La ínsita malicia del creer (1/3)

Dicen como espetando con sus "dicta": ¿Qué tiene de malo creer, adscribirse a un grupo de oración, comprometerse con una causa religiosa, entregar tiempo y energías, incluso dinero, a extender la doctrina, tratar de ampliar los círculos de influencia, etc.?

A primera vista, deberíamos admitir que no hay nada malo en ello, siempre que “eso” “ayude al desarrollo de la persona y no haya otra forma mejor de encarar o encauzar los problemas".

Las más de las veces no es así. Y no valen explicaciones de lo contrario apelando a minúsculas porciones de la masa crédula. Así,cuando adherirse a un grupo, secta, asociación o congregación genera consecuencias de tiranía o dependencia mental, no sólo hay que denunciarlo sino perseguirlo.

Para quien quiera entender "de otra manera" lo que conlleva creer, he aquí algunas secuelas nefastas que la creencia organizada tiene para la persona:

Cuando la creencia tiene alguna relación con el psiquisma perturbado de la persona, el credo no sana los problemas psicológicos que inducen a creer, los enmascara, los oculta... y dichos problemas siguen creciendo en el interior del individuo hasta hacerlo dependiente de las prácticas --cualquiera de ellas sirve-- pretendidamente curanderas.

• Algunas creencias pueden parecer inocuas para la inteligencia, pero admitidas unas, se admiten todas. Ello trae consigo la admisión por la mente de creencias disparatadas. Piénsese en las videncias, locuciones, milagros de lo más varipinto, confianza en el poder curativo de la oración por influjo directo de la gracia (que no de la propia fuerza de la mente para curar).

• Quien está inmerso en una sociedad fundada en credos, necesariamente debe practicar sus ritos. Secuela nefasta, dado que implica la admisión y realización de acciones antirracionales y sin sentido virtual alguno. Confunden y mistifican sentimientos generados por influjo colectivo --cuánto de esto vemos en las procesiones de Semana Santa-- con acción directa de la Virgen, Cristo o el Espíritu Santo.

• Una acción responde siempre a una finalidad. Se hace algo para conseguir algo. Insistiendo en el punto anterior, la sociedad crédula, cualquiera de ellas, impone la obligación de practicar determinados ritos que no tienen sentido alguno práctico y que no guardan relación con la finalidad buscada.

• Creer no genera personas buenas ni mejores. Quizá ayude, pero no más que cualquier conferencia sobre moralidad, cualquier celebración profana, cualquier discusión entre amigos... Es en realidad un sistema esquizofrénico que no genera personas mejores.

• Todas las creencias remiten a mundos inexistentes, bien en el más allá --la vida eterna-- bien en el retorno reencarnativo previa purgación de lacras anteriores. Es la remisión a esperanzas infundadas, que suplen las carencias que en este mundo todo mortal padece. Mundos de paz, de justicia, de satisfacción sexual incluso (islam), de felicidad plena... Esto, para cualquier personas sensata, es un engaño, quizá el mayor engaño de todas las religiones habidas y por haber.

• Si descendemos de la teoría general y accedemos a realizaciones particulares de la credulidad --sectas, congregaciones, etc-- asistimos a todo un complejo de prohibiciones que coartan ("voluntariamente", dirán, pero no es así) la independencia para moverse, relacionarse, tratar y querer, especialmente con personas de sexo diferente.

• Añádanse, dentro de ese grupúsculo multitudinario de aspirantes a la perfección, la cantidad de prohibiciones absurdas respecto a lecturas, vistas, audiciones, etc. a las que deben someterse (siempre "voluntariamente", ¡por favor!)

• La experiencia en el trato con "esta gente", como suelen decir quienes han convivido o se han topado con grupúsculos fervorosos, no puede ser más delirante (no decimos todavía denigrante). No es "natural", su forma de hablar no casa con la forma de hablar del común de la gente, no hay temas comunes... Crean de forma artificial, no real, lazos grupales de unión que generalmente son excluyentes. Ya es significativo que nunca hablen de sus "experiencias"... A lo que dicen los "otros": ¿Pero no es eso algo positivo para ellos, no es algo digno, gratificante, maravilloso? ¿Por qué se callan? ¿Por qué no lo cuentan?

• Lourdes y Fátima "a lo bestia". Milagros siempre sanitarios para confirmar santidades. Oraciones por la salud, encomendarse a tal o cual para curarse de esto o lo otro... Todo ello sucedáneos de curación moral y física que la credulidad dice proporcionar.

• Por generar consecuencias graves como desunión familiar, enfrentamientos sociales, desobediencia a las leyes, guerras sin cuento, etc. etc. etc.

• Por utilizar a la persona, las más de las veces para sonsacar dinero.

• Porque con frecuencia los que dirigen se sirven de los que creen para dar cauce a pulsiones no siempre claras: afán de dominio, afectividad mal encauzada...
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