¿Cómo pueden creer en una Iglesia "una"? (2)


Dejando aparte otros significados más esotéricos y difíciles de clarificar, cualquiera entiende por Iglesia la reunión o congregación de fieles, sean de la religión que sean y adoren al dios que adoren... Sociedad que pone al hombre en relación con dios. ¡Pero Dios es absoluto! Él sí que es uno. Si en religión se pudiera usar la lógica y presuponiendo que Dios, en todas las religiones, es uno –si no, no sería Dios— la Iglesia debiera ser también una. Es decir, la Iglesia comprendería la totalidad de creyentes en Dios. Al menos la religión "verdadera", la Iglesia cristiana. ¿Pero de verdad es una?

Primero habría que ponerse de acuerdo en las cualidades implícitas en el concepto "Iglesia una". Y luego ¿qué entiende el cristiano cuando escucha o recita eso de “Iglesia una”? No se sabe. Hasta se podría llegar al galimatías que confunde Iglesia una, Iglesia unificada e iglesia única. A las personas normales los embrollos semánticos no les confunden. El concepto “una” tiene sus connotaciones, sus sinónimos, entre los que se encuentran aquellos que no se corresponden con lo que en la realidad debiera ser hoy la Iglesia: indivisa, unitaria, individualizada, indivisible, íntegra, única…

Le ponen en la boca al fundador de la Iglesia --¿Jesús o Pablo?-- afirmaciones como las que siguen (habría que interpretar por qué Juan, evangelio escrito a principios del siglo II, insiste en la unidad: ¿comenzaban a disgregarse?):
- Juan 17.11 “…que todos sean uno”
- Juan 17.21 “Te ruego por todos los que crean en mí para que sean uno”.
- Juan 17.22 “Para que sean uno como tú y yo somos uno”
- Hechos 4.32 “La multitud de los que creyeron en Jesús tenían un solo corazón y un alma sola y ninguno tenía por propia cosa alguna de las que poseía sino que para ellos todo era común”


Y ahora, del deseo a la realidad… ateniéndonos a algo que podría ser “la realidad”, como son los hechos históricos. Pues tales hechos dicen ni más ni menos lo contrario. La Iglesia cristiana, la que deriva de Jesús y de los primeros tiempos del cristianismo: no es una. Parecería que eso de la trinidad es algo taxonómico: de un dios trino, una iglesia trina, divididos todos en católicos, protestantes y ortodoxos.

Si tuvieran algo de honradez intelectual no podrían presentar como señal de Iglesia verdadera ni recitar en el Credo eso de “…y en la Iglesia que es una”. A no ser que añadieran “…y en la Iglesia que quiero como Jesús que sea una”. Entre la realidad y el deseo hay un abismo, el de los prejuicios e incluso el fanatismo.

No hay unidad. Primero las tres ramas cristianas, luego la infinidad de divisiones internas, de organización y de dogmas. No son disensos entre hermanos que son “unos”. La división es profunda se mire por donde se mire. Hay división a la hora de interpretar los textos fundacionales; división entre la jerarquía; división en las sedes de “la verdad”; división que se ha traducido en enfrentamientos y guerras que llegan hasta nuestros días, donde se mezcla la división social y política con la de los credos…

La división comienza en los mismos inicios del cristianismo. Recuérdense todas las amonestaciones de Pablo en sus cartas; recuérdese el encuentro en Jerusalén. Vinieron luego las discrepancias puestas de manifiesto en los distintos concilios, donde el vencedor se quedó con la verdad y condenó con el nefando título de herejes a los disidentes. Los motivos, desde el principio, oscilan entre el fanatismo y la sed de mando y poder.

Se hizo realidad la quiebra entre Oriente y Occidente, iniciada con Focio y consumada con Miguel Cerulario (16 julio 1054). Desde entonces la Iglesia Ortodoxa no reconoce ni la autoridad ni el magisterio del Papa de Roma. En parte por geografía, los fieles ortodoxos rondan los 250 millones.

Y remató esta unidad de la Iglesia el reformador Martín Lutero (quema de la bula papal en Wittenberg, 10 diciembre 1520), demonizado hasta límites irracionales por la jerarquía romana. Hoy, con las numerosísimas acepciones y credos, son unos 800 millones en todo el mundo.

Como dato que merecería una reflexión profunda por parte de cualquier fiel con dos dedos de frente, repásese el listado de las Iglesias agrupadas en el Consejo Mundial de Iglesias. Iglesias pretenciosamente “unidas” que no “unas”. ENLACE.


¿Cómo, si se dan cuenta de lo que dicen, pueden los fieles cristianos recitar el Credo donde afirman que creen en una Iglesia que es “una"? Y, puestos a recabar argumentos, ¿alguien puede explicar de otro modo la unidad, unicidad o lo que sea de que presume la Iglesia?
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