En medio del Covid 19: La gran catarsis Tiempo de Lamentaciones: Confesar el pecado, cambiar la vida, recrear el futuro

Nada de esto que pasa con el Covid 19 es totalmente nuevo. Algo pero sucedió el año 586 a.C., cuando quedó destruido de raíz el judaísmo antiguo.

Murió el Estado, ardió el Templo, quedaron unos pocos desterrados. ¿Qué hicieron? Lamentarse: Llorar y llorar, llegar al fondo del alma en el duelo... Y luego mirarse. Era unos cuantos, dispersos, desterrados, supervivientes de la Gran Catástrofe. 

    Se miraron, secaron las lágrimas con el paño roto de sus vestidos cuajados de sangre y dijeron: ¿Empezamos? Terminaron de escribir su libro llamado Lamentaciones y empezaron.

Por ellos, los supervivientes del 586 a.C., y por otros derrotados pero no destruidos seguimos viviendo.  Ésta es la enseñanza del Libro de las Lamentaciones, llamadas de Jeremías (cf. postal anterior) que ahora voy a presentar, para aquellos que quieran mantener la historia del pasado y recrear dede hoy el futuro. 

Este comentario de C. F. Klein tiene más actualidad que en el tiempo en que fue compuesto, el año 1872, cuando acabada la guerra franco-prusiana (1870) y "superada" la crisis de la "Comuna" de Paris (1971), iba a empezar la belle époque, tiempo lleno de progreso y optimismo idealista (1871-1914). 

La amenaza militar y la crisis del Covid 19 es hoy (2020)  mucho más fuerte que la Guerra Prusiana y la Comuna Francesa.  En nuestro contexto, el comentario de C. F. Klein conserva todo su valor, no sólo por su análisis del texto antiguo, sino por la actualidad de su mensaje, en la crisis  del año 578 a. C. Es como si el Covid 19 nos hubiera ya doblegado, matando al 70% de la población mundial.

¿Qué podríamos/podremos decir en una circunstancia como esa? Aquí están las palabras de protesta y rabia, de transformación y esperanza del libro de las Lamentaciones. 

Éste es un texto único dentro de historia humana, un texto  de duelo supremo, despedida de los muertos, protesta contra todo... y esperanza. Este Duelo sin par de las Lamentaciones no es para morir, sino para comenzar de nuevo, honrando así a los muertos con la Vida. Aquí se manifiesta el Dios de Israel, el Dios de Jesucristo: Como protesta, llamada a la conversión y esperanza de vida en medio de la muerte. 

EDITORIAL CLÍE | Christian Hugo Martín

TEMÁTICA Y CAMINO

Lamentaciones.  Nombre de un género literario y de un libro de la Biblia,  escrito tras la caída de Jerusalén (año 587 a. C.), que la tradición ha vinculado con el Jeremías. El libro de Jeremías anuncia y relato la ruina de Sión; Lamentaciones confiesa el pecado y expone el llanto de la ciudad destruida.

 ¡Qué solitaria está la ciudad populosa! Se ha quedado viuda la primavera de las naciones; la princesa de las provincias en trabajos forzados. Pasa la noche llorando, le corren las lágrimas por las mejillas. No tiene amigos que la consuelen; todos sus aliados la han traicionado, se han vuelto enemigos. Judá marchó al destierro, humillada y esclava; hoy habita entre gentiles, sin encontrar reposo. Los que la perseguían le dieron alcance y la cercaron (Lam 1, 1-3).

Las plañideras, mujeres que cobran por llorar | México Desconocido

(1) El llanto de la Hija-Sión.Ésta es una plegaria narrativa que recoge uno tras otro los surcos que ha excavado el dolor entre los hombres de su pueblo:

Sus amigos la han traicionado, han triunfado sus adversarios, porque el Señor la ha castigado por su continua rebeldía... El Señor se portó como enemigo, destruyendo a Israel... Como un salteador, destruyó la tienda, arrasó el lugar de la asamblea...(Lam 1, 5; 2, 5-6).

Más que una reflexión sobre el pecado y ruina del pueblo, en perspectiva moralista, Lam evoca el llanto de la Hija-Sión.

