida del hombre (varón y/o mujer) es una historia de gracia, que podemos condensar en tres aspectos o momentos principales: es creación, no una cosa que se fabrica o construye, como los muchos objetos y utensilios que hacemos, tomamos y tiramos; el hombre es vida que se crea a sí misma, una tarea o responsabilidad arriesgada y gozosa, que resulta inseparable de su voluntad de ser, no un simple deseo insatisfecho o una lucha de poder siempre violenta; el hombre es finalmente una esperanza, un animal todavía no fijado, un camino que, para los creyentes de la Biblia, viene sustentado por la promesa de Dios.
Partiendo de esa base, he querido escribir una historia bíblica del hombre, que entiendo e interpreto como despliegue de gracia. Ciertamente hay en el fondo de su vida una tensión cósmica, que algunos interpretan como camino del tiempo; el hombre forma también parte de la historia de la vida, de la que se ocupa la paleontología y otras ciencias cada vez más sabias (y ciegas ante lo esencial), como la botánica o la zoología; hay, además, otras historias atrayentes que forman el objeto y tema de las diferentes sabiduría de la vida, en la que el hombre se incluye: historia de la cultura y las instituciones, de la religión y la política, de las tribus, lenguas y naciones. Hay memorias e informes del arte y de la guerra, del varón y la mujer, de los señores y los siervos, del trabajo y de la ciencia, por citar sólo cuantos... Pues bien, yo he querido ocuparme de la historia de la gracia y para elaborarla he tomado como la Biblia, que ha sido y sigue siendo el testimonio de cultura y religión más importante de Occidente, el memorial donde se recogen los tiempos y edades de la gracia. Así he diseñado este ensayo y tratado de antropología bíblica, subtitulado de manera más expresa «las edades de la gracia».
Génesis del libro
Comencé a pensarlo hace casi treinta años, bajo la influencia de dos tipos de comprensión bíblica del hombre, que habían sido comunes a mediados del siglo XX: una entendía la Biblia como historia universal de salvación, que vincula por Jesús a todos los seres humanos, en una gran línea de pecado y gracia; otra la entendía como testimonio de la historicidad existencial de cada hombre, liberado por la Palabra de Dios para vivir en libertad .
Más tarde, en el último tercio del siglo XX, fui descubriendo mejor el influjo que tenía y sigue teniendo la violencia en el despliegue de la vida, conforme a la Escritura judeo-cristiana, y quise escribir un trabajo titulado, mas o menos, La Biblia, libro de la guerra. Pero descubrí también que el tema era más hondo, que la guerra resulta inseparable del conjunto de una historia que se debate entre la búsqueda de futuro y el eterno retorno de lo mismo y para expresar mejor esa idea, tras un largo tiempo de gestación, publiqué un trabajo titulado Antropología Bíblica. Del árbol del juicio al sepulcro de pascua (Sígueme, Salamanca 1994). Las aportaciones y preguntas de ese libro me ha venido acompañando desde entonces, de manera que han sido punto de partida de diversas publicaciones vinculadas con el hombre y la violencia .
Ahora, pasados más de diez años, he querido elaborar de nuevo Antropología bíblica, recogiendo su estructura de conjunto y algunos de sus elementos más significativos, dentro de una visión más unitaria y matizada de la realidad humana, escribiendo este ensayo/tratado que se ocupa de la historia del hombre desde la perspectiva de la gracia, es decir, desde los ritmos principales de la creatividad humana.
El hombre bíblico. Las grandes preguntas
Desde el fondo anterior se pueden precisar ya el enfoque y temas de este libro. El enfoque será histórico-narrativo: iré contando algunos momentos del despliegue de gracia y riesgo de la vida humana, partiendo de la Biblia. Tres de esos momentos pertenecen a la Biblia israelita y a su entorno, tres al Nuevo Testamento cristiano. La temática es teológica. Aunque se ajusta básicamente al despliegue de Biblia hebrea y cristiana (con una ampliación hacia los apócrifos de 1 Henoc), este libro no ha querido ofrecer un análisis formal o diacrónico (de crítica histórico-literaria) de los textos, sino una exégesis teológica, es decir, antropológica.
De un modo especial he querido reflexionar sobre la gracia, la pobreza (pequeñez) y la responsabilidad (tarea) de ser hombre, desde una perspectiva de conjunto de la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. De esa forma he vinculado el aspecto más temático y el despliegue más histórico, entendiendo al hombre (=hombre/mujer) como un ser que vive y se hace al interior de mismo despliegue de Dios. En ese contexto he planteado las cuestiones que más han preocupado al hombre bíblico y a su heredero, el hombre occidental moderno: ¿qué podemos creer, qué debemos hacer, en que podemos esperar?
