¡Cómo se pasa la vida! A veces "sin pensar". ¡Y tanto!

Alguien dijo que “la distancia que hay entre un hombre que ha cultivado su inteligencia y ha dedicado toda su vida al pensamiento y otro que jamás se ha cuestionado nada, es mayor que la que hay entre éste y un chimpancé”.

Bien sabemos muchos que no andaba excesivamente descaminado. ¿Cuestión de "almas"?

En la convivencia social obligada, en conversaciones algo más subidas, en la forma de entender los problemas de la vida, en el roce laboral diario... lo vemos por doquier: gente que
• ha desistido de preguntar y de preguntarse,
• a la que molestan las opiniones,
• cuyas conversaciones se mueven entre el esternón y la ingle,
• no comprende lo que le dicen,
• cuya lectura es el 3-0 semanal,
• todo lo relaciona con lo que a ella le parece bien y no se bajará del burro
...


Quede claro que no ponemos en solfa ni la dignidad del hombre como persona de derechos y deberes, dignidad presupuesta, ni su responsabilidad ni hacemos referencia alguna a los sentimientos y emociones que le embargan. Hablamos de la inteligencia, de la capacidad de razonar, de la facilidad para entender argumentos, de la aptitud para discriminar, de su agudeza para formular críticas, de la posibilidad de enunciar hipótesis, de la facultad de elucubrar...

Lo que se dice de la inteligencia y de la capacidad de razonar se puede aplicar a los fieles devotos y practicantes:

1. Conocimiento de 1º grado, a ras de suelo = practicante adormecido. Son del orden de “tengo hambre, me como un bocadillo” o “parece que va a llover” o “eso de comulgar con la mano me parece mal”.

En la Iglesia, y en este nivel, hay múltiples “subniveles”, desde el más simplón del fiel que cumple los preceptos dominicales sin preguntarse nada y las más de las veces sin entender nada, hasta el pretendidamente más subido del consagrado a Dios que quiere “hacer algo” en la vida. No por ello abandona el nivel fáctico: las cosas son así, las acepto, me acomodo a ellas. Y así encontramos fieles que parecen decir:
voy a la otra iglesia, aunque no esté cerca de mi casa, porque el cura me cae bien y porque es más bonita que la mía, con su retablo renacentista, su torre, sus hermosas capillas laterales; soberbia iglesia de bella factura: qué canutillos, qué almohadillados, qué arquivoltas y lucernarios;
• practico estos ritos, ritos seculares que cuatro pazguatos conciliares han venido a subvertir;
• ritos que ya no son los que yo viví de niño ni los que a mi me gustan;
• veo grupos de fieles orando con devoción; otros pasan el rato aburridos de lo que ven y oyen; otros hasta se duermen...;
• este cura, este obispo, este teólogo... no siguen la línea doctrinal o pastoral que a mí me gusta, pero son buenas personas...;
• veo, veo, no juzgo ni prejuzgo, sólo digo lo que veo. Y no paso de ahí. El que vea otra cosa que lo diga.
• vivo en esta comunidad,
• no me planteo nada,
• no dudo,
• estoy satisfecho con lo que hago,
• me siento a gusto,
• hago lo que me mandan,
• visito enfermos y alivio sufrimientos...
• ¡Qué hermosa es mi vida!.


2º grado = fiel que pregunta: pensamiento que busca un por qué, superficial pero que al menos es un “por qué” y aventura hipótesis.
• ¿Por qué esta apatía de los fieles?
• ¿Por qué creo que los actuales pastores han equivocado su vereda?
• ¿Por qué pienso yo así acerca de ellos?
• ¿Cuál es el motivo mío de participar o celebrar semanalmente los ritos?
• ¿Qué supuso la construcción de esta catedral?
• Y a todo ello aventura una respuesta.

3. Conocimiento de 3º grado, que es una profundización en los conocimientos = el fiel que alimenta lo que cree = el fiel que cuestiona lo que cree:
• estos ritos qué representan;
• por qué se realizan;
• a qué me obligan;
• a qué necesidad humana responden;
• qué relación tienen con la persona;
• cuál es su origen;
• qué aportan a la sociedad;
• qué valores incitan a asumir;
• por qué son así;
• ¿podrían ser de otra forma...?

4. Conocimiento de 4º grado, el que va al fondo de las cosas = el fiel creyente que indaga en su credo:
• pensamiento que contrasta valores asumidos con valores posibles,
• que se cuestiona verdades,
• que ofrece alternativas,
• que ve pros y contras,
• que busca el origen de todo,
• que reflexiona sobre lo que piensa y cree y es capaz de contrastarlo con otras verdades posibles;
• el que rebate...

Moverse siempre en el NIVEL I, incluso criticándolo, resulta hasta gratificante. ¡Hay tanto que compartir y tanto que rechazar! ¡Hay tanto obispo de relumbrón al que zaherir! ¡Hay tanta ramplonería!

Por más que digan que sí, que piensan, que meditan, que deducen... cuando alguien cuestiona todo su planteamiento vital no responden, atacan; no se preguntan, perdonan la vida; no reflexionan, siguen respondiendo “y con tu espíritu”; no piensan, insultan; no miran hacia delante, se quedan con los argumentos del pasado.

Dígase lo mismo de aquellos que cuestionan la existencia de la Iglesia y de los credos, de los que quieren que la Iglesia desaparezca:

EL NIVEL 1º quiere secar el árbol de la credulidad quitando hojas amarillentas: critica “que si este cura es un pederasta”, “que si los curas panzudos”, “que si las viejas beatas”, “que si el dispendio de la visita benedicta”...

El NIVEL 4º lo que cuestiona es el tronco del árbol y sus raíces: ¿existe Dios? ¿qué Dios? ¿cuál fue el origen del mito de Cristo? ¿no es la religión una adormidera de presentimientos? ¿estas prácticas no responden a deseos humanos insatisfechos?
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