R. Prat  ha sido testigo y promotor de un forma "social", encarnada, de vida cristiana. Autor de los mejores libros de pastoral urbana (desde Cataluña, entre el Mediterráneo y el corazón de Europa), una referencia obligada para todos los estudiosos del fenòmeno cristiano en eso que muchos llaman la post-modernidad (y otros muchos el post-cristianismo).

Ha estudiado la nueva forma de vida cristiana desde los habitantes de la ciudad futura ya presente,  desde los pobres, los excluidos, los encarcelados... los extranjeros. Lo ha hecho siempre con intensidad, con sobriedad, con "alma",  sembrando una simiente de nueva cristiandad, desde Lleida, desde Barcelona, desde el mundo entero, con un evangelio en la mano, con la experiencia más honda de vida en la otra. No sé si es post-moderno (no sé del todo qué es eso). Pero estoy seguro de que él no es post-cristiano, sino cristiana a secas, es decir, un hombre de evangelio, buena nueva de vida.

    No ha tenido necesidad de oler a oveja,  de hacerse oveja, porque ha sido siempre "ciudadano del mundo", de a pie de calle, de a pie de gente... a diferencia de una gran parte del clero y de la teología hispana, que ha querido seguir manteniendo sus fortaleza medievales, sus privilegios de poder, su clericalismo (más que su cristianismo).

Pues bien, Ramón nos cuenta en este libro que está enfermo, y que la enfermedad le ha permitido penetrar con más hondura en el cristianismo, en la esperanza de futuro, como "anacoreta" en medio de la ciudad, como testigo de la "intuición" esencial del evangelio.

  En este momento (año 2021), en que muchos van de retirada, o quieren volver a sus "catacumbas" convertidas  en trincheras numantinas,  Ramón es testigo y semilla de cristianismo futuro.  Gracias, Ramón, por este libro, gracias por tu vida entera: Una gran puerta abierta al evangelio de esperanza y gozo, de intuición más honda de vida.