Cofradías y Hermandades
En ambientes cuaresmales de fervorosos cortejos procesionales, el termino “cofradía” hace referencia a “congregación o hermandad que forman algunos devotos con autorización correspondiente, para ejercitarse en obras de piedad”, con exclusión en nuestros caso para cualquier “cofradía general” o de unión de gentes por motivos.
Y en primer lugar hay que reconocer que los datos son ciertamente espectaculares en España, por ejemplo, con más de 8.200 cofradías de penitencia registradas y un total de dos millones de cofrades. Cada una de ellas mantiene rigurosamente en sus estatutos su vinculación con la iglesia, con explicita profesión de fe y mención en sus fines. Entre estos, además de lo estrictamente relacionados con el culto, no faltan otros de tipo social, cultural y festivo.
En la mayoría de las cofradías, directivos y “hermanos” viven con intensidad su inscripción y pertenencia no solamente en esa vida, sin o también en la otra, dado que algunas de ellas disponen de columbarios para custodiar sus cenizas, cofradero es tan intenso y operativo que inspiran y determinan multitud de actuaciones de cualquier orden en todas las esferas de la ciudadanía., con las que mayoritariamente se identificas sus vecinos.
Desde tales supuestos convenientemente verificados la presencia y proyección de las cofradías se perciben grata y positivamente sobre todo en los pueblos aun con apariencias que algunos pudieran parecerles de signo político, pero que en realidad suelen ser siempre apolíticos o supra-políticas por la convincente razón de que Dios y las organizaciones eclesiásticas que lo hacen presente han de estar y actuar sin connotaciones partidistas. Por encima de todo la aportación de la cofradía se identificara con cuanto es y significa la idea ciertamente constructiva y valioso de comunidad, común-unión, hermandad, comunicación…
Es, no obstante, obligado referirme aquí a quines, desde dentro de la iglesia, aun con ciertas connotaciones jerárquicas, expresan sus recelos de que pese a todo, las cofradías no sean hoy las formas y modelos mas ejemplares de vivir y expresar la de verdad de la iglesia. Las consideran como enunciados, apariencias y manifestaciones espectaculares propias de tiempos pasados, imbricadas de tipismos pletóricos de hojarasca, fruslerías y de exteriorismos. Algunos hasta dudad de la veracidad de sus símbolos con mención también para el indeciso o receloso grado de jerarquismo que define su organización, al margen o sobre las normas generales vigentes en el organigrama de la actividad pastoral parroquial. La identificación tan generalizada de las cofradías con la Iglesia popular post conciliar les parece a alguno un atrevimiento y una osadía, que llevan implícitos una profunda revisión a la luz de los criterios que emanan de educación de la fe.
Mi opinión personal está más cerca de la de quienes, teniendo siempre en cuenta la necesaria revisión-reforma a que todo y por definición ha de someterse en la Iglesia, están convencidos de que las cofradías son, construyen, testifican y evangelizan el Reino de Dios a través de la institución eclesiástica. Conocer estas cofradías, estudiar su historia y sus estatutos, tratar a los cofrades y procesionar con ellas lleva necesariamente a su estima y admiración, tanto personal como colectivamente,
La de las cofradías no es “otra” Iglesia, tal y como algunos pueden pensar. Es verdadera Iglesia de Cristo, con las mismas razones que las “eclesiales” que no posesionan, ni hacen uso de capirotes, hábitos, medallones, tambores y trompetas, “estaciones de penitencias” hermanos mayores, rituales y colorines…
Y en primer lugar hay que reconocer que los datos son ciertamente espectaculares en España, por ejemplo, con más de 8.200 cofradías de penitencia registradas y un total de dos millones de cofrades. Cada una de ellas mantiene rigurosamente en sus estatutos su vinculación con la iglesia, con explicita profesión de fe y mención en sus fines. Entre estos, además de lo estrictamente relacionados con el culto, no faltan otros de tipo social, cultural y festivo.
En la mayoría de las cofradías, directivos y “hermanos” viven con intensidad su inscripción y pertenencia no solamente en esa vida, sin o también en la otra, dado que algunas de ellas disponen de columbarios para custodiar sus cenizas, cofradero es tan intenso y operativo que inspiran y determinan multitud de actuaciones de cualquier orden en todas las esferas de la ciudadanía., con las que mayoritariamente se identificas sus vecinos.
Desde tales supuestos convenientemente verificados la presencia y proyección de las cofradías se perciben grata y positivamente sobre todo en los pueblos aun con apariencias que algunos pudieran parecerles de signo político, pero que en realidad suelen ser siempre apolíticos o supra-políticas por la convincente razón de que Dios y las organizaciones eclesiásticas que lo hacen presente han de estar y actuar sin connotaciones partidistas. Por encima de todo la aportación de la cofradía se identificara con cuanto es y significa la idea ciertamente constructiva y valioso de comunidad, común-unión, hermandad, comunicación…
Es, no obstante, obligado referirme aquí a quines, desde dentro de la iglesia, aun con ciertas connotaciones jerárquicas, expresan sus recelos de que pese a todo, las cofradías no sean hoy las formas y modelos mas ejemplares de vivir y expresar la de verdad de la iglesia. Las consideran como enunciados, apariencias y manifestaciones espectaculares propias de tiempos pasados, imbricadas de tipismos pletóricos de hojarasca, fruslerías y de exteriorismos. Algunos hasta dudad de la veracidad de sus símbolos con mención también para el indeciso o receloso grado de jerarquismo que define su organización, al margen o sobre las normas generales vigentes en el organigrama de la actividad pastoral parroquial. La identificación tan generalizada de las cofradías con la Iglesia popular post conciliar les parece a alguno un atrevimiento y una osadía, que llevan implícitos una profunda revisión a la luz de los criterios que emanan de educación de la fe.
Mi opinión personal está más cerca de la de quienes, teniendo siempre en cuenta la necesaria revisión-reforma a que todo y por definición ha de someterse en la Iglesia, están convencidos de que las cofradías son, construyen, testifican y evangelizan el Reino de Dios a través de la institución eclesiástica. Conocer estas cofradías, estudiar su historia y sus estatutos, tratar a los cofrades y procesionar con ellas lleva necesariamente a su estima y admiración, tanto personal como colectivamente,
La de las cofradías no es “otra” Iglesia, tal y como algunos pueden pensar. Es verdadera Iglesia de Cristo, con las mismas razones que las “eclesiales” que no posesionan, ni hacen uso de capirotes, hábitos, medallones, tambores y trompetas, “estaciones de penitencias” hermanos mayores, rituales y colorines…