LA CONVERSIÓN NO LA CONSIGO YO, NOS LA REGALA DIOS

LA CONVERSIÓN NO LA CONSIGO YO, NOS LA REGALA DIOS.

01. JESÚS SE ESTABLECE EN CAFARNAÚM, EN GALILEA.

En los evangelios sinópticos la vida de Jesús transcurre en Galilea, no en Judea, al sur, no en Jerusalén. En los sinópticos Jesús va a Jerusalén a morir.

Galilea era una región pagana, una zona de comercio, de gentes despreciables. De hecho “galileo” era un insulto y a los primeros cristianos se le denominaba “galileos.
Cafarnaúm será la segunda patria de Jesús. Jesús deja su casa y sale a la periferia geográfica y existencial.

Francisco, obispo de Roma no se cansa de invitarnos a no quedarnos encerrados en casa, en la iglesia, en la ideología: salid, salid a las periferias del sufrimiento de las pateras, de la miseria humana.

Jesús está siempre con la gente de mal vivir, con los débiles y los pecadores, porque no son los sanos quienes tienen necesidad de médico sino los enfermos, (Lc 5,31).No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores, (Lc 5,32).

Cada cual podemos mirarnos a nosotros mismo qué actitud tenemos ante el “caído”, ante el hundido en la vida.

02. CONVERTÍOS



Jesús nos llama a la conversión, que no es tanto un esfuerzo titánico de tipo moral, sino un cambio de mentalidad a la liberadora visión de un Dios misericordioso.

Lo más hermoso y eficaz que nos puede cambiar -convertirnos- es dejarnos impregnar, iluminar por esa luz que nos hace sentir y vivir la bondad y amabilidad de Dios. Sentirse querido cambia la vida más que mil ayunos y abstinencias. Cuando nos sentimos queridos por Dios, la conversión se ha producido en lo más íntimo de nuestro ser.

La conversión no la consigo yo, nos la regala Dios (gracia) cuando vemos la gran luz de su amor, de su acogida y bondad.

La experiencia de la conversión cristiana es la íntima vivencia de la misericordia de Dios en la profundidad de nuestro ser.

La conversión se produce cuando ponemos confiadamente nuestra situación de angustia y fracaso, cuando ponemos nuestra vida, nuestra alma en el Señor.

No temamos aun cuando nuestras profundidades sean “Galilea de los Gentiles”. Confía en la misericordia de Dios


03. SÍGUEME

A Jesús le seguimos cuando hemos tenido la experiencia de la bondad. Sólo el amor es digno de la fe, (U. von Balthasar). La tristeza, el miedo, la angustia solamente hacen tomar decisiones negativas. Se sigue a quien se ama y se llega a ser uno con quien se ama.

Sigamos al Señor, que nos ama y quiere convivir con nosotros


04. EL PUEBLO QUE VIVÍA EN TINIEBLAS VIO UNA GRAN LUZ.

Las tinieblas en San Mateo hacen referencia al caos original del Génesis. Era un caos. Tal vez algo tenga que ver con el big bang de los orígenes.

Nuestra vida personal y social puede estar sumida también en algún caos existencial. No me refiero, al menos no solamente, a la culpa y al pecado, sino a caos psíquicos, quizás hundimientos por una enfermedad, desasosiegos profundos, turbulencias de la vida, convulsiones en nuestra mentalidad religiosa, en nuestra situación eclesiástica, etc.

LA GRAN LUZ QUE VIO EL PUEBLO, fueron los cielos abiertos por Jesús y la misericordia que desciende desde Dios.
Dios es amor. El cristianismo es misericordia: Dios no se cansa nunca de acogernos y perdonarnos.

Vivir en la misericordia de Dios es la GRAN LUZ de conversión, de seguimiento.

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