Sembrar es una noble tarea

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  1. La semilla y la vida.

         Hemos escuchado una parábola de Jesús, que nos hablan de la semilla: del grano de trigo y de mostaza. Las semillas, a su vez, nos hablan de vida. Los evangelios están llenos de referencia a la vida. Jesús sana, es pan de vida, agua de vida, multiplica los panes (solidaridad), rehabilita, perdona, etc.

Un grano de trigo, un grano de mostaza son semillas humildes, pequeñas, pero llenas de vida. La vida de la semilla es callada, silenciosa, paciente: va creciendo poco a poco: duermas o veles, de día o de noche, la semilla sigue creciendo, desarrollando toda su vitalidad. Aunque nos olvidemos de la semilla, esta sigue creciendo.

La vitalidad de la semilla no depende del trabajo humano, de los esfuerzos humanos. La semilla está llena de vida en sí misma. La vitalidad la da Dios, no nosotros.

El Reino de Dios crece no por nuestra fuerza, por nuestra fe en el progreso, en la evolución. El Reino de Dios crece por la vitalidad de la semilla: por la Palabra y la promesa de Dios:

Como la lluvia y la nieve bajan del cielo,

y no vuelven allá, sino que empapan la tierra,

la fecundan y la hacen germinar,

y producen la semilla para sembrar

y el pan para comer,

así también la palabra que sale de mis labios

no vuelve a mí sin producir efecto. (Isaías 55,10-11)

         La Palabra de Dios es eficaz y tiene una prioridad absoluta sobre las pretensiones religiosas a la hora de construir el Reino de Dios. La vitalidad y la eficacia está en la semilla, en la Palabra, en la promesa de Dios. Dios lleva adelante a su pueblo incluso en medio de los “carros de combate” de los egipcios y les hace pasar por el mar Rojo hacia la libertad y hacia la tierra de promisión.

         La Palabra de Dios es como la semilla puesta en el surco de la historia que va construyendo el Reino de Dios

  1. las prisas de la eficacia. paciencia histórica.

Solemos tener prisa para que las cosas cambien en los más diversos ámbitos de la vida: en la familia, en la educación: escuela – universidad, en el terreno socio-político, en la esfera religioso-eclesiástica

         Los tiempos y los ritmos de vida han cambiado mucho. Nosotros estamos muy distantes de la quietud y calma del mundo rural, casi no sabemos lo que es una semilla y “pensamos” que el trigo y la harina la fabrican y crecen en Eroski.

Hoy predomina la eficacia, la prisa, cuando no la ansiedad. La eficacia siempre tiene prisa. Queremos que el trigo salga en quince días. Pero las cosas de la vida requieren tiempo, calma, paciencia y sabiduría.

En la vida hay que tener paciencia. Paciencia en la educación, paciencia en la historia y recorridos personales.

Es inútil que tiremos de la espiga de trigo, de la planta, porque no va a crecer ni antes, ni mejor y, con toda seguridad la vamos a arrancar y destrozar. La semilla, la planta, las flores, los árboles no crecen a tirones ni con saltos espectaculares, sino poco a poco, humildemente.

Hemos de tener paciencia histórica, incluso cuando en nuestro campo y en la historia brote la cizaña (parábola del trigo y la cizaña).

Estas parábolas de la semilla y el crecimiento son un vuelco completo a una visión religiosa que se basa y confía en el ser humano como autor del fruto, del Reino de Dios. Estas parábolas nos desintoxican de una religión cumplidora que cree en una salvación y en un Reino de Dios creado y logrado por el ser humano. La salvación, el Reino de Dios nos llegan por la acción de la semilla que tenía que morir en el surco, y al morir en tierra, el grano de trigo da fruto abundante: es lo que hizo Jesús.

Estas parábolas son como una llamada a la paciencia, que nace de la confianza en la Palabra llena de vida.

Tengamos paciencia histórica.

  1. siembra y esperanza.

         El Reino de Dios crece siempre

Cuando se siembra es porque se espera la cosecha. Nadie siembra por sembrar o para pasar el rato. Se siembra para crear vida: Toda siembra supone que hay que saber esperar (esperanza) con calma y paciencia. Quizás hemos de saber vivir en una “pasividad esperanzada” en vez de un mundo religioso a golpe de trompeta jurídica, decretos, prisas, y precipitaciones…

Cuesta tiempo que un grano de trigo vuelva a ser espiga. Cuesta mucho tiempo, dedicación y, a veces, sufrimiento, educar un niño, un adolescente. No tengamos urgencias morales, ni precipitaciones en las conversiones, en los cambios personales, sociales, políticos, teológicos, pastorales, etc. porque nos puede invadir la ansiedad, y la ansiedad puede generar miedo, angustia, lo cual puede llevarnos a pretender solucionar las cosas con una insaciable prisa y avidez.

Las esperanzas de presente -a corto plazo- tienen “algún valor”, por lo que hemos de saber mirar y alimentar la esperanza en el futuro absoluto.

Los cambios intermedios en la historia tienen algún interés, pero lo decisivo es el horizonte: que la semilla llegue a madurar, se trigo y alimentar la vida.

La confianza en Dios alienta la paciencia y ambas, la esperanza.

  1. noble tarea la de sembrar.

Es importante sembrar, propagar la semilla en la familia, en los colegios, en la cultura. Ahí queda depositada en el barro humano, en la tierra. El barro del Génesis es bueno, la semilla también. Es la vida, ya brotará. Seguramente que nos despistaremos en la vida, la juventud no está en la Iglesia, etc. Habremos de echar manos de la parábola del trigo y la cizaña, (Mt 13,24-30). No tengamos prisas, menos tengamos ansiedades. La semilla dará fruto.

No sé si los ministros-consejeros de educación se dan cuenta de que a un niño lo dejan en la guardería infantil con un año y no se despega del pupitre hasta que a los veintitantos años salga de la Universidad. ¿Y qué se le dice, qué se siembra en estos niños – adolescentes – jóvenes durante más de 20 años? Platón decía que debían gobernar los filósofos. No sé si esto debiera ser así, pero al menos cabría esperar que la siembra (educación) debiera estar en manos de gente, políticos que le hayan echado una “pensada” a la vida… La vida es más hermosa y más seria como para dejarla en manos de los políticos

         Sería -es- una dejación no sembrar ideas sensatas, valores nobles en las nuevas generaciones. No es bueno ni hace bien a nadie dinamitar de los planes de educación la filosofía, la poesía, la contemplación, la religión, los sistemas de pensamiento y la ética.

05     Contemplación como actitud existencial

Bueno será que miremos el mundo, la vida y la historia con los ojos del labrador que mira los campos y lo sembrado aunque todavía no hayan nacido las espigas ni haya llegado la cosecha, pero espera con la confianza y alegría de la contemplación.

Decía Martin Luther King (1929-1968), líder del movimiento de liberación de los negros que Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol" Martin Luther King

Sembremos vida.

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