“Imaginemos a un compositor famoso, orgulloso, a quien nadie puede inducir a que componga una ópera para cierta mujer hermosa, pero que, al saber que un odiado compositor rival piensa hacerlo, emprende inmediatamente la tarea; o a un hombre de ciencia que durante su vida se ha negado siempre a publicar sus escritos en periódicos pero que, al ver que un hombre de ciencia rival se equivoca en una sola letra, se olvida de la regla y corre a aparecer en letras de imprenta. Ahí hemos puesto el dedo en la cualidad singularmente humana de la mente.”
Los factores inconscientes que están en la base de nuestras reacciones automáticas (reflejas, instintivas, viscerales o pasionales, prejuicios, intuitivas, etc.) explican nuestras tendencias más profundas e incontrolables desde la conciencia.
- Ésta se encargará luego de buscar explicaciones más o menos creíbles, ya que “el intérprete” que llevamos incorporado de serie es un experto en trucar recuerdos y ofrecer explicaciones justificadoras más o menos creativas o inverosímiles.
i. A esta servidumbre de la razón a una idea previa, desconsiderando la explicación objetiva (que comprende elementos no tan deseados y razones menos presentables) la denominamos racionalización.
A la hora de explicar nuestro ocasional descontrol personal, grupal o social, en las situaciones antedichas (guerras, fiebre del oro, desastres, huelgas policiales, matanzas y violaciones racistas, etc.) hemos de entender que el freno moral no es, después de todo tan eficaz ni abstracto (extrasituacional).
Entre los factores que nos deshumanizan e insensibilizan cabe entender dos: los que nos vuelven más animales y los que nos vuelven más máquinas.
i. Entre los primeros, cabe proponer el cortocircuito pasional que ofusca la razón en pro del control de un cerebro más primitivo (A. Damasio) e instintivo.
ii. Entre los que nos vuelven más ciegamente obedientes y mecánicos (deshumanizados al modo de robots insensibles, como mostraba el experimento de Milgram) hemos de proponer el atractivo que para cierto tipo de personas (productos de cierto modelo educativo) tiene la cesión de su autonomía a otra figura personal (líder espiritual o político; presidente, jefe, iluminado) o abstracta (patria, Dios, grupo electo, etc.)…
2.a. John Hartung (citado por Dawkins, en “El espejismo de Dios”, págs. 272-276) tiene muy claro que el “no matarás” bíblico siempre significó “no matarás judíos” y que “prójimo” significa “compañero judío”.
En realidad, tampoco se entendió nunca, ni se entiende hoy, que el mandamiento nos obligue frente a soldados enemigos en tiempo de guerra (me temo que en la actualidad, sigue siendo innecesario, en tal situación, que el enemigo sea militar).
Maimónides (el sabio judío del siglo XII) expuso el significado de “No matarás” como sigue: “Si alguien mata a un único israelita, viola un mandamiento negativo, ya que las Escrituras dicen “No matarás”; si alguien asesina premeditadamente en presencia de testigos debe ser matado a espada. No es necesario decirlo, uno no debe ser matado si asesina a un pagano”.
No es necesario decirlo…
2.b. El experimento de Tamarin.
El psicólogo israelí George Tamarin presentó a más de un millar de estudiantes israelíes de entre 8 y 14 años, el relato de la batalla de Jericó en el Libro de Josué:
“…el Señor os entrega la ciudad. La ciudad será dada a la destrucción con todo lo que en ella hay… Pero todo el oro y toda la plata, así como todos los objetos de bronce y de hierro, serán consagrados al señor e ingresarán en su tesoro… Luego destruyeron con la espada todo lo que había en la ciudad: hombres y mujeres, niños y ancianos, y hasta el ganado mayor y menor, y los asnos… Luego prendie-ron fuego a la ciudad con cuanto en ella había; pero la plata y el oro y los objetos de bronce y de hierro fueron entregados a la casa del Señor.”
Luego Tamarin hizo a los niños la pregunta moral: “¿Pensáis que Josué y los israelitas actuaron correctamente, o no?”.
Los niños tenían que elegir entre A (total acuerdo), B (acuerdo parcial) y C (total desacuerdo).
El resultado estuvo muy polarizado: el 66% estaba totalmente de acuerdo y el 26% en total de desacuerdo.
- Quienes estaban de acuerdo decían estarlo por razones religiosas y nacionalistas (que se demuestra como uno de los recursos más frecuentes para romper el freno o la contención moral). Incluso algunos de los que se oponían vehementemente, no lo hacían por motivos humanitarios ni morales de visión más amplia… sino por motivos también religioso-nacionalistas o utilitarios (no menos racistas): “quien entra en tierra impura se convierte en impuro”; “los animales y las propiedades eran aprovechables”.
Pero Tamarin utilizó un grupo de control para su experimento.
A este tercer grupo, compuesto por 168 niños israelíes se les dio el mismo texto del Libro de Josué, pero sustituyendo el nombre de Josué por el del “General Lin” e Israel por “un reino chino de hace tres mil años”. El experimento arrojó resultados opuestos. Sólo el 7% aprobó el comportamiento del General Lin, en tanto un 75% lo desaprobaba.
– Bastaba eliminar de la ecuación la lealtad al judaísmo para enderezar los juicios morales de los niños y hacerlos coincidir con los de la mayoría de personas humanas modernas (fuera de tiempo de guerra).
– En suma, la acción de un bárbaro acto de genocidio aparece distinta y desenfocada bajo el prisma del enfoque religioso. De modo que es la religión la que en este caso establece la diferencia entre que los niños condenen o aprueben un genocidio.
Nota final. Como el lector conoce, mi posición particular no es anti-religiosa sino anti-intolerancia, pro-libertad.
Esto significa que no creo que la religión “per se” tenga por qué hacernos peores personas, de hecho “puede” contribuir a hacernos mejores: más humanos, solidarios, afables y tolerantes.
Aunque no haya sido el caso hasta ahora, dada la prevalencia de las religiones represivas o anti-vida, ése es mi ánimo constructivo: contribuir a una fraternidad social suprarreligiosa y a una armonía personal no represiva (o superadora de distorsiones y frustración generadoras de violencia antes que de una actitud vital, natural y sabia).