Dogmas, palabras, pensamientos, deducciones... ¡hay gente que piensa!

Resumen de lo que sigue, para quien opte por no perder el tiempo:abandona las religiones la persona que piensa en ellas. Se nos dirá que nos repetimos más que los pepinos, girando en torno a los mismos pensamientos con los mismos argumentos, pero… ¡qué se le va a hacer! No tenemos otros ni otra manera de expresarlos.

Sírvanos de justificación contrastar el nuestro con el proceder de la Iglesia, que logra lo que pretende poniendo en práctica eso tan efectivo de “poco, pero muchas veces": credo in unum Deum Patrem omnipotentem…” todos los días.

Pues lo dicho, seguimos con nuestros tópicos.

Todas las personas piensan y deducen. Otra cuestión es que “ejerzan”. O que ejerzan en todo y para todo, algo que no está al alcance de la mayoría. Esa persona que piensa y deduce, generalmente lo hace “con conocimiento de causa”, es decir, inquiere por el origen, el fin, las concomitancias, etc. de tal o cual verdad. Si el asunto cautiva su atención, profundiza, revuelve, pregunta, sistematiza...

Y en aquello que le interesa llega a conclusiones personales que se hacen categorías de pensamiento, estructuras mentales de tal modo que conforman su modo de pensar, de hablar, de actuar y de regirse en la vida. ¿Prejuicios? Podrían ser. ¿Criterios? Es lo que debieran ser.

Nada hay tan excitante para el pensamiento como las "ciencias del espíritu" y valga esta vulgarización léxica para reunir en tal concepto aquellas que afectan vivencialmente al hombre: política, filosofía, arte, ética, psicología, historia, religión... Aunque técnicamente no sea una ciencia, uno de esos "conocimientos" es es la religión.

Apliquemos lo dicho a la creencia y sus objetos "intelectuales". El diletante interesado ha estudiado, ha considerado y ha conocido la existencia de muchos salvadores en otras religiones, con demasiadas concomitancias y rasgos paralelos al salvador cristiano.

Asimismo ha sabido de muchas otras “concepciones virginales” “acaecidas” en otras religiones. Asimismo ha deducido por qué el cristianismo “también” asumió tal “hecho” para doctrina de sus fieles.

Ha percibido el por qué profundo de hacerle a Jesús nacer de modo sobrenatural.

Ha profundizado en la necesidad que tenían los evangelistas de anunciarlo así en ese tiempo y a esa sociedad de gentiles, helenos y orientales (mito que entronca en otros mitos o mito que completa otros mitos).

Y a la par, la persona que piensa se desliga del poder de sugestión que tienen los credos asumidos en la infancia y contrasta la irracionalidad de un Dios que crea a los hombres “sexuados” y sin embargo prescinde de algo “tan humano” cuando se trata de su Enviado.

Y no puede por menos de hacerse preguntas como ésta: ¿es que entonces la reproducción sexual es algo malo? Y responde y pregunta de nuevo y nuevas respuestas...

En fin, que la persona racional que va contrastando verdades, las de sentido común y las científicas –historia y teoría de los mitos— con credos, deduce la irracionalidad y el engaño de éstos...

Y de repensar un dogma pasa al otro y al otro y al otro, hasta llegar al origen. Es entonces cuando llega al principio de todo, al meollo de todas las religiones, en lo que todas coinciden: Creo en Dios...

Necesariamente esa persona que piensa no puede por menos de trocar esa creencia, resumida en un Dios-persona, por otro pensamiento más ajustado a sus conocimientos y deducciones:

Creo que la mente de los hombres ha generado una idea, común a muchos hombres, que han venido en llamar Dios, y que funciona como arquetipo o “super yo”, al que asignan la función de protector, creador, justificador, sancionador y sostén.


Es entonces cuando tal persona llega a la conclusión de que, con el pretexto de llevarle por caminos seguros hacia ese Dios salvador, por “salvarle”, le han estado vendiendo verdades envueltas en palabras de celofán para sonsacarle privilegios: su dinero y su poder.

Referido a quienes propagan el mensaje, aunque los mismos extraigan fuerza y vitalidad de aquello en lo que creen y presuponga buena fe en muchos de los que administran la credulidad, también deduce o que esos mismos prestes han sido abducidos desde su infancia por ideas cautivadores o que hay determinados dogmas irracionales que no afectan en absoluto a su relación o religación --religión-- con Dios y que no necesita tragar ruedas de molino para rezarle y seguir sus preceptos éticos, que, por otra parte, ¡son tan “naturales”!
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