El 28M, elegimos a alcaldes y concejales para los próximos cuatro años Cristianos Socialistas PSOE, ante las próximas elecciones municipales: cuidado de la casa común, amistad social y cultura del encuentro

Cristianos Socialistas PSOE, ante las próximas elecciones municipales: cuidado de la casa común, amistad social y cultura del encuentro.
Cristianos Socialistas PSOE, ante las próximas elecciones municipales: cuidado de la casa común, amistad social y cultura del encuentro.

En estos tiempos en que la política cotiza a la baja, hay que reconocer la gran transformación que han experimentado nuestros pueblos y ciudades en estas cuatro décadas de democracia

Nuestras sociedades atraviesan tres grandes transiciones: demográfica, ecológica y digital. Cada municipio debe saber aprovechar las oportunidades que ofrecen a la vez que mitigar sus potenciales amenazas. Es importante leer bien los cambios. Porque quien no aproveche la ola de los cambios quedará varado

El próximo 28 de mayo se celebran las elecciones por las que cada cuatro años la ciudadanía elegimos a alcaldes y concejales. También habrá urnas para varios parlamentos autonómicos y diputaciones. Estamos concernidos por unas políticas locales con repercusiones claras y evaluables en el Bien Común de cada pueblo, ciudad y barrio donde vivimos.

En estos tiempos en que la política cotiza a la baja, hay que reconocer la gran transformación que han experimentado nuestros pueblos y ciudades en estas cuatro décadas de democracia. Salvo excepciones, es general la urbanización de plazas y caminos, la rehabilitación de los cascos históricos, el acondicionamiento de zonas de esparcimiento para mayores y de juego para los niños, la mejora de la conducción eléctrica, de aguas, de redes de comunicación… Son hechos, no promesas. Hay que destacar asimismo el fomento de la actividad cultural y deportiva, con mejores equipamientos y oferta. Los servicios sociales también han tenido un desarrollo incomparable, así como la oferta municipal de vivienda y de empleo, aunque las necesidades, en especial en las grandes ciudades, siguen siendo desbordantes. 

No es fácil hacer una reflexión equivalente sobre pequeños municipios y sobre las grandes ciudades, que están llamadas a ser el modo principal de organización político-social. Con todo hay retos compartidos. ¿Cuáles son?

Nuestras sociedades atraviesan tres grandes transiciones: demográfica, ecológica y digital. Cada municipio debe saber aprovechar las oportunidades que ofrecen a la vez que mitigar sus potenciales amenazas. Es importante leer bien los cambios. Porque quien no aproveche la ola de los cambios quedará varado.

De la transición demográfica cabe destacar la amplitud y el peso social de los mayores y la importancia de las políticas de cuidados atendiendo a la diversidad de situaciones antes de la vejez. Es hora de impulsar los cuidados, con especial atención a niños y a mayores, en clave intergeneracional. Asimismo, hay que tener presente el peso creciente de la inmigración y, consiguientemente, la centralidad de las políticas inclusivas de vivienda, empleo y de convivencia propias de sociedades multiétnicas.

La transición ecológica exige avanzar hacia municipios neutros en emisiones, cuidando en extremo los espacios verdes y azules; una nueva relación de las empresas y la actividad económica con la ciudadanía basada en el cuidado del entorno y la calidad de vida; también políticas que inviten y refuercen nuevos hábitos de vida en movilidad, reutilización y reciclaje, construcción y aislamiento, producción y consumo energético.

Es hora de “acoger, proteger, promover e integrar” y, sin duda, el mejor lugar para hacer esto es la política municipal. Es lugar privilegiado, además, para una gestión pública de la diversidad religiosa.

La transición digital, por su parte, representa una oportunidad para nuevos empleos y empresas, para la modernización del comercio local, para mejorar las políticas de cuidados, para una Administración más eficiente y más próxima al ciudadano, y para la participación de la ciudadanía en la vida política municipal. Es preciso, no obstante, atender a la brecha digital, acompasando los cambios a los ritmos y posibilidades de adaptación de las personas.

Es preciso añadir una cuarta transición, la cultural, de la que habría que destacar el cambio de valores traído por el movimiento feminista y por los jóvenes. La mujer no es un área municipal, ni un ámbito de la sociedad, sino una perspectiva que lo transforma todo, el trabajo, la familia, la vida pública, la sexualidad, la memoria colectiva… y, consiguientemente, todas las políticas, de una forma transversal. En relación a los jóvenes, no debemos cejar en impulsar nuevos modos de participación política concreta, directa, basada en su protagonismo.

Desde un punto de vista religioso, como Cristianos Socialistas, queremos hacer énfasis en cuatro cuestiones:

En primer término, si la política general debe poner en el centro el servicio a la persona, la política local aún de forma más radical y directa. La persona es el fin, la política es el medio. Hemos de construir unas ciudades más humanas, donde se corrijan las desigualdades y se ejercite la cohesión social con quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad. Es también el espacio en que la participación ciudadana debe darse de manera más directa y habitual, no de elección en elección.

Si la política general debe poner en el centro el servicio a la persona, la política local aún de forma más radical y directa. La persona es el fin, la política es el medio.

En segundo lugar, es la hora de priorizar el cuidado de la casa común, el planeta que Dios nos ha dado a la humanidad. Ello exige –no rogativas- sino transformarlo todo: la vivienda, la movilidad, la iluminación, los sistemas de basura y reciclaje, el consumo, la producción… La opción por un desarrollo sostenible demanda nuevos compromisos y políticas más decididas, en las que es determinante el activo papel de la ciudadanía. Son necesarias ciudades más sostenibles y amigables con propuestas transformadoras como la ciudad de los 15 minutos, donde los servicios habituales están a esa distancia de casa.

En tercer lugar, ante la amenaza de utilizar la inmigración y la diversidad étnica como elemento de confrontación política, hemos de hacer énfasis en la propuesta de fraternidad y amistad social que nos proponen las religiones. Nuestras ciudades y pueblos están viviendo una profunda transformación humana. Han dejado de ser poblaciones homogéneas, para acoger personas y familias de una pluralidad de procedencias, idiomas y creencias. Es hora de “acoger, proteger, promover e integrar” y, sin duda, el mejor lugar para hacer esto es la política municipal. Es lugar privilegiado, además, para una gestión pública de la diversidad religiosa.

En cuarto lugar, respecto al modo de hacer política. Son muchos los candidatos a alcalde y concejales que dan el paso a la política como ejercicio de servicio concreto para su pueblo, su ciudad y sus conciudadanos. Entre ellos, los hay animados por sus convicciones religiosas. Son un ejemplo que merecen todo el apoyo de sus comunidades y de la ciudadanía. A todas y todos, nuestro ánimo a ejercer la política desde la cooperación y la cultura del encuentro, no desde la polarización exacerbada. Es el modo como la cultura democrática acabará venciendo las tentaciones autocráticas y el recurso a la violencia y la guerra para hacer frente a los conflictos.

Por último, como Cristianos Socialistas subrayamos que la dimensión cultural, solidaria, intergeneracional y educativa de las comunidades religiosas es un valioso factor de construcción social y cívica de nuestros pueblos y ciudades. Manifestamos nuestra disposición a mediar de forma activa entre las comunidades cristianas y religiosas en general y las políticas municipales y autonómicas del partido socialista.

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