Ciertamente, he tenido en cuenta los análisis especializados que se han venido haciendo, de un modo admirable, a lo largo del siglo XX, sobre esos y otros temas (espíritu, alma y cuerpo, corazón y entendimiento, varón, mujer, muerte e inmortalidad, cielo e infierno...), pero no he seguido su línea ni he querido situarme en un plano de análisis terminológico, pues en ese campo, la investigación básica está por ahora realizada, de tal forma que (al menos por un tiempo) sólo pueden ofrecerse ligeros retoques de detalle. Por eso he preferido centrarme más bien en los grandes bloques temáticos de la Biblia, desde la perspectiva del despliegue humano, tal como culmina en el cristianismo, en diálogo con la filosofía de occidente y con el hombre de la modernidad
Edades y formas de la gracia. Un libro en seis capítulos
1. En el principio: mujer y varón, protagonistas libres de su historia (Gen 1-11). Empiezo presentando al hombre como encarnación de Dios (Dios encarnado) y responsable de sí mismo (está situado ante el árbol del bien y del mal), en un camino abierto hacia la Vida, aunque amenazado por la muerte (el hombre es un ser que puede destruirse a sí mismo). En el principio de la antropología bíblica está el carácter divino y humano del hombre, su responsabilidad moral y su trascendencia (se encuentra más allá del bien y del mal), vinculada históricamente con un tipo de riesgo, que podemos entender como pecado, que le hace ser violento y le sitúa en el borde de la muerte.
2. Tentación apocalíptica: ¿hombre y mujer invadidos por una violencia externa? (1 Henoc). Algunos judíos no lograron aceptar la responsabilidad del hombre en la trama de la historia o pensaron que esa historia resultaba demasiado perversa, de manera que echaron la culpa de sus males a un tipo espíritus invasores: más que causantes del mal, seríamos víctimas de una conspiración de extraterrestres que se han «encarnado» en los pueblos y poderes enemigos, dentro de la historia. Ángeles malos nos perdieron; ángeles buenos serán los encargados de salvamos. Judíos or¬todoxos y cristianos rechazaron esta visión por contraria a la experiencia de la libertad del hombre, pero ella les ayudó (y nos ayuda) a plantear los temas básicos de la vida, pues pone de relieve aspectos importantes de la justicia humana y de la posible sanción eterna de los hombres (de las almas).
3. Sabiduría israelita: ju
sticias desiguales (Sab). En contra de la visión anterior, muchos judíos, antiguos y modernos, han pensado que Israel puede ofrecer a todos los pueblos un ejemplo y modelo de existencia justa y ya pacificada. Entre ellos se encuentra el autor del libro de la Sabiduría, casi contemporáneo de Jesús, que presenta a Dios como fuente de verdad (sabiduría) y equi¬librio (justicia) para el conjunto de la humanidad. El modelo antropológico de ese libro es bueno, sobre todo por su forma de entender la trama de violencia que se expresa en la persecución de los justos, pero puede volverse tendencioso (pro-judío), si es que la justicia que defiende no es la misma para todos los hombres, sino que distingue de manera partidista entre un pueblo elegido y los pueblos perversos de la tierra.
4. Evangelio: gracia provocadora, más allá de la justicia legal. Por encima de la buena justicia de la ley, que divide a los hombres de un modo legalista, Jesús ha ofrecido su experiencia y mensaje de gracia, abierta a la responsabilidad del amor que vincula a todos los hombres. En sentido estricto, el mensaje de Jesús pertenece a la antropología judía de su tiempo, pues judío fue y desde el judaísmo ofreció su mensaje y alternativa de Reino. Pero de hecho ese mensaje abrió una hendidura en la trama judía: su palabra de perdón y amor gratuito se elevó no sólo sobre el árbol del bien/mal, que Gen 2-3 había plantado en el centro del paraíso, sino sobre un tipo de judaísmo nacional, que había optado por poner de relieve su fidelidad al «Israel eterno», más que su apertura al conjunto de los pueblos. Los cristianos interpretaron el mensaje de Jesús como la revelación definitiva del Hombre (del Hijo del hombre).
5. Muerte de Jesús: rechazo y triunfo de la gracia. Las autoridades religiosas y sociales (judías y romanas) rechazaron el proyecto de Jesús, condenándole a la cruz, en un gesto que responde a la violencia legal de la historia. Pues bien, siendo expresión del poder de la justicia humana, los cristianos entendieron la muerte de Jesús como revelación suprema de la gracia de Dios que ofrece su amor a los hombres precisamente allí donde los hombres quieren destruir su gracia. Así descubrieron la vinculación que había entre el pecado mayor (muerte del Hijo de Dios) y la gracia suprema (perdón de Dios). En un sentido, la muerte de Jesús forma parte de la antropología del judaísmo (puede y debe integrarse en la trama de los judíos que han sido asesinados a lo largo de la historia, tanto por otros judíos como por cristianos y gentiles). Pero, en otro sentido, la interpretación cristiana de esa muerte de Jesús rompe la trama nacional del judaísmo histórico, que no ha aceptado a Jesús, sino que sigue existiendo como religión bíblica.
6. Resurrección: amor sobre la muerte. Por encima de la violencia de los hombres, que han querido mantener su poder destruyendo al Cristo, se despliega la gracia de Dios Padre. Jesús había prometido el Reino de Dios y Dios ha mantenido su promesa al resucitarle. De esa forma ha roto el «talión» de la justicia y la dialéctica de acción y reacción que define las leyes del mundo. El sepulcro vacío de Jesús es principio de una humanidad que ya no puede fundarse sobre la justicia de la ley, sino sobre la gracia. Los judíos podrían aceptar una forma de entender la resurrección de Jesús desde la perspectiva de la «vindicación» del justo asesinado. Pero ellos han rechazado, al menos hasta ahora, la interpretación que le han dado los cristianos, tal como aparece en el evangelio de Marcos, en la experiencia de Pablo o en el mensaje del Apocalipsis.