Clases de pobres y la propia justificación.

Hasta las matemáticas elementales se tornan abstrusas cuando las roza la creencia. Dicen: "Este pobre puede recurrir a los servicios sociales". ¿Y los otros no? ¿No existen organizaciones municipales o estatales que atiendan a los indigentes? Cuestión de encauzamiento.
Parece que flota un pensamiento siniestro como que el pobre cercano y conocido es miserable, vago y borracho; en cambio el pobre desconocido y lejano es hijo de Dios, redimido por Cristo y miembro de la Iglesia.
Esto del "dinero para los pobres y marginados" suele conjugarse con una cuestión de proporciones. Hay congregaciones dedicadas a aliviar el sufrimiento de los más pobres: eso está bien, está muy bien. Y gozan, o "sufren", el aluvión de donaciones hechas por personas bienintencionadas que quieren canalizar su sentimiento filantrópico por ese medio, al que suponen honrado "a carta cabal" y desinteresado.
¿Dónde termina ese dinero? Todos sabemos dónde, porque es natural que sea así: en las cuentas corrientes de dichas congregaciones. Y vienen las particiones o proporciones oportunas.
Se las exculpará con un "necesitan también dinero para funcionar". Investigue quien esto lea, cuál es la proporción, con los porcentajes de rigor. De 100 euros para los pobres, ¿qué cantidad llega a ellos? Y también ¿a qué pobres? ¿a los suyos? ¿a los que viven en sus residencias? ¿a los que creen en Dios? ¿para hacerles creer en Dios?
No se nos entienda mal: el dinero que se entrega al pobre de la parroquia --y muchos realmente lo son--, va íntegro al destinatario. Lo otro es una ONG necesaria en muchos lugares del mundo donde, si no fuera por ellos, la pobreza sería miseria y muerte segura. Pero...
Cuestión aparte y consideración distinta es la labor que muchos realizan de proporcionar una caña de pescar al indigente o sacar del marasmo mental a masas de niños abandonados a su suerte. Uno entre muchos, recuerdo la labor de Kike Figaredo, con quien conversé hace unos años sobre su labor en Camboya o la de mi amigo Germán Fresán y su Cooperativfa en Mozambique.