Sentir, y padecer

1. Las calles de Madrid llevan días hechas un asco. Dicen que están en huelga los barrenderos, aunque ¡menos mal! siguen recogiendo los contenedores de basura. Según lenguas informadas, hay trapicheos entre gobernantes de turno y empresas contratadas ¡Vete a saber! No resulta extraño que así sea en los tiempos que corremos.

Seguro que los gobernantes de Madrid lo sienten. Pero sentir tiene varios significados. El más elementa es oír ¡ Cómo no van a oír las continuas protestas!. A lo mejor también sienten o lamentan el espectáculo puerco de nuestras calles. Todavía sin embargo hay que dar un paso más: de sentir a padecer. Porque cuando las personas sufren el deterioro en su propia carne, se responsabilizan y hacen lo necesario para poner remedio.

2. Este deterioro que hoy se manifiesta en las calles de Madrid evoca el deterioro humano de nuestra organización social. Dicen que crece la macroeconomía . No sé si será cierto, aunque parece que los bancos siguen almacenando ganancias y el capital financiero corre a sus anchas. En cualquier caso la microeconomía, lo que la gente sencilla necesita para el arreglo de su casa – eso quiere decir economía en griego- más bien decrece

3. Sin duda los gobernantess, aunque se taponen bien los oídos tienen que sentir las protestas que se multiplican. Quizás tengan también un sentimiento humano y lamenten lo que ocurre. Pero ¿de verdad padecen la situación y en consecuencia se comprometen para buscar remedio? Dale que dale para convencernos de que nuestros hermanos catalanes son poco menos que malvados cuando piden su autodeterminación, un derecho que tienen todas las personas y todos los pueblos. O para contarnos batallitas o cambalaches entre o dentro de los partidos políticos. Los de izquierdas se unen para derrocar a los de derechas y éstos se aferran para no dejar el poder. Mientras, la mayoría de los ciudadanos cada vez más confundidos y hartos por los confusos medios de comunicación.

Son deseables unos políticos que no sólo sientan los ruidos de la calle y taponen sus oídos. Que no se queden sólo en sentimientos etéreos de compasión. Tienen que dejarse alcanzar por el aguijón del sufrimiento que hoy destruye a tantas personas. Conmoverse y dejarse alterar conmover y alterar por justos reclamos de personas y de pueblos que piden satisfacción de sus derechos fundamentales. No han sido elegidos para tener más ganancias y proteger a su grupo. Deben estar vocacionados para servir a la sociedad, ”polis”, espacio donde muchos se reúnen para buscar el bien común.
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