Incoherencias

. Hay que partir del hecho de que se trata de un acto y de una convocatoria fundamentalmente religiosas y además cristianas. Su justificación de acción de gracias comunitaria a Dios está fuera de dudas y en su propia raíz.
. Hay que partir asimismo del convencimiento de que el Presidente de EE.UU. está suficientemente informado acerca de las repetidas manifestaciones proferidas por el de España en relación con su increencia y laicismo, base de una parte importante de la política que encarna y que lo define.
. Ante panorama tan incuestionable es posible que algunos malicien que el Presidente de EE.UU. pretende con su invitación poner a prueba la coherencia con la que el de España está dispuesto a actuar en cuestiones como las vividas y proclamadas en el contexto de la religión o religiones.
. La coherencia en la vida, con su proyección en los comportamientos humanos, es estimada y valorada como principio sustantivo sobre el que habrá de basarse la convivencia entre los administrados. La falta de coherencia demanda la adjudicación del calificativo de “infamante” -“que carece de honra, crédito y estimación”- y que no tiene por qué adjetivar a persona alguna concreta, sino a situaciones, consecuencias y efectos.
. Dato absurdo y para muchos esperpéntico, es que el acto al que ha sido invitado el Presidente está inspirado y promocionado por un conjunto de Iglesias cristianas coincidentes todas ellas con ideas e interpretaciones acerca de la familia, con rasgos y características acentuadamente conservadoras y aún retrógradas, desechando la más lejana posibilidad de adecuación a los tiempos nuevos. Para más “INRI” -nota de burla o afrenta- la opción familiar tomada por tales congregaciones religiosas norteamericanas apenas si resiste un examen de modernidad a la luz de los cambios que postula la sociedad en la actualidad-
. Vaya por delante el desasosiego de muchos que, convencidos de la rareza y singularidad de la referida invitación, les supone llegar a la conclusión de que en la misma se oculta un cambalache, un intercambio de intereses o una muestra de aparente amistad con olvido de que exponer la religión a fraude, dolo o superchería es bastante más grave que su simple o nuda negación.
. Son muchos los españoles a quienes les hubiera satisfecho que su Presidente de Gobierno y en aras de coherencia político-religiosa y cívica, hubiera rechazado la invitación, alegando con lealtad que tal comportamiento respondía en exclusiva a principios de honradez consigo mismo y con sus convicciones, si éstas lo fueran así y no estuvieran instigadas por inconsistentes pretextos o móviles.
. Como ejemplo de cultura y de comportamiento cívico, al margen de la política y de la religión, el que está ya a punto de ofrecérsenos a los españoles desde sus más altas esferas, no es ni constructivo, ni digno de ser emulado. Huelga hacer constar que las explicaciones y justificaciones oficiales a la aceptación de la invitación reclaman catalogarse de deshonestas e indecentes en su más honda y aséptica interpretación semántica.
© Foto: Chuck Felix