Ha perdido la Hija-Sion toda su hermosura. Sus nobles como ciervos que no encuentran pastizal han marchado sin fuerza, delante de sus perseguidores» (Lam 1, 6). La Hija-Sión era belleza: signo de la gloria de Dios sobre la tierra; gozaban en ella las doncellas, los varones y mujeres y los niños; a todos ofrecía antes un lugar de paraíso sobre el mundo (Lam 1, 1-7).

Ahora es una viuda, huérfana de Dios (cf. Lam 1, 1.17.19). Por eso llora:

¡Ay! ¡Cómo ha oscurecido el Señor en su cólera a la Hija­-Sión, cómo ha lanzado del cielo a la tierra el brillo de Israel!» (Lam 2, 1).

Da la impresión de que toda la historia anterior ha sido solo un ensueño; los habi­tantes de Jerusalén, los fieles de su templo habían acariciado un imposible; la cruda realidad del mundo les ha desesperado y yacen caídos, aplastados, al margen de los planes de Dios en nuestra his­toria. Yahvé mismo lo ha tramado ¿Quién podía si no hacerlo?

 Tendió como enemigo su arco, afirmó su mano derecha como adversario ha matado todo el orgullo de nuestros ojos; en la tienda de la Hija-Sión ha derramado como fuego su furor... Yahvé ha determinado arrasar las murallas de la Hija-Sión, ha tendido la plomada, no ha retirado su mano de la destrucción, se lamentaban muralla y baluarte al desplomarse juntas (2, 4.8).

COMENTARIO AL TEXTO HEBREO DEL ANTIGUO TESTAMENTO VOL 1 PEN Pentateuco e  históricos: Amazon.es: Zondervan Publishing: Libros

(2) Dios causante, Dios remedio de los males. Ciertamente, se sabe que a nivel externo fueron los soldados babilonios con los aliados del entorno los que arrasaron la ciudad de Jerusalén el 587 a. C. Pero el poeta del libro de las Lamentaciones sabe que ellos fueron unos simples instrumentos. El causante verdadero de la ruina de Sión ha sido el mismo Dios: el amigo convertido en enemigo que incendia la tienda y arrasa la muralla de la Hija-Sión.

Pues bien, esta ruina de la Ciudad Santa ha de entenderse en forma de catarsis: la Hija-Sión su propia confiesa culpa, se la dice a Dios, se pone en sus manos. Precisamente allí, en el margen de la muerte, perdidas todas sus seguridades, en el momento en que el mito de la ciudad/montaña sagrada desaparece se podrá empezar un nuevo camino de simbolización creadora.

El mito o, si se quiere, el símbolo de fondo de Sión como montaña/templo/ciudad de Dios podía ofrecer a sus devotos una seguridad ilusoria: les daba la certeza de que tenían un valor, estaban en posesión de la verdad/fuerza de Dios. Pues bien, todo eso ha quebrado, pero queda la pregunta de la Hija-Sión, que confiesa sus culpas y se lamenta:

«Se han sentado en tierra, han callado los ancianos de la Hija-­Sión, han echado polvo en sus cabezas, se han vestido de saco, han humillado al suelo la cabeza las doncellas de Jerusalén» (2, 10).

Esta es liturgia de duelo: unos ancianos que callan, unas muchachas que se humillan, sin esperanza. Faltan las razones del pasado y del fruto, pero queda el llanto de los ancianos callados y de las muchachas humilladas. Pero en su misma actitud descubrimos un gesto de fe, como suponen las palabras del poeta:

«¿A quién te compararé, a quién te asemejaré ¡oh Hija Jerusalén! ¿A quién te igualaré para consolarte, doncella Hija-Sión? Pues grande como el mar es tu ruina ¿Quién te sanará?» (Lam 2, 13).

Han combatido contra ella, pero ella no era inocente (como suponía el mito). La han atacado y han podido destruirla, en contra de lo que muchos habían pensado. Es hija derribada y arruinada: no ha podido crecer ni mantenerse. Pero en el fondo del mismo desamparo, el texto supone que Dios la quiere y castiga, al mismo tiempo, de tal forma que en su dolor se está expresando algo del mismo dolor de Dios. Vista así, la Hija-Sión es simplemente dolorosa.

