Filosofía del fútbol

1 (Juego vital)

En la biología contemporánea la vida se define por su evolución a través de la selección natural, pero en el caso humano también por la selección cultural. El fútbol puede simbolizar la lucha por la vida a través de la selección natural del más fuerte, y de la selección cultural del más hábil. De este modo, el fútbol es una representación de la lucha vital por medio de la conjugación de la fuerza y la habilidad.

El fútbol como juego vital –ludus vitalis- nos enseña entonces que la vida no solo consiste en defenderse sino en atacar, pero sobre todo nos muestra la oscilación y mediación entre la defensa y el ataque. Una defensa numantina hace retroceder y perder, un ataque hiriente hiere y te hiere. A menudo la mejor defensa es un buen ataque, y el mejor ataque puede ser una buena defensa.

Ser defensor es ser conservador, ser ofensivo es ser progresista. Pero se trata de mediar y remediar la defensa y el ataque, de aquí la importancia estratégica del centro y del medio o media para equilibrar los contrarios. Por eso el fútbol es esencialmente un deporte relacional, porque relaciona a propios y extraños a través de una red o enredadera caracterizada por la ida, la vuelta y la revuelta, por una visión laberíntica del campo de juego.

2 (Formas de juego)

Esta versión del campo de juego como un laberinto es típicamente mediterránea y de inspiración cretense, y ha sido adoptada por el Barça y adaptada por la Selección española. En el centro del laberinto hay un Juez que es el árbitro, tradicionalmente de negro y representante de la justicia distributiva, la cual consiste en dar a cada uno lo suyo, es decir, lo que le corresponde según su juego. Ahora bien, el jugador-duende es aquel que logra franquear la ley con la gracia de la maña, como Maradona o Messi en el Barça e Iniesta en la Selección nacional.
El espíritu del Barça y el adyacente de la Selección se corresponde al llamado en la lengua griega “espíritu suave”, es decir, deslizante y laberíntico, relacional y enredador. Por su parte, el espíritu del Real Madrid no es ese espíritu suave, ya que cultiva un espíritu agudo y vertical, al contra-golpe y proyectivo. Cristiano Ronaldo es el auténtico héroe –Teseo- capaz de destruir olímpicamente el laberinto futbolístico, como lo fue Pelé otrora. En otros momentos estelares, como el Madrid de Di Stefano, el Real exhibía un “espíritu circunflejo”, porque flexionaba la defensa hacia atrás para disparar la delantera a través del medio o mediación de la media. El propio Di Stefano era el gran remediador o muñidor que, procedente del medio campo, accedía diblando como un diablo hasta la portería.

Finalmente el Atlético de Madrid no exhibe ni un espíritu suave o laberíntico, como el Barça, ni tampoco un espíritu olímpico y heroico como el Real Madrid, sino un “espíritu áspero”. La lengua griega denomina al espíritu áspero como espíritu rudo, y así es el juego del Atlético de Madrid, atlético y compacto, duro y correoso. Esta aspereza, rudeza o dureza típica del buen Atlético de Madrid, funciona bajo el liderazgo del hispano-brasileño Diego Costa, auténtico Minotauro oscuro del campo de fútbol, así como bajo la dirección del entrenador Simeone y su ayudante, auténtico Mono-tauro futbolístico. Bajo estos patrones el campo se convierte en batalla campal, donde el jugador como truhán deportivo se enfrenta al presunto señorío del Barça y del Madrid. De este modo, el realismo hirsuto del Atlético ha sabido enfrentarse convenientemente tanto a la realeza del Real como a la nobleza catalana del Barça, más que un club.

Ahora bien, esto es lo que tiene el fútbol, pero ¿qué es el fútbol?

3 (Lucha simbólica)

El fútbol simboliza la lucha por la ganancia vital frente a la pérdida mortal, aunque en este deporte siempre suele haber una revancha. El caso es que el tiempo futbolístico es lineal, pero admite el recurso cíclico en un campo que no es espacio cerrado, aunque lo esté, sino abierto. Esta apertura esencial del fútbol se condensa en el balón esférico que, lleno de aire, reflota transitando sobre la tierra, empujado hacia su objetivo: el gol. El gol tiene una doble acepción en su origen inglés, ya que significa la llegada del balón a la meta (goal), pero también la transgresión de la línea de meta (gol). El gol es la meta o límite y su traspasamiento, lo que confiere al fútbol el doble simbolismo de la lucha frente al obstáculo y la transgresión de la meta.

El fútbol es la lucha deportiva basada en la selección natural y la elección cultural, la fuerza y la maña, el esfuerzo y la habilidad, el coraje y el gracejo. Pero además en el fútbol entra un factor muy tenido en cuenta por la ciencia contemporánea, como es el azar, la suerte o la fortuna. El fútbol es un juego de fuerza, gracia y azar, un azar que no solamente es natural o físico (una caída o lesión), sino también cultural y hermenéutico (una falta o fallo), ya que entra en juego la adecuada interpretación del árbitro y sus adláteres o adjuntos.

La última conjugación del fútbol es la del aporte individual y del aporte colectivo. Aquí se conjugan el liberalismo individual y el comunismo socialista, la creatividad personal y la concreación o ensamblaje comunitario. A la sombra del entrenador como Gran Hermano, contratado por el presidente de turno, y bajo la panóptica mirada del Inspector-árbitro, la hermandad o fratría futbolística se enfrenta a otra hermandad o fratría futbolística, apoyada por la grada y su hinchada de fans y forofos, identificándonos así con unos colores o símbolos. Por una parte, el partido y su partida nos relaja de nuestras ocupaciones; por otra parte, nos excita frente al aburrimiento.

Conclusión (Sentido)

Quizás lo más filosófico del fútbol está en posibilitarnos la proyección de un sentido siquiera aéreo o deletéreo, encapsulado en el balón redondo, lanzado con la cabeza y los pies aunque no con las manos, más allá de nuestra confinitud o confinamiento en el mundo, plus ultra, por encima de nuestros litigios cotidianos, tratando de sobrepasar el límite establecido e intentando meter la esfera circular del balón en la cuadratura rectangular de la portería.

Lo cual es proyectar un auténtico “mandala”, símbolo del sentido existencial, ya que encuadra el círculo en el cuadrado, resolviendo así la cuadratura del círculo. El gol es la meta o límite y su trasgresión o sobrepasamiento: el sentido celeste que asume su destino terrestre, y el destino terrestre que se abre a su sentido celeste.
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