El absurdo religioso.

Las religiones han sido y son numerosas. Las más importantes, con centenares o miles de años detrás. Como todo lo humano, "nacen, crecen, se desarrollan y mueren".

Ante la crisis actual de las grandes religiones, por defección masiva de fieles y por propia esclerosis de sus estructuras, el ecumenismo es una palabra que ha calado como tabla de salvación para su supervivencia. Y este ecumenismo presupone algo en común, que lógicamente debiera ser "dios", aunque de hecho no es así.

Resulta curioso leer los textos que cualquier "conferencia de las religiones del mundo" elabora al final de sus debates, porque apenas si tienen algo en común que sea distinto al anhelo de la humanidad: paz, progreso, moralidad, justicia, acordarse de los pobres...

Sin embargo sí tienen algo en común; todas las religiones tienen un punto de coincidencia ecuménico: el absurdo.

El primero es creer en un Dios universal --esto sería lógico-- pero que sólo ellas y cada una de ellas detentan.

El segundo es prometer una salvación que sólo vendrá a través del credo de una religión determinada.

El tercero estar convencidos de que la carne resucitará, la suya, en tanto que los infieles, los otros, no gozarán de visiones beatíficas y muchos habitarán infiernos eternos...

A partir de ahí surgen absurdos menores que teólogos, místicos y santos "descubren", como la aceptación redentora del dolor, el que ese Dios se haga hombre, crear un mundo de promesas que justifica imperios mediáticos presentes, que por luchar y morir recibirán un paraíso de huríes...

Al hombre que se para a pensar, su inteligencia le dice lo contrario, ¡pero...! Hay otros condicionantes que le impiden ser consecuente. El fiel creyente tiene miedo a desprenderse de la magia de la niñez, “por si acaso”. El creyente de buena fe no se atreve a dar el paso para desterrar de su mente todo aquello imposible de digerir.

De las religiones ciertamente se salva su doctrina moral y su legado literario y artístico, pero lo fundante no es eso --eso son consecuencias-- el mensaje medular lo constituyen las creencias religiosas propias, las de cualquier religión o secta

Es ahí donde la inteligencia de cualquiera encuentra motivos fundados y sobrados de agravio y humillación de la persona.
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