(3 La razón del llanto.La Hija-Sión es culpa­ble, no lo niega. Pero desde el fondo de su culpabilidad, admitida sin rencor, desde el fondo de su dolor, ella eleva un grito que puede llegar hasta Dios:

Grita al Señor (Adonai) de todo corazón muralla de la Hija­- Sión, derrama lágrimas a ríos, día y noche: no te concedas reposo, no descansen las niñas de tus ojos; levántate, grita de noche, al comienzo de las guardias...» (2, 1 9-­20).

Cuando no quedan razones, puede y debe expresarse ante Dios la razón superior de puro llanto. Una pared rota, esto es la Hija-Sión: muralla derruida que grita día y noche con la voz de sus piedras derribadas, quemadas... Mujer joven que gime (bettulat: 2, 13) esto es la Sión; ciudad hecha lamento, humani­dad que llora, esto es la Hija quebrada, dolorosa. Estamos cerca del libro de Job, pero Job insiste en su ino­cencia. Por el contrario, la Hija-Sión de Lam no es inocente: ella está recibien­do la paga de su propio pecado. Pues bien, a pesar de eso (quizá por eso mismo) su dolor es redentor: Dios escucha el grito de la pecadora dolorida En una situación como esta no existe más actitud que el dolor arrepentido y la plegaria:

Editorial Verbo Divino :: Materia Cantar de los Cantares. Lamentaciones

«Pero Tú, Señor, eres rey por siempre, tu trono dura de edad en edad. ¿Por qué te olvidas siempre de nosotros y nos tienes abandonados por tanto tiempo? Señor, tráenos hacia ti para que volvamos, renueva los tiempos pasados, ¿o es que ya nos has rechazado, o es que tu cólera no tiene medida?» (Lam 5, 19-22). 

COMENTARIO DE C. K. KLEIN (Prefacio  DEX. Pikaza)

             Desde antiguo se ha pensado que el libro de las Lamentaciones forma parte del círculo en que ha surgido el libro de Jeremías. Ee en un caso tenemos una obra de discursos proféticos y en el otro estamos ante un colección de elegias o lamentaciones, a causa de la toma de Jerusalén y de la destrucción del templo, con el exilio de parte de la población de Judá.

   ( a) Conforme a una antigua tradición judía, el libro de las Lamentaciones ha sido compuesto por el mismo profeta Jeremías, de manera que puede entenderse como una ampliación y complemento de sus profecías.

(b) Los cinco capítulos de Lamentaciones, forman unidades distintas, pero pueden y deben verse como parte de un todo unitario, tanto en perspectiva teológica como histórica y poética.

               A diferencia de C. F. Klein, que piensa que este libro es una obra unitaria del mismo Jeremías profeta, buena parte de de los comentaristas posteriores (protestantes, lo mismo que católicos y agnósticos) tienden a pensar que estos poemas no han sido compuestos por el propio Jeremías, sino por poetas anónimos, quizá dos o tres, en los años que siguieron a la caída de la ciudad y del templo de Jerusalén (587 a.C.), como elegías o cantos de lamentación por el destino de la ciudad y del templo.

Pero esa diferencia resulta en el fondo poco significativa, pues lo que importa no es tanto el autor del libro, sino su mensaje de fondo, y en ese sentido la tradición ha sido justa al presentar estos poemas como Lamentaciones de Jeremías.

En esa línea, muchos lectores actuales, siendo en otro plano muy ortodoxos y tradicionales, nos sentimos más libres al plantear estos problemas, dejando abierto el tema del autor, aunque respetamos mucho la opinión de aquellos que han vinculado este libro con la vida y mensaje de Jeremías. En ese sentido, podemos y debemos afirmar que ha sido escrito con el espíritu e inspiración de Jeremías.

Dicho eso, quiero poner de relieve la gran autoridad de este comentario textual, exegético y teológico de C. F. Klein. Casi siglo y medio ha pasado desde su publicación y, sin embargo, conserva no sólo su actualidad, sino que quizá tiene una autoridad aún más grande pues, en contra de gran parte de los estudiosos actuales, insiste en el valor teológico y en la actualidad creyente del libro.

