Trinidad epistémica: filosofía, ciencia y teología / 5-A

Alexámenos cebete zeon. Alexámenos honra a sus dioses.Non includit Deum assumere naturam asininam


El bálsamo que cicatriza la herida del tiempo se llama religión; el saber que nos lleva a convivir con nuestra herida se llama filosofía (Octavio Paz)
La vida antigua fue cosmocéntrica; la medieval, teocéntrica; la moderna, antropocéntrica (Ortega)

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Después de examinar las relaciones de la filosofía con la ciencia y de ésta con la pseudociencia, conviene referirse a la relación de la filosofía con la teología y la religión (la teología puede considerarse el sistema nervioso de la religión).

La teología (del griego theós= dios o divinidad y lógos, discurso racional) es un término polisémico. Aristoteles usa repetidas veces el vocablo teología con dos significados: el primero en sentido peyorativo y en referencia a los pensadores míticos (theólogoi), como Hesíodo, en contraposición a los primeros filósofos a los que llama físicos (phýsikoi), como Tales o Anaximandro.

Pero teología o ciencia teológica (theologiké epistéme), con un segundo significado, es la parte más importante de la llamada filosofía primera (prôte philosophía), denominada más tarde “Metafísica”, por tratar asuntos que van más allá (metà) de los asuntos de la phýsis (tà physikà) o naturaleza.

Es el saber supremo, que versa sobre la substancia suprema, Dios, como explicación última del movimiento estudiado en la Física. De ahí sus atributos de motor inmóvil, acto puro, forma inmaterial, causa final del cambio, coeterno con el mundo etc.

De hecho es Aristóteles el creador de la más tarde llamada teología natural o racional, por basarse en la mera razón, a diferencia de la teología revelada basada en la fe. Este dios aristotélico nada tiene que ver con el Dios creador y personal del monoteísmo religioso, objeto de fe.

M.Terencio Varrón distinguió un triple significado del término:

a) la teología mítica, que narra las historias de los dioses, tal como aparece en los poetas;

b) la teología natural, propia de los filósofos, para referirse al ser supremo, y

c) la teología política, que versa sobre los dioses del Estado.


Agustín toma de Varrón la teología natural (theologia naturalis), propia de la filosofía y la subordina a la teología sobrenatural (theologia supernaturalis), basada en la revelación cristiana y superior a la primera, pues considera que la fe, don sobrenatural, es superior a la luz natural de la razón.

Tomás de Aquino, en la Edad Media, distingue claramente entra la teología natural, que trata de la existencia y esencia de Dios desde el punto de vista filosófico de la razón natural (lumen naturale) y teología revelada, que trata del Dios monoteísta cristiano, desde el punto de la fe (lumen fidei, seu supernaturale).

Aquino, muy influenciado por Aristóteles, da autonomía a la razón, pero solo relativa, pues, en caso de conflicto entre ambas, la razón queda supeditada a la fe. De hecho, la filosofía viene a ser la sirvienta o sierva de la teología (ancilla theologiae).

Al término de las cinco vías, ninguna de las cuales es original de Tomás, éste identifica el Dios monoteísta de la fe cristiana con el dios de la filosofía griega, en especial el aristotélico, helenizando por segunda vez la religión cristiana.

La precaria síntesis de dos visiones antagónicas de la divinidad terminó en fracaso. Como dice Ortega (cfr. En torno a Galileo, “el theós es cristiano y el lógos predominantemente de Grecia”.

En efecto, en el s. XIV, el franciscano Guillermo de Occam derriba el edificio de la síntesis tomista de la teología natural, separando la fe de la razón y reivindicando una fe cristiana original, no contaminada de filosofía pagana. Su voluntarismo y fideísmo le lleva a afirmar que ningún dogma cristiano es racional e incluso sobre la encarnación, escribe que “non includit contradictionem Deum assumere naturam asininam”.
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