Crasos desejemplos
Los malos -destructivos y exterminadores- ejemplos que en la actualidad se reciben de parte de quienes deberían suministrar el material adecuado para la formación integral, son muchos y alarmantes. Y además, con la autoridad dimanante de sus cargos, profesiones u oficios al frente de organizaciones o instituciones. Por si algo faltara, revestidos de la popularidad potenciada de modo tan espectacular y convincente por los medios de comunicación masivos, por lo que para una inmensa mayoría de ciudadanos se convierte en argumento apodíctico e incuestionable.
Los desejemplos crasos -crasísimos- los encarnan miembros muy cualificados aún de las instituciones que por sí mismas y por su cometido, están al servicio de la colectividad en sus más excelsas latitudes en las que para se eficacia es requerido un mínimo de dignidad y prestigio. A título de ejemplo-desejemplo, cito hoy los siguientes.
. En la esfera política el desejemplo cívico-social que se registra es espantoso y estremecedor, con el plus añadido de que no sólo no se oculta o disimula, sino que se alardea del mismo. Política, corrupción, aprovechamiento propio-personal, familiar o de partido, con flagrante y gravísimo perjuicio para el pueblo, son conceptos que se dan la mano y confraternizan en su definición y ejercicio. Son tales y horrorosas las noticias, y aún las declaraciones, de sus líderes y representantes, que descender a la cita y análisis de cualquiera de ellas resultaría tarea imposible, con el riesgo añadido de que de esta forma se pudiera contribuir a su potenciación, con satisfactoria reacción por parte de sus protagonistas. Las exigencias de la política -“juego político”- en nombre del “servicio al pueblo”, por el que fueron elegidos y dicen actuar como sus representantes, constituye una blasfemia y uno de los más aberrantes comportamientos humanos. De uno de sus más recientes episodios podría citarse la pública y solemne declaración del Jefe del Gobierno, de que, dado que la decisión del Tribunal Constitucional en el caso del Estatuto de Cataluña no ha sido del agrado de sus amigos de partido que lo mantienen en el poder, habrán de promoverse cuantas nuevas leyes sean precisas y así se ajustará la decisión del Constitucional a sus reclamaciones. La ley al servicio del poder-Poder, que no del pueblo-Pueblo, en este como en tantos otros casos y formulaciones está bien patente y ¡caiga quien caiga!
. Precisamente en la esfera de la justicia también se “celebran”, ofician y decretan sentencias que, pese a la ritualidad cuasi-sacramental de sus formulismos y atuendos, no siempre ni mucho menos es el pueblo-pueblo su beneficiario. En mayor cuantía lo son los intereses políticos, económicos o sociales, a cuyo dictado firman y confirman en el rosario de recursos y alegaciones los oficiantes de un turno o de otro. La relación justicia-injusticia parece caminar en multitud de ocasiones de manera aproximadamente institucionalizada.
. El mismo Cristo-Jesús, fundador de la Iglesia, pronunció repetidamente la frase “haced lo que ellos -los representantes de la Institución- os digan, pero no lo que ellos mismos hagan…”. Sin posibilidad de analizar el contenido de la doctrina tal y como llegó hasta nosotros y con qué interpretaciones y glosas, el hecho es que, en no pocas esferas y por parte de sus más genuinos y “consagrados” representantes, los ejemplos-desejemplos no pueden ser más crasos, más anti-evangélicos y más destructivos para la Iglesia de Cristo. Redacto este comentario teniendo delante la noticia de agencias y que intitulan los periódicos y noticiarios. “El Vaticano endurece sus normas por pederastia”. Su sola enunciación hace levantar tempestades de protestas y condenas contra personas que, por acción u omisión han avalado y avalan comportamientos que reclamarían para sí, y en patrimonio eternal, las calderas de “Pedro Botero” y el fuego del infierno, sin posibilidad de apelación.