En olor de multitudes episcopales.

He pedido, por segunda vez, esta mañana la lista de obispos asistentes a la ordenación episcopal del P. Martínez Camino. Me han dicho, con gran amabilidad, que todavía no está cerrada pero que cuando la tengan me la enviarán. Pero sí podemos anticipar que estamos ante algo insólito. Más de setenta obispos. Seguramente no ha ocurrido nada semejante en toda la historia de la Iglesia española.

Ya he dicho que los obispos españoles en activo son en estos momentos, salvo error u omisión, setenta y cinco. Y que acudirán algunos eméritos y algún extranjero. Se han citado los nombres del cardenal de Lisboa y de monseñor Amato.

Pero, aún así, es una auténtica pasada. Mucho le quieren y mucho le valoran. No cabe pensar en que mucho le temen porque su primer cargo episcopal es humilde: obispo auxiliar de Madrid. Aunque es muy probable que no pase a emérito en él.

Yo hablé mal del P. Martínez Camino. Dejándome llevar de impresiones personales de las que me he arrepentido. Y hace tiempo que así lo confesé públicamente pidiendo perdón por mi visceralidad. Llegué al convencimiento de lo injusto de mi criterio y me alegró muchísimo su nombramiento episcopal. Creo que ha sido un gran acierto.

Mañana procuraré estar a las doce en la catedral de la Almudena y os contaré lo que allí vea. Y en cuanto disponga de la impresionante lista de asistentes os la comunicaré.

Hoy, en vísperas de su ordenación episcopal, quiero hacerle llegar desde aquí mi felicitación y mis oraciones para que sea un excelente obispo.
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