Se reabre la incógnita de Sur Sudán

(AE)
Los dos últimos días en Juba han sido de tiros y sobresaltos. Durante la noche del domingo al lunes se oyó en la capital del Sur Sudán no sólo disparos de armas ligeras sino también de granadas y armamento pesado. El presidente de

Sur Sudán, Salva Kiir Mayardit
, por una vez dejó el traje oscuro y el sombrero de cow-boy que normalmente utiliza en sus apariciones públicas y se puso el traje caqui y los galones de comandante en jefe y anunció en una rueda de prensa que los incidentes que habían puesto en alerta a los habitantes de Juba no eran otra cosa que un fallido golpe de estado, cuyo principal culpable – siempre siguiendo la interpretación del presidente – era el ex-vicepresidente Riek Machar, el cual hace algunos días había criticado la situación del partido gobernante y había acusado al presidente Kiir de ser un dictador.

El presidente aseguró en su rueda de prensa que ya estaba todo controlado, pero los informes que recibimos de Juba dicen todo lo contrario. Hay toque de queda. Hace pocos minutos incluso un tanque ha disparado desde una posición muy cercana al palacio presidencial y el estruendo de artillería pesada sigue oyéndose en diferentes puntos de la ciudad. La situación es confusa y no está asegurado que el gobierno tenga el control de la situación. Además, como un efecto dominó, nuevos enfrentamientos se están produciendo en el ya de por sí altamente inestable estado de Jonglei. Por el momento Riek Machar (quien podría hacer declaraciones a las unidades del ejército leales a él para ayudar a controlar la situación) permanece en paradero desconocido. Mientras tanto, grandes números de desplazados civiles buscan refugio en iglesias y en los recintos de la ONU y otras organizaciones humanitarias. Se habla ya de más de 60 muertos y más de 400 heridos. Los hospitales están desbordados y continúan los enfrentamientos, mientras se tienen informes que un buen grupo de políticos críticos con el presidente han sido detenidos por la policía o están bajo arresto domiciliario.

Algunos analistas indican que, más que un golpe de estado premeditado, lo que tenemos aquí es una improvisada escaramuza que se ha desatado después de que algunos rumores acerca del arresto de Riek Machar corrieran por los círculos militares de Juba. Esta escaramuza ha desencadenado reacciones rápidas y viscerales entre los miembros Nuer del ejército, que salían a defender a su depuesto líder.

La rivalidad entre las etnias Dinka (Kiir) y Nuer (Machar) y su eterna lucha para ocupar el puesto preeminente en la región es inmemorial y ha contribuido mucho a las tensiones que se han vivido en el Sur de Sudán en los últimos 40 años. Cuando el Sudán era un país unido, esta rivalidad fue aprovechada magistralmente por el régimen de Jartúm para desestabilizar el sur, pero ahora estas diferencias se siguen saldando de manera violenta sin que tenga que haber necesariamente una directa intervención de agentes exteriores. La fragilidad de este nuevo estado se ve minada por los sentimientos étnicos y las antiguas afrentas que regularmente salen a la luz. Los pocos pero meritorios esfuerzos de reconciliación que ha habido entre estas dos etnias han tenido como protagonistas a los líderes religiosos y a algunas organizaciones que apoyaron los esfuerzos pacificadores de estos grupos sociales.

Ahora de nuevo, para que este país salga adelante, habrá que curar unas heridas que por el momento no dejan de sangrar. El drama del Sur Sudán vuelve con una virulencia inusitada y posiblemente esta inestabilidad sea aprovechada por algunos ya que hay muchos intereses geoestratégicos que están en juego.
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