Se ha definido esta vida como un “valle de lágrimas”: sabrosas lágrimas de emoción, de risa, de alegría, de ilusiones...; agrias lágrimas de dolor, de tristeza de impotencia, de rabia... Y “lágrimas de cocodrilo”.
Un otoño de lágrimas: una gota fría de lágrimas, un diluvio de lágrimas. Unos lloran. Otros hacen llorar...
Bienaventurados los que lloran...” Así leído, ¡qué utopía! ¡qué espejismo!...
Bienaventurados los que hacen llorar: “quien ríe el último ríe mejor”...
Se han derramado muchas lágrimas por las víctimas del terrorismo. Dos aviones estrellados contra torres emblemáticas. Se conmovieron sus entrañas; entrañas de hierro y cemento. Dentro, latía vida; había “vidas”.
---Ben Laden: “Los verdaderos objetivos eran los símbolos del poder militar y económico”. Las muertes son “lamentables efectos colaterales”. ¡Lágrimas de cocodrilo!
---G. Bush: “Hay que combatir el terrorismo”. Con las mismas armas. El objetivo es Ben Laden; “los otros”, los huidos, los refugiados, las víctimas inocentes, son “efectos colaterales”. ¡Lágrimas de cocodrilo!
Derramamos amargas lágrimas por las víctimas “propias”. Las “ajenas” no son lágrimas. Son “perlas que resbalan por ebúrneas mejillas de porcelana” (el poeta). Lágrimas de cocodrilo.
Bush, en su intervención en la Asamblea de la O.N.U. --¡qué paradoja!, una Organización para la paz y el desarrollo de los pueblos--, proclamó que el “objetivo prioritario es combatir el terrorismo”.
¡¡Por Dios!! ¡¡Por Alá!! ¿Puede haber un objetivo más prioritario que combatir las desigualdades, el hambre... los “efectos colaterales” del esclavizante poder económico y de la globalización? ¿Quién enjuga las lágrimas de los que ya no tienen ni lágrimas para llorar: lágrimas de hambre, lágrimas de incultura, de enfermedades, de subdesarrollo...?
El terrorismo es una lacra y hay que extirparlo... Y el hambre es una lacra, y el sida es una lacra; y la incultura y la miseria y el no poder vivir como personas son una lacra.
Pakistán se beneficia de su alianza con EE.UU. Y se levantan las sanciones y bloqueos contra él. “El que no llora no mama”.
¿Y los que ya no pueden llorar? ¿Verán alguna vez perdonada “su deuda externa”? No lloran. Se tragan las lágrimas.
¿Las entrañas de qué “torres” se tendrán que estremecer?
¿Llegará un día en que puedan derramar un diluvio de lágrimas de alegría, de emoción de ilusión... como cualquier “persona” que no sea un “cocodrilo”?