Dimes y diretes teologales o Jon Sobrino como pim pam pum.




Allá por 2007 saltó a la prensa civil el caso de la defenestración dogmático-religiosa de un teólogo de campanillas, Jon Sobrino, barcelonés y vasco, jesuita, que el pasado veintisiete de diciembre cumplió su septuagésimo tercer cumpleaños. En su momento, uno que ramoneaba por RD como residuo de la era de los diplodocus, o séase del Jurásico, puso su verbo encendido al servicio de la Santa Maestra Iglesia para denostar doctrinas que se apartaban del otro magisterio, el de quienes detentan el "ordeno y mando".

Jon Sobrino... He leído aquí y allá aspectos de su devenir vital y he de confesar mi profunda admiración por él, de profesión "persona", de ocupación "preocupación" y de vida "al borde", bien al borde físico de la misma, bien al borde de su vida profesional. Puede ostentar con orgullo el último título honorífico, no el de Honoris Causa de Deusto sino el de "relapso de la CDF", o sea, "mártir de Ratzinger".

Por tener juicio propio respecto a aquellas cuestiones no admitidas o sancionadas como heréticas por la Congregación para la Fe, he leído algunos artículos suyos con suma lentitud y anotando mis propias observaciones al margen. Son artículos difíciles de entender, desde luego, pero de una claridad meridiana si tenemos en cuenta su proceso vital.

Contrasta la doctrina vertida con esa otra especie de escritos --en abundancia en este foro digital-- donde todo resulta tan almibarado y acaramelado que, amén de sentirlo como manido y remanido, producen un empacho a la altura de los turrones de mazapán navideños.

Estoy por pensar que muchos que denuestan o pontifican a la contra respecto a quienes en teoría debieran ser sus maestros en la fe, los teólogos, no han leído siquiera una línea de lo que rechazan... por rechazado. ¿Dónde queda el criterio propio en mentes que se suponen informadas? Les basta con que el otrora Ratzinger, maestro de teólogos y hogaño Santo Padre, dijera que no. Para eso toca bien el piano... y debe hacerlo siempre en do bemol mayor, o sea, con siete bemoles.

Dicho esto, hay que reconocer, asimismo, que los mendrugos doctrinales que sumistra Jon Sobrino son de tal entidad que al primer mordisco puede dejar mellada la dentadura del primer incauto con hambre de sabiduría.

A la vista de los dimes y diretes de unos y otros, uno no puede por menos de parar mientes en el apólogo referido a los gazapos disertando sobre si serían galgos o podencos. O, en otro orden de cosas, si "La infancia de Jesús" o la última homilía del coadjutor de mi parroquia al lado de los escritos de J.Sobrino pertenecen a la misma sinagoga católica.

Aquí les dejo, para solaz del intelecto y quizá horas de meditación, unas muestras doctrinales no asimiladas por el sistema digestivo de la Congregación depuradora.

"El lugar eclesial es lugar real de la cristología dentro de una realidad más abarcadora: el mundo de los pobres. Ese es su lugar social-teologal. Y digamos que si el lugar, en cuanto eclesial, influye sobre todo en el contenido cristológico -quién es Jesucristo-, el lugar, en cuanto social, influye sobre todo en el mismo modo de pensar cristológico -cómo abordar a Jesucristo-."[¿Te aclaras con la metodología?]

 Cristo representa la radicalidad de la iniciativa divina de comunicarse al hombre humanamente y, a la vez, que lo humano sólo en Dios encuentra su principio de realización[subráyese radicalidad]

 Si la cristología patrística carece de concreción, de historia y de relacionalidad, la limitación fundamental de la fórmula (de Calcedonia), raíz de todas las demás, es el concepto de naturaleza que excluye la historia en la concepción de la realidad e historicidad en la concepción del ser humano". [¡lo ves dónde estaba el problema!]

 Sin embargo, al hacer espacio a Jesús en Dios, Nicea deja asentado el principio de la concreción y la parcialidad de Dios. [No se puede explicar mejor Nicea con menos palabras]

 Con el término "prósopon" o "hypóstasis" Calcedonia afirmó la realidad divina última de Cristo y que ésta constituye el principio metafísico de unidad en él de su divinidad y de su humanidad. Para el concilio "lo que sea último e incomunicable de la realidad concreta de Cristo está en el Hijo, no en su naturaleza humana", es decir, "que aquello que sea 'último' en Cristo es divino".
[Uy, algo previó malo el pre-B16]

 “En Nicea el Hijo es declarado consustancial por lo que Jesús 'es' (nacido unigénito del Padre), pero no por lo que Jesús 'hace'”. Aunque Jesucristo esté dentro de la divinidad, “persiste la universalización versus la parcialidad”. [Repítalo, que no está tan claro]

 Frente a la pregunta moderna: ¿qué es posible saber de Jesús de Nazaret?, la cristología latinoamericana recoge los resultados de la crítica histórica, no deduce por cuenta propia criterios apriorísticos de autenticidad. Pero a posteriori, a partir de la semejanza histórica entre la historia de Jesús y la actual, confirma lo histórico de Jesús en la línea de la verosimilitud. Desde la realidad latinoamericana, a partir del seguimiento de Cristo en las comunidades, la cristología infiere que Jesús debió ser y actuar de determinada manera y no de otra [reconozcamos que esto último es genial]

 Jesús expresa lo último en una unidad dual o en una dualidad unificada. En lo último siempre está Dios y algo que no es Dios. Y por ello hay que hablar de Dios y de reino; o, en otras formulaciones, hay que hablar de Dios y de voluntad realizada de Dios, de Dios y de pueblo de Dios, etc. [¿claro?]


¿Está claro? Pues nada, a meditar tocan.
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A la vista está el porqué de ser defenestrados, no sólo Jon Sobrino sino todos aquellos que destilan similares brebajes. El autor de "La Infancia de Jesús" no podía tolerar que lo que se escribe haya de pensarse tres veces. Él, gracias al E.S., se hace entender mejor: Creo en Dios Padre todopoderoso... seguido de "Ayudar a la Iglesia en sus necesidades". Pues lo dicho: "La Infancia de Jesús"... Y si a tal lectura adjuntan la musicalización de la misma con la obra homónima de Hector Berlioz, provechosas que habran sido estas navidades.
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