Hoy nos vamos a la Iglesia argentina.Una Iglesia probada en el escándalo. Podestá, Storni... Y, hace nada, Maccarone. O Mariconi.
El anterior obispo de Santiago del Estero, Juan Carlos Maccarone, figura del progresismo eclesial a quien se le auguraban importantes ascensos, tuvo que dejar precipitadamente el obispado ante un mayúsculo escándalo, que incluso se filmó en video.
Una diócesis así vapuleada por la desvergüenza de su pastor necesita un sucesor que haga olvidar tanta miseria. Miseria del Mariconi y de los obispos que, vergonzosamente, se solidarizaron con él. Que los hubo. No tanto con el hecho, que hubiera sido imposible, pero sí con el amigo. De semejantes amigos nos libre Dios.
Hoy, la Santa Sede ha nombrado el sucesor. Difícil empeño y dificil sucesión. Y lo ha hecho en un obispo del Opus Dei. Monseñor Francisco Polti Santillán, hasta esta fecha obispo de Santo Tomé. Un hijo de Santiago del Estero, de sesenta y siete años de edad.
El encargo es difícil. Sucesor de un miserable. Llega al episcopado santiagués con la mitra arrojada a los cerdos. A él le toca recogerla, limpiarla y ponérsela sobre sus sienes impóluta. Como sucesor de los Apóstoles. No de Judas.
La Santa Sede ha buscado, para tan difícil empeño, a un miembro del Opus Dei. Es, sin duda, una declaración de confianza.
Yo no pertenezco al Opus Dei. En más de una ocasión he sido crítico con ellos. Y no les frecuento. Apenas tengo algún amigo de la Obra. Y amigos lejanos a mi intimidad. Pero me parece una muy buena elección. Los obispos del Opus son, en general, buenos obispos.
Que monseñor Polti pueda devolver a Santiago del Estero la dignidad episcopal.