Éste no es un comentario de pura fenomenología de la religión, un análisis puramente histórico, sino que quiere ser un texto profético, de tipo creyente, que nos ayuda a situarnos con fe ante una situación de ruptura religiosa y social que parece irremediable. En ese sentido, el comentario de C. F. Klein tiene hoy más autoridad que en el tiempo en que fue compuesto, en un momento clave (año 1872), cuando acabada la guerra franco-prusiana (1870) y "superada" la inmensa crisis de la "Comuna" de Paris (1971), iba a empezar la belle époque, tiempo lleno de progreso y optimismo idealista (1871-1914). 

Han pasado desde entonces muchas cosas: Dos guerras mundiales, con el derrumbamiento de un ideal de progreso universal, una terrible persecución contra los judíos, un renacimiento de la violencia social y religiosa… y ahora, 2020, la crisis del Covid 19,  mucho más duro que la Comuna Francesa. Pues bien, en esas circunstancias, los cinco grandes “lamentos” atribuidos a Jeremías cobran toda su actualidad.

 Desde ese fondo, el comentario de C. F. Klein conserva todo su valor, no sólo por su análisis del texto hebreo, sino por su profundidad teológica y por la forma cómo nos sitúa ante una gran crisis de violencia desatada y de pérdida de la propia identidad social y religiosa de Israel tras la caída de Jerusalén y de su templo, tras el año 578 a.C.

Lamentaciones ofrece un texto único dentro de la Biblia y del conjunto de la literatura monoteísta, un texto donde el creyente no sólo se deja llevar por la tristeza anta la caída de la ciudad y del orden antiguo del pueblo, sino que la despliega de forma rigurosa y consecuente, protestando contra Dios, en gesto de radical enfrentamiento, pero no desde fuera de la fe, sino desde dentro de ella, en forma de luto creador. Esta protesta forma parte del mismo despliegue de la fe.

Mi traducción y adaptación de Lamentaciones de C. F. Klein sigue este orden: Ofrezco el texto hebreo de la BHS (Biblia Hebraico Stuttgartensia) y la traducción clásica de Reina-Valera (edición 1995). Para completar lo aquí dicho termino ofreciendo una pequeña bibliografía, que nos permitirá seguir situándonos ante el tema. No es demasiado lo bien escrito sobre el tema, pero, entre los nuevos comentarios y estudios, pueden destaca algunos que siguen.

Por todo eso, en este tiempo de inmensa crisis, cuando el tiempo parece detenido por el Covid 19, quiero y debo recomendar la lectura del libro de las Lamentaciones. Además de la obra de Klein, que estoy presentando,  quiero citar dos libros básicos en castellano, y después otros también importantes: 

Como es lógico he querido evocar de un modo especial aquellos que se ocupan de algunos motivos más discutidos de la obra de C. F. Klein, como son la relación entre el texto hebreo y el griego (LXX), con la unidad, y mensaje del libro:

  1. Mayoral, J. A., Sufrimiento y esperanza. La crisis exílica en el libro de las Lamentaciones, ABE-Verbo Divino, Estella 1994.
  2. Morla, V., Lamentaciones, Verbo Divino, Estella 2004
  3. Barthélemy (éd.),Critique textuelle de l'Ancien Testament. 2. Isaïe, Jérémie, Lamentations(Orbis Biblicus et Orientalis 50/2), Vandenhoeck, Göttingen 1986
  4. Baumgartner, W, Die Klagegedichte des Jeremias, BZAW 32,Giessen 1917
  5. Droin, J. M., Le livre des Lamentations 'Comment?, Genève 1995
  6. Kraus, H. H., Klagelieder, BKAT 20, Neukirchen 1968
  7. Lipinski, E., La liturgie penitentielle de la Bible, Cerf, Paris 1969Provan, I. W., Lamentations, NCBC, London 1991
  8. Westermann, K., Die Klagelieder. Forschungsgeschichte und Auslegung, Neukirchener V, Neukirchen-Vluyn, 199
  9. Weiser, Klageliede, ATD, Göttingen 1958
  10. Wiesmann, H., Die Klagelieder Übersetzt und erklärt, Sankt Georgen, Frankfurt, 1954

Volver arriba