Santos ofensivos, extravagantes y raros.


Este año y a pesar de mi propósito, la fiesta de "Tosantos" ha pasado sin poder hincar el diente en su carnaza; y apenas en sus "huesos", excesivamente dulzones. Y lo sentimos porque los santos dan mucho juego en cualquier palestra, más en ésta que a eso dedicamos los ocios.

Y ahora, pasada la festividad, no sé por qué ni "a santo de qué" viene este artículo. Bueno, sí. Sí sé por a qué viene a cuento esto de los santos: tengo que escribir una carta a tal entidad que nos regala anualmente el calendario donde más que nada apuntamos --ay, la edad-- las citas médicas.

Una carta con una propuesta: ya que eso de los santos del día no dice nada a nadie, porque ni siquiera para onomásticas sirven, sugiero que, sin eliminar a todos, que alguno se puede salvar, se comience a sustituir esta retahíla de nombres por otra, la de aquellos que fueron algo en la historia, benefactores de la humanidad, pensadores, inventores, literatos, músicos, en definitiva, personajes que cambiaron la historia o influyeron para mejorar las condiciones de vida de las gentes.

De todas formas, ya que estamos aquí y hemos comenzado, ¿por qué no seguir con algunos santos que tienen cierta enjundia? Pensamos, por ejemplo, en aquellos que ponen como intercesores, abogados, propiciadores y protectores de profesiones y actividades.

Lo menos que podemos decir de ellos, “santos protectores”, es que, considerados en aquello que protegen, en el efecto que producen y el modo como lo hacen, como poco son una ofensa al buen gusto.

Hay “santos” para todo y a veces ni se sabe por qué son “protectores de...”. Algunos están asociados a determinados males o a la consecución de bienes específicos ¡sólo por el nombre! Como la rima en asonante es fácil y el nombre contiene “pan”, se invoca a San Pancracio para tener salud y trabajo.

Dicen que San Pancracio fue decapitado por edicto de Diocleciano. Por esta razón hay quien le reza para combatir la migraña. Otra de sus virtudes es la de proteger contra el perjurio y el falso testimonio. Sucede que tanta virtualidad terapéutica ha pasado a mejor vida, aquella que nunca tuvo más que en las mentes depauperadas de menesterosos sin Seguridad Social.

Otras veces, dejando aparte el origen espurio de su intercesión e incluso sin estar cierto de que el santo haya alguna vez procurado tales beneficios, el crédulo confía en que a él sí le conceda “esos favores”, los suyos, porque son específicos de él... o porque se los pide con devoción.

Hay santos con mercedes exclusivas, como si de especialidades artesanales se trataran, curiosamente casi siempre medicinales. San Judas , cual fontanero que tuberías o grifos, remedia las causas imposibles (¡que ya son ganas de retorcer la gramática, haciendo posible lo imposible!); para no tener necesidad de Celestinas que procuran novio, Santa Rita o San Antonio aseguran el casamiento; no harían falta mamografías puesto que Santa Águeda, Acisclo o Victoria protegen los pechos femeninos; San Expedito, como su nombre indica, hace fáciles los partos, sin necesidad de acudir a comadronas ni hospitales.

Blas para las anginas; Luis Gonzaga el estómago; Vito contra la histeria o el nerviosismo; Antonio Abad cura picores, verrugas y es protector general contra cualquier mal de los animales; Martín de Porres, enfermos incurables; Genoveva es adecuada para el hambre...

¿Para qué seguir? La lista de que dispongo comprende cuatro apretados folios, pero podría ampliarse mucho más. No es casual que contra la peste del ganado prolifere otra peste, la de los protectores que de nada protegen: Sebastián, Valentín, Walburga, Agata, Roque, Bárbara, Bruno, Casimiro, Catalina de Siena, Cristóbal, Cutberto, Edmundo, Colmano, Francisca Romana, Francisco de Asís, Fco. de Paula, Fco. Javier, Genovevo, Gregorio Magno, Leocadia, María Magdalena, Marta, Rosalía... Todos ellos con el “san” de rigor por delante.

Pero, para retorcer más el misterio, parece que hoy día son más recomendables, a la hora de buscar su patrocinio, los candidatos a santos, que como tienen necesidad de consumar milagros, hacen esfuerzos sobredivinos para que Dios les permita realizar alguno. Recomiendo algunos: Don Joaquín Ballester, de la zona de Valencia; Madre María Séiquer Gayá, de Murcia; Teresita González Quevedo, de Madrid; el venerable Padre Francisco Tarin, Sevilla; María de los Ángeles Ginard Martí, Mallorca…

La relación de "favores recibidos" estremece (1). Suelen aparecer en las hojas postulantes. Si alguien quiere recomendación, debe ser cierto que su intercesión es más efectiva que la de otros ya glorificados. Todos ellos pasaron por este mundo haciendo el bien, siguen haciéndolo y gozan de Dios en el cielo.

(1) Recojo uno de Camas, provincia de Sevilla: "Le envío esta limosna en agradecimiento por un favor concedido: Mi hermano estaba muy mal y pedí que descansara en paz, le puse una estampa del P. Tarín y a la media hora murió". Venerable Padre Tarín. Año 53.Julio-Sept 2005. Hoja Nº 437 Sin comentario.
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